OPINION

Eva Hache y lo que esconde su viaje por los pueblos de España

Eva Hache, La Paisana
Eva Hache, La Paisana

Eva Hache es especial. Siempre lo ha sido, desde su primer gran flirteo con la televisión allá cuando ganó un certamen de monólogos de El Club de la Comedia en 2003. Hache, actriz, representa a la España del carisma, la travesura y la coherencia. Y por eso mismo, a veces, también la televisión no ha cuidado su trabajo como debiera. Porque, en la actualidad, a los autores de contundencia se les esconde más que se les proyecta.

Ahora, Hache ha vuelto al prime time con 'La Paisana'. Se trata de un programa de esos que dan sentido a la televisión pública. Porque proyecta esa España olvidada con ayuda de la comedia de la sensibilidad. Todo un arte, que logra poner el foco en lo relevante en épocas frenéticas de quedarse sólo con lo superfluo.

En estos años, la propia Eva Hache ha ido creciendo de su 'yo humorista' a su habilidad como intérprete sensible. También en 'La Paisana', donde empatiza con los habitantes de unos pueblos que ya no son invisibles en el horario televisivo de máxima audiencia gracias a un formato pensado inicialmente para La 2 y que llegó de rebote (pero con acierto) a La 1.

En su primera temporada, con Pablo Chiapella, 'El Paisano' -basado en la idea danesa 'Comedy on the Edge' y 'El foraster' de TV3- supuso una revelación en audiencias que pilló por sorpresa al personal que no confiaba que un docushow de personas anónimas brillara en el ruedo televisivo nacional. Gran error.

Porque los protagonistas con los que se va encontrando 'La Paisana' en su viaje representan la sociedad real. Es más, son el ejemplo de la España anónima que empuja el país a diario. Aunque no protagonicen titulares en prensa.

De eso, al final, va 'La Paisana': no es sólo un programa de postal que busca promocionar pueblos, es un homenaje televisado a sus habitantes. Todos se reúnen en un auditorio de la localidad para ver lo grabado en sus calles y escuchar un monólogo que habla de sus propias vidas que son las vidas de todos.

Un viaje que está inteligentemente escrito y dirigido, ya que huye de las facilonas -y habituales- condescendencias de los trágicos docushows de testimonios, se deja llevar por la inspiradora realidad cotidiana de los habitantes y, además, el programa cuenta con la habilidad de crear hasta tramas transversales en cada capítulo, listas para atrapar al espectador hasta el final.

Al espectador y a los propios habitantes. El guion es ingenioso incorporando esa picaresca que nos une, que nos humaniza y que nos saca la sonrisa mientras deja en el archivo de RTVE un valioso fondo documental de la otra España, la rural. Lo consigue en un 2019 en el que parece que en televisión solo hay personajes de plástico y falta verdad.  La antítesis de'La Paisana' de Eva Hache que esconde una inmersión en la pura y compleja verdad cotidiana de nuestro país. Bendita, honesta e ilusionante verdad para los tempos que corren. 

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