ANÁLISIS 

La baza de 'Mask Singer' para dejar en shock al público y enganchar en su retorno

Menina en 'Mask Singer'
Menina en 'Mask Singer'
Antena 3

'Mask Singer' ha regresado, ya sin el efecto novedad de la primera vez. El espectador sabe la dinámica y el programa necesita crecer para amplificar la fuerza de su suspense. El talent show sigue teniendo a su favor que pone a los adultos a adivinar quién está detrás de la llamativa máscara y, a su vez, a los niños a reír con tan excéntricos disfraces. Lo que provoca un imparable acontecimiento que reúne a la familia frente al televisor, sea como sea la familia. 

Pero, sin embargo, necesita crecer para no caer en la percepción de repetitivo. Ahí era importante lanzar un nombre llamativo desde la noche del regreso y para intentar dejar en shock a la audiencia se ha optado por un nombre internacional. Ha sido La Toya Jackson, que estaba debajo de Menina. Ella misma, La Toya, no pudo guardar bien el secreto y filtró su viaje a España en su Twitter el pasado mes de abril. No obstante, 'Mask Singer' sí que ha sabido aguantar la incógnita en el ojo del espectador vendiendo la novedad del fichaje de celebrity extranjera a la vista, aunque al final es una cantante bastante accesible. De hecho, ya participó desde los noventa en varios formatos españoles. El más mítico, 'Hola Raffaella'. 

La Toya es el nombre para vender el estreno de 'Mask Singer 2' que, además, ha vuelto mejorando su decorado. El plató transmite más amplitud y la iluminación es coloristamente más acogedora, a tono con prácticamente todos los espacios de entretenimiento de Antena 3. Los concursos de Atresmedia, excepto la primera etapa de 'El Desafío', logran potenciar el glamour aspiracional de sus protagonistas gracias a un luminoso envoltorio.

Ahí también ha crecido 'Mask Singer'. Si bien, ante un espectador cada semana más y más resabiado, hay que dotar de más expresividad a las máscaras con su rostro que no se mueve o el público se desmotiva. En este sentido, deberían construirse tramas evolutivas en la vida de los muñecos. Incluso diseñando giros de guion para pillar desprevenido a la audiencia. Lo vienen haciendo ya en otras ediciones de este formato. Por ejemplo, en Estados Unidas lo lograron con unas muñecas rusas que iban multiplicándose con el paso de las semanas y, por tanto, revelando que había más de una persona debajo de la máscara -no eran sólo uno, eran tres- o con un muñeco escondido dentro del muñeco. Sí, La Rana Gustavo ha sido inesperada celebrity debajo de una máscara llamada caracol en el norteamericano 'The Masked Singer'.

La magia de 'Mask Singer' está en jugar a adivinar y se intuye que se han complicado las pistas para que la audiencia no averigüe con una simple búsqueda en Google. O el espectáculo se desgasta más rápido. Es la contradicción de la televisión de masas que tiene que ejercer el equilibrio para que el espectador se sienta reconfortado porque siente que adivina pero, a la vez, se queda enganchado porque no se las sabe todas a la primera de cambio y necesita aguantar hasta el desenlace. Mejor si es apoteósico. Con bien de confeti y caras boquiabiertas, que el jurado tiene que exagerar para motivar al personal. Es lo que ha intentado el regreso de 'Mask Singer', planteando una primera noche con un nombre estelar que aúpe la adrenalina de un público que se implica con el juego. Y esa es una de las grandes bazas para el éxito televisivo: conseguir que el público se implique contigo con esa ilusión soñadora del todo puede pasar.  Aunque no todo pueda pasar.

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