OPINION

Jesulín de Ubrique o cómo colar una campaña de publicidad gratis a todas las cadenas de TV

Jesulín de Ubrique
Jesulín de Ubrique

Jesulín de Ubrique vuelve a torear el próximo 19 de agosto. En 2018, esto no iba a ser noticia. Como mucho el día después de la reaparición saldría una mención en los programas del corazón y las revistas del cuore. Sin embargo, los organizadores del evento han hecho una serie de cortos, que podrían ser carne de meme en las redes sociales, pero que, en realidad, han sido creados para ser enviados a todas las cadenas de televisión.

En esta trilogía de sketches, aún falta uno más por salir, se intentan crear diferentes postales que reproducen a su manera lo que ha significado Jesulín para la tauromaquia. Vamos, una figura del show business.

En el primer spot, Jesulín corre como Rocky Balboa por las calles de Cuenca, rodeado de niños, alguno toreando y con apariciones estelares de madres sobreactuadas -con el delantal puesto y cuchara en mano-Y es que, sobre todo, estas piezas plantean mucho cliché reprobable.

En el segundo sainete, un abuelo limpia su bota de vino -ensuciada con harina para la ocasión- porque va a volver a los toros, más cliché. No ha vuelto a sentir emoción en una plaza (de toros) desde que Jesulín no está, recalca.

Sketches mal interpretados, cargados de estereotipos e incluso de dudoso escrúpulo al mezclar niños con tauromaquia, pero que logran a la perfección su cometido: todas las cadenas han dedicado hueco a la reaparición de Jesulín de Ubrique. Todas. Incluso La 1 de Televisión Española. Todas guardando el primer día la incógnita sobre quién era ese señor que corre por Cuenca como Rocky Balboa con un séquito de niños fans. Todas haciendo publicidad al regreso.

En tiempo de sequía informativa, los programas que hacen tripas del corazón han tenido contenido gratis. Y encima contenido con cierta guasa. Pero guasa de la buena, pues cuenca con carga emocional para aquellos que son taurinos o, en su defecto, seguidores de Belén Esteban.

Y en eso de la guasa emocional, Jesulín de Ubrique no ha cambiado tanto. Porque su éxito siempre fue muy unido al desparpajo a la hora de manejar a los medios de comunicación, especialmente las revistas rosas y la televisión noventera, con una campechanía paleta que, al final, se convertía en minutos de oro de publicidad televisiva gratuita. Sin la televisión, Ubrique no hubiera llenado las plazas como las llenó. Su ególatra ingenuidad, que era incontrolable en un plató, fue su aliada para arrasar en popularidad.

Ahora los tiempos han cambiado, pero de nuevo Ubrique se ha prestado -con cierta intuición- a una campaña que consigue lo mismo que catapultó al torero al fervor popular en los noventa: la risa condescendiente que propicia que hablen de ti. De esta forma, los organizadores del evento taurino en Cuenca siembran su reaparición durante casi dos meses antes de la corrida de marras. Lo hacen en los programas y revistas del corazón donde sigue el público objetivo del torero. Ahí está el secreto de su éxito: en generar contenido para que se hable de ti, aunque de pie a que se rían de ti.

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