OPINION

'Fama, a bailar', el talent show regresa y aprende de 3 errores televisivos

Fama 2019 Paula Vázquez
Fama 2019 Paula Vázquez

Hace un año, Movistar Plus necesitaba incorporar a la parrilla de su canal premium, Cero (#0), un formato killer. Se trata de un tipo de programa que con su contenido genera una apasionada conversación social que, en este caso, sirve para colocar a la plataforma de pago en el foco de nuevos públicos.

En esa búsqueda de mayor visibilidad, el retorno de 'Fama, a bailar' era una oportunidad ideal para lograr el objetivo de atraer más espectadores a través de un talent show en directo gracias a su joven y ruidoso target.

Y 'Fama' volvió, y 'Fama' brilló. Y, en su nueva vida en Movistar Plus, el talento adelantó al reality. El programa de la productora Zeppelin se actualizó con inteligencia y no cayó en la fuerza de las polémicas que era el principal motor de sus anteriores y recordadas temporadas en Cuatro.

En Movistar el protagonismo recayó más en el espectáculo del baile de primer nivel y menos en el conflicto de culebrón. La audiencia respondió dentro de la plataforma y el programa sirvió para ordenar con claridad la programación de Cero (#0), un canal que se afianzó con tres pilares diarios reconocibles, con un sello de calidad y con influencia en la viralidad social: 'Fama', 'Late Motiv' y 'La Resistencia'.

Pero 'Fama' no trascendió con su verdadero potencial, como si sucede con 'La Resistencia' o 'Late Motiv'. 'Fama' estaba tan profesionalizado que no afianzó empatías en el público masivo. Porque en televisión no sólo basta con el lado profesional, en una emisión 24 horas por Youtube el trabajo crece si se transmite esa emoción en primer plano, que fomenta la identificación y favorece que surjan los vínculos del espectador con los concursantes.

Ahí está la primera de las tres debilidades que pinta que ya se ponen remedio en el regreso, este viernes a las 21.00h en Cero, de 'Fama':

Fama 2019
Los profesores y Paula Vázquez en la escuela de Fama 2019

1. Profesionalización sí, pero con evolución

A diferencia de la música o incluso de la gastronomía, la evolución en el baile no es tan fácil de entender por televisión si el público no es experto en la materia. En un talent show, además de sorprenderse, el espectador también necesita comprender algo de lo que ve y hasta aprender algún detalle práctico mientras ve. En 2018, 'Fama' se tomó al pie de la letra que es una escuela de alto rendimiento y faltó tiempo para conocer a los concursantes e incluso entender sus motivaciones. Lo que mermó la posibilidad de que el show ampliara sus audiencias más allá.

2. Que el gran espacio del plató no fagocite la complicidad

En la dificultad de ampliar público porque no trascendió como deberían las personalidades de los bailarines no ayudó la disposición de la escuela. Un telegénico espacio en la antigua fábrica Gal de Alcalá de Henares tan amplio que no generaba el clima de intimidad para que los concursantes se soltaran y no estuvieran todo el rato con la coraza de sentir que estás en directo en TV, pues era habitual ver entrar y salir un equipo técnico que impedía que se relajaran como en su vida cotidiana.

En este 2019, 'Fama' se ha mudado a una fábrica cercana. Han dejado aquel lugar en el que se hacía jabón para instalarse en una antigua factoría de Roca, de lavabos, bañeras y demás sanitarios. El espacio que ocupa el programa se ha multiplicado. Ahora son 6000 metros cuadrados en un lugar de vigas, hierros y cemento en el que los responsables del programa han separado mejor sus ambientes.

'Fama' mantiene la imagen escénica del año pasado pero distribuyendo mejor las estancias donde conviven los participantes. El comedor y la sala de ocio han incorporado multitud de lámparas de mimbre, con las que es fácil darse en la cabeza.

Fama 2019
El comedor y la sala de estar de Fama

Lo bajas que están colgadas estas luces es para dan más calidez a este frío espacio industrial con techos muy altos. Además, todas las cámaras se esconden tras espejos que rodean la escuela. Así el equipo técnico no interrumpirá la convivencia en un lugar en el que, además de trabajo y ensayo, tiene que existir hueco para compañerismo. El espectador necesita sentir que no hay obstáculos ni intermediaros para conocer bien a los referentes de un programa que también crece con visitas estelares. Los invitados diarios fomentan citas virales que sirven de intercambio de conocimiento e impulsan el contenido del show, además de ser un buen escaparate para promocionar otros espacios de la plataforma.

3. Cualquier programa tiene que respirar

En la pasada edición, aunque existían espacios definidos, todo el formato se producía en el mismo lugar fabril. Ni para alumnos ni para público había una gran diferencia desengrasadora entre convivencia, ensayo y las galas. Mala cosa.

En esta edición, la escuela está separada por una reconocible puerta de lo que será plató de los programas de Movistar Plus. No es un dato baladí, estos dos ambientes  con una línea gráfica colorista y coherente pero, a la vez, bien diferenciados es un detalle crucial para que el formato respire.

Así se impulsa y distingue entre el ambiente grandilocuente del show de las galas y la intimidad de los bailarines. Porque los concursantes traspasarán mejor si el programa cuenta con ese punto de teleserie que crea vínculos, donde los chicos terminarán bailando coreografías con canciones que hablan de ellos mismos en la escuela.

Pero, para eso, es necesario momentos de ocio dentro y fuera del riguroso contexto de las clases, y el año pasado no estaban claramente diferenciados los ambientes. Pero 'Fama 2019' ha redistribuido su escuela para remediarlo y aprovechar el máximo potencial de un formato que ha sabido adaptarse visualmente a los lenguajes de la danza. Sin miedo a los rótulos con diseño contundente, sin miedo a los grandes travellings de cámara con encuadre fijo, sin miedo a la profundidad escénica, sin miedo a la vanguardista danza de primer nivel. Ahora, tampoco hay que tener miedo al primer plano que identifica al espectador con los bailarines.

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