OPINION

Jugar sin prejuicios: la publicidad infantil se abre a la diversidad

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La publicidad no siempre va al mismo ritmo que la sociedad. Los anuncios buscan atraer, sugerir. Pero, en ocasiones, autocensurándose para no molestar a nadie. Aunque los ofendidos sean una minoría y no los clientes potenciales del producto. Entonces, surge el problema: el anunciante se puede quedar por detrás del punto vital en el que se encuentra la sociedad mayoritaria y perder la oportunidad de conectar con su público, con su cliente objetivo.

Más difícil es aún en el mercado de los juguetes, donde las niñas y los niños no vienen con una mochila de prejuicios que ya han acumulado sus adultos. Ahí los clichés de genero se han ido enquistando. Pero ya empieza a notarse el cambio de mentalidad y la apertura de miras para no quedarse a años luz de la realidad.

En sentido, marcas como Famosa ya están dando un paso al frente con spots de juguetes inclusivos en el que se plasma con naturalidad la diversidad de la sociedad y sus familias.

También en Estados Unidos han creado unos muñecos a los que puedes intercambiar sus peinados, vestimenta y accesorios independientemente de su sexo. La creatividad está por encima de los estereotipos.

Porque el rosa ya no es para las niñas y el azul para los niños. Muchas veces el mercado les distingue, pero todos pueden a todo. Y los juguetes no están para sembrar etiquetas, están para que los niños alimenten su imaginación jugando sin los estigmas que heredaron las anteriores generaciones donde los negros prejuicios de género campaban a sus anchas.

Al final, en la publicidad el juego infantil siempre debe ser aspiracional, no segregador. Las niñas y los niños juegan sin prejuicios siempre. Y, por fin, la publicidad empieza a aprender de su imaginación infinita. Esa imaginación que no marca diferencia y huye de sembrar complejos entre ellas y ellos

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