OPINION

Grissom, uno de los primeros policías entomólogos de España

Hace ya casi nueve años, cuando se estrenó CSI Las Vegas en España, muy pocos se imaginaban que los insectos podían ayudar a saber quién mató a una persona. Gracias al personaje de Grissom, un criminalista, biólogo y experto en entomología que lideraba a los CSI, las larvas de los insectos ya no eran solo bichos. En el 2000 precisamente fue cuajndo se creó el laboratorio de Entomología Forense de la Comisaría General de Policía Científica. Desde entonces han analizado una treintena de casos al año.

¿En qué consiste su trabajo? Pues es muy parecido al que vemos hacer a Grissom en la televisión. Y es que desde que llegaron los CSI es mucho lo que ha aprendido los ciudadanos de un cuerpo que antes parecía que ni existía y también mucho lo que han ido aprendiendo los ladrones. De hecho en más de una reunión mundial de forenses la serie de éxito de Telecinco ha salido a debate.

Determinar la causa y el momento de la muerte es el principal objetivo de la medicina forense, aunque las técnicas habituales encuentran serias dificultades a partir de las 72 horas del deceso.  Tal y como ha explicado a Efe la bióloga del laboratorio de Entomología Forense de la Policía Nacional Ana García Rojo, hay cadáveres que tardan meses en ser descubiertos y, en estos casos, el estudio de los insectos que se han alimentado del cuerpo es, en muchas ocasiones, el único método fiable para calcular el intervalo postmortem.

Los insectos, y en particular algunas especies de moscas, acuden de inmediato a los cadáveres, incluso antes de que el difunto haya expirado y por muy escondido que se encuentre. Las hembras depositan sus huevos en las mucosas o en las heridas abiertas y las larvas comienzan su ciclo vital hasta convertirse en adultos.

Los primeros en llegar son los dípteros y los últimos en aparecer algunos coleópteros y los ácaros que se encargan de hacer desaparecer el pelo y las ropas del difunto.  Cada una de estas especies necrófilas acuden a los cuerpos de forma predecible y con una pauta perfectamente determinada que permite a los investigadores precisar, con cierta exactitud, el momento de la muerte.

Hasta los cadáveres llegan también otros artrópodos oportunistas, que se alimentan no sólo del cuerpo en descomposición, sino de los propios insectos que han colonizado el cadáver, lo que afina aún más el estudio de los entomólogos.

La pauta de desarrollo de los insectos cambia radicalmente según la temperatura, la humedad y el lugar en el que ha quedado expuesto el cuerpo del fallecido. Por eso, los investigadores colocan termómetros en el lugar del hallazgo y comparan los datos recogidos con los facilitados por la estación de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) más cercana.

Pero el estudio de la fauna cadavérica no sólo puede ayudar a fijar el momento del deceso. También puede, a falta de restos cadavéricos suficientes, arrojar luz sobre las causas y las circunstancias de la muerte. Los investigadores analizan los insectos que se han alimentado del cuerpo a la búsqueda de drogas, venenos o restos de pólvora. Se estudian también los animales recogidos bajo el cadáver, para descartar la posibilidad de que éste haya sido trasladado de lugar. También se examinan los estómagos de las larvas a la búsqueda de restos de ADN del fallecido.

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