OPINION

La confesión de Jorge Javier Vázquez a Bertín Osborne que retrata el estrés y la presión televisiva

Jorge Javier Vázquez con Bertín Osborne
Jorge Javier Vázquez con Bertín Osborne

Las entrevistas tienen fecha de caducidad. Más aún si no cuentan con un día fijado de emisión. 'Mi casa es la tuya' ha sufrido esta circunstancia en más de una ocasión. La última, esta misma noche.

El programa de Bertín Osborne, que ha versionado en Italia Raffaella Carrá, ha regresado a Telecinco con una charla que se grabó hace meses en casa de Jorge Javier Vázquez. Pero el encuentro se había quedado desfasado, tras el ictus que ha sufrido el presentador de 'Sálvame', 'Supervivientes' o 'Gran Hermano' en sus múltiples versiones.

Había que buscar una solución y el espacio ha optado por la opción más inteligente: volver a grabar en la casa de Vázquez y realizar una introducción para explicar con naturalidad que el capítulo se rodó hace tiempo, a la vez que han actualizado la entrevista con un prólogo en el que Jorge Javier ha contado sin filtros su incidente de salud.

Con naturalidad, sin filtros. Esa es la clave. Y Jorge Javier Vázquez vive un momento personal en el que desprende haber logrado lo más difícil: ser honestamente y didácticamente él mismo delante de la cámara, sin importar el qué dirán, el qué criticarán o quién se molestará. Pero no siempre ha sido así.

De hecho, el propio presentador ha confesado en la entrevista que se alegró cuando terminó 'Aquí hay tomate', su primer gran éxito como presentador. Entonces, pudo respirar. "Qué bien, me quito eso", pensó.

Aquel informativo satírico diario sobre la prensa del corazón se fue desvirtuando con el tiempo. "Lo que empezó con una gracia, la gente se fue acostumbrando y teníamos que darles cada vez más", ha explicado Jorge Javier a Bertín tras reconocer que "hacíamos de cualquier chorrada un gran escándalo".

Con esta declaración, Jorge Javier no descubre nada. Pero, a la vez, evidencia uno de los problemas de la televisión actual: la presión por el instantáneo dato de audiencia puede deformar la dinámica original de los programas hasta enterrar su honestidad creativa. El propio Vázquez recalca en la entrevista que parecía que la audiencia "legitimaba" lo que estaban haciendo. Pero no. La audiencia no legitima nada. Sólo es un resultado de los audímetros y sus muestras representativas.

"Era un programa diario, no te da tiempo a pensar, pierdes la perspectiva. No te da tiempo a valorar y vas cometiendo errores", reflexiona Jorge Javier a Bertín, destacando que "muchas críticas al 'Tomate' tenían razón".

La entrevista ha sido una amplia catarsis personal y profesional con Bertín. Aunque, en el ámbito televisivo, con estas declaraciones, sin pretenderlo Jorge Javier evidencia uno de los problemas de la televisión de hoy. Se trata del estrés con el que se producen los formatos diarios, en donde puede saltar por el aire todo con tal de alcanzar el momento o la exclusiva. Y no siempre hay que correr, mejor caminar. Pero no es fácil, y la exposición mediática ejerce una presión que, además, es complicada de digerir. 

Y ahí Jorge Javier Vázquez también ha revelado a Bertín sus dos mayores crisis en su trayectoria como presentador. No quería ir a trabajar. Le pasó en 'Aquí hay tomate' y en 'Sálvame'. No quería ir al plató, porque "habíamos perdido el humor". Ese tal vez es su salvavidas, el humor. Ese tal vez sea el sostén de su éxito: su transparente capacidad para comunicar con la ironía que relativiza. Justo lo que olvidó 'Aquí hay tomate', programa en el que la rigidez de la maquiavélica intensidad terminó ganando la batalla a la chispa de la socarrona espontaneidad. Esa rigidez también la ha desaprendido Vázquez que, en la última década, ha hecho más brillante Telecinco gracias a su inteligente mordacidad. 

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