OPINION

Guía para que Natalia Jiménez ejerza su labor de juez en 'Operación Triunfo'

Natalia Jiménez, jurado de OT 2020
Natalia Jiménez, jurado de OT 2020

Nina ya se ha percatado de que no debe perderse el día a día de la academia para luego atinar mejor con sus valoraciones en las galas 'Operación Triunfo'. Ella fue directora de la propia academia durante varios años y parece que, con sentido de la responsabilidad, se ha propuesto remediar el déficit del jurado del que este año forma parte. Sin embargo, en el otro lado de la mesa, continúa Natalia Jiménez casi como alienígena novata aterrizando, por primera vez, al planeta triunfito. Quizá sea el momento de establecer una guía rápida, en tres simples pasos básicos, para que la cantante de La Quinta Estación pueda empezar a trabajar como jurado de este talent show conocido como 'OT'.

Paso 1. Aprende la mecánica

Cinco galas después del estreno del talent show, Natalia Jiménez aún no parece comprender las reglas del juego en su totalidad. Ni siquiera sabe cuándo debe decir la mítica frase del show 'cruza la pasarela'. A ella le da igual. Va, se ríe, habla con su acento mexicano heredado, hace valoraciones aleatorias y listo. Pero, para convencer con sus afirmaciones, necesita saber que, por ejemplo, sólo los nominados eligen las canciones que cantan. En más de una ocasión, Jiménez ha valorado si una canción está bien o mal elegida por un concursante no nominado... ¿No sabe que los temas son elegidos por los responsables del programa, que son profesionales de la tele que buscan que las canciones se complementen entre sí, estén equilibradas y no se caiga en el repetitivo repertorio de siempre y desafíen el interés del show? El modus operandi de 'OT' es sencillo. No juzgues a los chavales por decisiones que son del programa y no de ellos. Un 'has elegido bien/mal la canción' no procede a la hora de valorar.

Paso 2. Ojea las instrucciones de los profesores para entender a los alumnos y su progresión (o no)

La audiencia sigue los avances en la academia y no comprende al jurado si habla otro idioma, completamente diferente a las instrucciones que los alumnos reciben de sus profesores durante la semana. Es tan sencillo como seguir la toma de tonos, las clases o los pases de micro. Pero Natalia probablemente ni sepa lo que es un pase de micros de 'OT' porque evidencia que ni se roza por el canal 24 horas o los resúmenes. Cree que su labor consiste en ir y opinar como en otro tipo de talents más ligeros, pero en 'Operación Triunfo' está en juego la carrera posterior de los concursantes. Decir a una participante que no ha realizado un falsete o que no ha cantado en un tono más alto como lo hace ella misma... pone de relieve su presencia desubicada en el formato. Los concursantes cantan la canción mejor o peor, pero lo hacen respetando las instrucciones establecidas desde la toma de tonos el lunes anterior. Reprochar a los aprendices que no han hecho esto o lo otro, como si los chicos se presentaran en ese escenario para cantar a lo loco, es marearles e indignar al público que sí ha seguido la progresión de la semana y ve cómo se nomina sin conocimiento de causa. No se puede ejercer de evaluador sin una preparación previa de la materia que examinas.

Paso 3. Un programa de valores. No apto para pandilleros

'OT' es un programa que tiene sentido desde una televisión pública porque estimula en los valores de la cultura musical y social. Es un formato que en el día a día de la academia ha sabido adaptarse al lenguaje de su tiempo. Incluso a la hora de aceptar críticas, siempre que sean constructivas. De hecho, 'OT' ha aprendido de las críticas en una sociedad que está desaprendiendo una herencia de roles tóxicos de sexo, género y libertad. Incluso libertad creativa. Como jurado que juzga desde una televisión, también se deben admitir las discrepancias. E incluso ser inteligente y aprender de las buenas propuestas de la gente, que, a veces, en el frenesí de la rapidez con la que se producen estos programas, no se perciben desde dentro.

En cambio, Natalia Jimenez ha optado por una vía de chulería que sólo la desconecta de la audiencia potencial del show en tele tradicional y en redes sociales, donde triunfa en consumos. Hasta les ha increpado a través de su Instagram, con unos estilos de comunicación verbal y no verbal más digna de pandillera que de un juez serio que debe relativizar las pasiones desatadas que despierta un reality show. Quizá no lo hace Natalia porque ni siquiera se ha esforzado por entender 'OT' y empaparse de su espíritu en las tres últimas ediciones, que tan bien representa y transmite Noemí Galera sin ir más lejos. Natalia, en vez de intentarlo, ha preferido escoger, cuatro semanas después, el camino básico de la soberbia y la falta al público desde las redes sociales. Y puede que ya no haya camino de vuelta.

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