OPINION

Eva Braun, la 'influencer' de Hitler

Eva Braun y Hitler.
Eva Braun y Hitler.

“Se llama Eva Braun. Es la amante de Hitler. Mientras ella hace gimnasia a orillas de un lago de montaña, millones de víctimas de su amante agonizan en toda Europa”. Así comienza 'Eva Braun en la intimidad' que emitió anoche La 2 en la primera parte de su programa contenedor de documentales 'Documaster'. El espacio congregó un 4,1 por ciento de share, lo que supuso 677.000 espectadores.

Un buen dato para la segunda cadena. Aunque refleja también cierto desgaste de la reposición. Porque este reportaje de una hora de duración, dirigido por Isabelle Clarke y Daniel Costelle , ha sido recuperado en varias ocasiones por Televisión Española. Siempre con éxito de aceptación.

La cinta muestra la vida íntima de Hitler a través de la mirada de su amante, Eva Braun, que realizó numerosas grabaciones gracias a su propia cámara de 16 milímetros, que le regaló el propio Fhürer. O como ella decía: 'mi Fhürer'

Entre 1937 a 1944, Braun grabó a su amante porque pensaba que Hollywood utilizaría sus imágenes para una superproducción. Porque la necesidad de plasmar situaciones "idílicas" con la motivación de intentar trascender no viene de ahora con el boom de las redes sociales, es una constante con el paso del tiempo.  De hecho, las grabaciones muestran a Braun realizando gimnasia, viajando o posando casi con la misma parafernalia de un 'influencer' del siglo XX que pretende proyectar una felicidad de artificio en 'Instagram'. 

Pero Eva Braun se equivocaba en el destino de esas imágenes caseras con pretensiones de Óscar. Al final, estos fotogramas -que registraron y delataron a numerosas personalidades inocentemente- fueron incautados por los servicios secretos aliados en 1945 y presentados como prueba en los grandes juicios al régimen.

Como si fuera un reality en celuloide que nos acerca a un Hitler aterradoramente cercano, 'Eva Braun en la intimidad' es una radiografía voyeaur de la vida de Adolf desde dentro. Aunque con pretensiones del propio Hitler, que fue hábil en ir más allá en la propaganda tradicional para crear una hipnótica y aplastante iconografía. Tanto que hasta utilizó a su propia amante con el objetivo de que grabara desde su inconsciente indiferencia su vida personal en su casa de descanso en los Alpes Bávaros.

La amante frívola y complaciente de Hitler grababa y grababa sin percatarse de que estaba inmortalizando el terror más atroz. Unos documentos que funcionan televisivamente aunque los veas por tercera vez: porque no son una recreación, son una perturbadora estampa real que pretendía contagiar el lado casero más próximo del Fhürer y, paradójicamente, sólo proyecta su escalofriante y turbada soledad. Lo transmite en el plano general y en el detalle, cuando acaricia una y otra vez a los niños que por allí pululaban.

Mostrar comentarios