OPINION

Juego de Juegos de Silvia Abril: por qué los concursantes parecen 'sobreactuados' actores

Silvia Abril en 'Juego de juegos'
Silvia Abril en 'Juego de juegos'

Adaptar un programa de éxito internacional a la televisión en España no es tan fácil como parece. Aunque estos formatos vienen con instrucciones de uso que suponen prácticamente calcar dinámica y escenografía, la cultura audiovisual de nuestro país cuenta con ciertas particularidades que hacen que chirríe la versión de Antena 3 de 'Game of Games' de Ellen DeGeneres.

Una de las claves del éxito en Estados Unidos de este concurso de concursos, a parte del carisma de su presentadora  Ellen DeGeneres y de la inteligente colocación de las efectistas pruebas, está en la personalidad extremadamente extrovertida de todos sus participantes. Saben que van a hacer show y lo juegan a su favor.

En Estados Unidos hay una tradición social que deja en herencia una marcada capacidad para el showbusiness que trasciende profesiones y clases sociales. Por tanto, no chirría la sobreactuación constante, está más interiorizada socialmente por un tipo de cultura. Pero, en cambio, en España la sociedad no vive en esa constante entusiasmo de cartón-piedra cuando se coloca delante de una cámara. Y ni falta que hace. Por este motivo, un sector de la audiencia no se ha creído a los concursantes de la versión española de 'Game of Games', 'Juego de Juegos'. Incluso en las redes sociales se especula con la duda de sin 'son actores'.

Pero no, no son actores contratados para interpretar locamente mientras están jugando. No lo necesita el formato. Cierto es que está falseado cuando se les llama a participar y brincan en la grada con cara de sorprendidos... como si no lo supieran, cuando ya conocen de sobra que van a jugar en ese instante y, por eso mismo, ya llevan el micrófono puesto encima. Ahí se nota que no son actores, pues exageran la celebración pasados de rosca,abrazando a gente que no han visto jamás y bailando de repente sin venir a cuento.

Ganador hiperviteminado del último 'Juego de Juegos'
Ganador hiperviteminado del último 'Juego de Juegos'

Como consecuencia, parte de la audiencia no se cree lo que ve en la tele porque no ve retratada su sociedad con naturalidad. El público no entiende las motivaciones de esas personas para estar tan eufóricas ni comprende la causa para que bailen de repente sin justificación alguna y, por tanto, este televidente termina por no poder identificarse  con los participantes. Da más la sensación de que todos los que pasan por el plató son divas frustradas del espectáculo que van más a la tele a 'chupar' cámara que realmente a jugar. Una debilidad clásica en las 'primeras veces' de los formatos de televisión de estas características.

El secreto del buen casting: "concursantes que brillen más por sus particularidades que por su grado de extroversión"

'Ahora Caigo' y 'Boom' son dos programas de Antena 3 que recorren todo el territorio nacional a la caza de posibles concursantes que brillen más por sus particularidades que por su grado de extroversión. Porque, que nadie se confunda, la introversión también puede ser carismática y telegénica. En conseguir el equilibrio de la diversidad que se va complementando entre sí está la fuerza de los castings de los concursos televisivos.

Una persona nerviosa comunica, una persona callada comunica, una persona excéntrica comunica, una persona asertiva comunica. Todos los perfiles comunican si van a jugar. En la variedad el programa gana. No con un único perfil. En cambio, si se opta por el camino de gente 'resabiada' de tele, se puede impregnar al espectáculo de un artificio que resta credibilidad al show. Es lo que sucedió este verano con el fracaso de Telecinco 'Mi madre cocina mejor que la tuya', que optó por protagonistas anónimos tan folclóricos que resultaron cero creíbles. Error, pues parecían malos actores poniendo caras de asombro todo el rato. Fatal para el programa. Porque el gran sustento del éxito televisivo es la verdad.

En 'Juego de Juegos' la situación es bien diferente al frustrado concurso de cocina de Telecinco, ya que deben superar pruebas con cierto grado de locura que son ideales para la evasión instantánea, la risa infantil o el ácido meme en las redes sociales. Ni siquiera hay tiempo para conocer a los concursantes y los trompazos son infalibles de siempre en televisión. Mejor todavía si van aderezados con la empatía de Silvia Abril como maestra de ceremonias. Pero el programa ganará en el futuro si abre el casting a participantes que estén fuera del círculo de los ansiosos en salir por la tele. Porque todos parecen dicharacheramente iguales de manual. Y en la televisión en España esa monotonía satura. Un programa no tiene más ritmo por tener más histrionismo. De hecho, el histrionismo en demasiado exceso puede empujar al efecto contrario.

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