OPINION

'Hipnotízame': motivos por los que es un programa difícil de creer (aunque lo que sucede sea cierto)

Hipnotízame Antena 3
Hipnotízame Antena 3

Las situaciones surrealistas que provoca la hipnosis se han convertido en un éxito televisivo internacional. En países como Francia, Inglaterra o Canadá llevan años destacando programas con un hipnotizador sugestionando al personal. Así que en España no íbamos a ser menos y fue Antena 3 la cadena que probó suerte con hipnotízame, en donde famosos y personas anónimas viven situaciones particulares por arte de las técnicas del hipnotizador Jeff Toussaint.

Sin embargo, a diferencia de otros países, el retorno de la hipnosis a la tele española no ha terminado de calar e Hipnotízame se ha convertido en una especie de programa de ajuste de programación que, tras ser grabado, pasa meses metido en un cajón a la espera de que la emisora lo emita cuando necesite completar hueco. En este caso, dar descanso a Tu cara me suena en un fin de semana donde baja el consumo al estar en la víspera de la noche de Reyes.

Pero Hipnotízame no ha logrado un sello propio que otorgue una presencia especial al show en la tele nacional. Parece otro programa más de personajes populares bromeando. De hecho, incluso suelen ser las mismas celebrities que ya vemos en otros programas del género -cosa que no es mala-, pero si no se les muestra fuera de su ambiente no sorprenden porque, aunque estén hipnotizadas, su actitud no rompe con su trabajo habitual en la tele. Ni siquiera transmiten esa sensación hipnótica de asombro por estar perdiendo el control. Por tanto, el show no llama la atención y el espectador no se lo termina de creer. Parece que están interpretando. Aunque no sea interpretado.

En otros países, personajes como Darren Brown protagonizan especiales donde se utiliza como excusa el suspense del mentalismo con el apoyo en ocasiones de la hipnosis. Entonces, siempre se contextualiza bien el proceso que conlleva tal sugestión. Y la audiencia conecta con la historia que se está contando. El público entra hasta el fondo de la atmósfera.

En Hipnotízame, en cambio, se introduce un rápido vídeo explicativo sobre el proceso que conlleva la hipnosis. Y ya. Lo malo es que se realiza con ritmo de El Hormiguero -es de la misma productora- y, como consecuencia, el espacio no crea un clima con una carencia emocional que contagie esa emoción de intriga de lo incontrolable del poder de la mente.  En Hipnotízame falta la tensión del 'pasmo' por lo desconocido.

Aunque la hipnosis es real, el formato de Hipnotízame no remite en el imaginario colectivo a hipnosis.

A la televisión de hoy, le da igual que el espectador se crea o no lo que pasa en pantalla, lo importante es que exista debate apasionado sobre lo que ve.  Hipnotízame podría despertar intensas tertulias, pero se ha quedado en un programa de ajuste con relativos buenos datos de audiencia, que nadie echa en falta cuando no está en emisión, porque no ha fomentado un universo propio.

El programa es frío, intercambiable, tiene mucho ritmo, sí, pero ese mismo ritmo y el propio tono de novatada resabidilla que desprende el formato frena la empatía con sus protagonistas. Y la tele sin empatía se olvida.

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