OPINION

La batalla por las audiencias: el 'tacticismo' de Telecinco para no dar tregua a sus rivales

Paz Padilla Got Talent.
Paz Padilla Got Talent.

Telecinco no da tregua a sus rivales. El liderazgo de la cadena se mantiene con ayuda de un tacticismo a la hora de contraprogramar sin dar un respiro a su principal competidora, Antena 3. Así, esta semana, la cadena de Atresmedia anunció que movía la recta final de 'La Voz Kids' del miércoles al viernes. Un nuevo cambio para intentar huir de 'GH VIP' que sigue con altos elevados índices de audiencia y se muda esta semana al miércoles, día en el que Antena 3 colocó la versión infantil de 'La Voz' para escapar de los tentáculos de la casa de Guadalix. La decisión salió bien, pues subió la cuota de pantalla del talent show. 

Pero por poco tiempo, ya que en este ir y venir de programación, que desde fuera se observa como un juego del 'corre corre que te pillo', Telecinco ha vuelto a mutar su orden de emisión con otra gala de 'Gran Hermano VIP' en miércoles. Mientras tanto, con la antelación suficiente, Antena 3 ha anunciado que pasaba 'La Voz Kids' a los viernes, como una forma de proteger y cuidar la segunda semifinal del talent show, grabada desde hace meses y que se merece un poco de brillo entre tanta competencia.

Lo que pinta que no sabían desde Antena 3 es que Telecinco ya tenía organizada la última semifinal de 'Got Talent' en ese mismo viernes noche. Y encima con la imprevisibilidad de ser en directo, arma que no tiene 'La Voz Kids' grabada hace tiempo. No hay escapatoria, esta vez, 'La Voz Kids' también sufrirá en la primera noche del fin de semana. 

Mediaset cuenta con la fuerza del liderazgo, sustentada en una fidelidad de público construida poco a poco desde finales de los años noventa y, ahora, apuntalada con una capacidad de maniobras tácticas sin piedad en la programación. Ellos asientan audiencia fiel gracias, en parte, a una parrilla con mucha homogeneidad en el tono de sus contenidos. Lo que permite ir descolocando las piezas del puzle para debilitar a los adversarios sin gran sufrimiento en el rendimiento propio. Porque su público (casi) siempre está. Al menos, cuando su oferta mantiene ese identitario tono de Telecinco.

¿Cómo pueden competir el resto de cadenas generalistas? Ante una feroz competencia y en tiempos de creciente televisión bajo demanda, el resto de los canales tradicionales para fortalecer la influencia de sus parrillas convencionales deben regresar al orden pulcro en su programación. Mirando menos a sus enemigos en el mercado y más a que el espectador no se despiste con tanto cambio. Porque el público necesita tener organizada en su cabeza de manera sencilla e intuitiva la programación del canal. Así no se olvidará de ir a las citas importantes.  Pero con tanto cambio es difícil. 

Es lo que hizo la propia Telecinco cuando no encontraba su sitio en 1997. Entonces, se realizó una inteligente reforma de su marca para borrar la aureola casposa de la vieja “cadena amiga”. Nueva imagen corporativa, nuevo logotipo (sin la legendaria flor dorada) y una programación que buscaba ser más “cosmopolita” y “constructivamente crítica” para atraer a un público más amplio, a un target más comercial.Telecinco implantó un poderoso perfil de público vendedor de anuncios para, de esta forma, convertirse en la que llamaban "televisión de hoy". 

Al frente de este modelo, Maurizio Carlotti que, después, ha sido cargo directivo de Atresmedia. Carlotti dejó a la cadena de Mediaset una ejemplar parrilla con sólidos programas vertebradores, prime times potentes y una audiencia profundamente fidelizada.

'Día a Día' con María Teresa Campos o 'Crónicas Marcianas' con Javier Sardá estructuraban con orden y concierto una parrilla que dio fuerza a unos vanguardistas servicios informativos con Àngels Barceló Juan Ramón Lucas que se complementaban con espacios satíricos como 'El Informal' o 'Caiga Quien Caiga'. Todos los formatos contaban con un punto creativo diferenciado y, a la vez, tenían cierta comunicación entre sí. Todos incorporaron a la marca de la cadena el valor añadido de una aureola de credibilidad cómplice y comprometida con el espectador.

Aquel Telecinco ya se parece muy poco al de ahora. Con el paso de los años, todo cambió. El huracán del reality show sin piedad engulló a todo. A todo menos aquel orden estructural de aquella programación, que fue llave para que fluyera mejor cada éxito posterior ya que se producía desde una cadena con unos ejes editoriales afianzados con mucha paciencia. Somos fruto de donde venimos, también la televisión.

El panorama televisivo ha cambiado mucho desde entonces. Ahora el negocio incluso va más allá de la emisión tradicional. Las cadenas incluso se convierten en productoras a terceros, además de distribuidoras de sus propios contenidos. Ahí también hay un interesante nicho de negocio en el que, por cierto, Atresmedia ha ido por delante diseñando una marca muy competitiva a nivel global.

Pero, en el ámbito de la televisión generalista en tiempos en los que la tecnología arrasa con todo, seguirá vigente volver a lo esencial: retornar al orden de programación para que el espectador recuerde cómo y cuándo emiten las diferentes ofertas.  Es más, a qué hora empieza y a qué hora acaba cada programa dentro de un canal con una línea editorial cómplice y reconocible. El análisis de audiencia instantáneo es importante y hasta decisivo, por eso las cadenas mueven tanto la programación para subir su media de cuota de pantalla. 

Entre tanto vaivén de horario, saldrá ganando a medio plazo el que organice con cierta estabilidad su oferta para que el espectador se entere de algo de lo que ponen por la tele, se sienta partícipe de la oferta generalista y, por tanto, los anunciantes comuniquen mejor sus mensajes desde una programación más amable y menos antipática en la que el público ha ido generando una desconfianza con los emisores. Al final, esta agresiva inestabilidad de las programaciones ha propiciado que ya nadie se fíe de poder seguir con cierta armonía una serie o programa hasta el final.  De hecho, conseguir ese objetivo en España es altamente improvable. 

@borjateran

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