ANÁLISIS

La confusión que genera el snobismo de directores y actores con sus propias series

El festival de San Sebastián deja de nuevo una errática manera de vender producciones de ficción. 

We Are Who We Are, una serie que cree que es mejor venderse como película.
We Are Who We Are, una serie que cree que es mejor venderse como película.
Borja Terán

Sigue existiendo un interiorizado complejo con la televisión. Todavía es habitual escuchar afirmaciones de directores y actores promocionando su nueva serie con argumentos como "parece cine" o "no es una serie, sino una película de ocho horas". Ha vuelto a ocurrir esta semana en el Festival de San Sebastián, donde han llegado varias producciones seriadas como 'We Are Who We Are', creada por Luca Guadagnino para HBO, o 'Dime quién soy', que adapta la novela de Julia Navarro para Movistar +.

Es algo cada vez más habitual que las series se estrenen en festivales de cine, también que los directores de cine hagan series, pues vivimos ya un panorama audiovisual con las fronteras son cada vez más difusas entre formatos. Ya se hace mucho cine para plataformas sin pasar por salas. Y, al mismo tiempo, hay series largas, series cortas, de dos o tres capítulos o de veintidós por temporadas, de quince minutos por capítulo o de dos horas. Y muchas de estas series estrenan sus temporadas completas el mismo día, con lo cual el espectador se las puede tragar de una sentada sin vivir una experiencia seriada. Todo es posible en un mundo a la carta.

Vivimos, por tanto, una era en la que lo que importan son las historias, independientemente de cómo y dónde nos lleguen presentadas o fragmentadas. Y su calidad o su presupuesto ya no dependen de ser una serie o una película, o de que su destino sea una sala o una plataforma. Para empezar, se ruedan con las mismas cámaras, ya no siempre se distingue el look de una serie del de una peli. Y hay series con el presupuesto de veinte películas juntas. Sin embargo, aún colea fuertemente esa percepción de que una serie para televisión es "un producto menor", que lo que está en la tele es peor que lo que se hace para las salas de cine.

En San Sebastián, Guadagnino ha dicho que lo suyo es "una película larga a través de una serie". Por otro lado, el actor Oriol Pla ha comentado que 'Dime quién soy' es "una serie pero la ambición, el detalle y la producción son de película”. ¿Qué aportan estos argumentos? ¿Se pretende con ellos hacernos creer que sus series, por "parecer películas", son mejores que las otras series? Y, aunque tu serie sea como una película, ¿acaso no hay películas malísimas?

Desde el nacimiento de la televisión, han existido series excelentes que nunca han necesitado avergonzarse de ser series. También en España, que vivió su edad de oro en la ficción a partir de 'Curro Jiménez' con grandes clásicos como 'Anillos de Oro', 'Brigada Central'... e incluso 'Farmacia de Guardia', con la habilidad de Antonio Mercero de enfocar el costumbrismo contradictorio de una España buscando su sitio.

Vender una serie como una película es sólo despistar a un espectador que ya no vive en ese prejuicio. Ve ficción buena, mala y regular en general. Da igual que sea una película, una serie o un telefilme. Es más, la audiencia de hoy, parece preferir más series que cine. Entonces, ¿por qué se sigue incidiendo en este desdén hacia la ficción seriada?

Esta diferencia nace del desprecio clásico a los medios masivos que representa la tele en su máxima expresión. Como la televisión se consume con una audiencia transversal, tradicionalmente se ha mirado con cierto menosprecio, ya que sus propuestas son más accesibles y, por tanto, calan con mayor ímpetu en todo el mundo sin distinción. Así que mejor mirarlo con cierta superioridad, por encima del hombro. Que la tele es más mainstream.

Lo que distingue una pelí de una serie es que la serie tiene un arco que evoluciona por capítulos y la película se cierra de un tirón (aunque genere secuelas). Incidir como reclamo en que una serie es como una película larga sólo es contraproducente, pues se crea un desprecio hacia el propio medio en el que se verá. Y, cuidado, una serie no es cine. Su estructura narrativa es diferente, sabiendo articular un lenguaje entre capítulos a través de tramas, giros y cliffhangers que se construyen de forma diferente que una historia conclusa de hora y media. 

En general, estos argumentos son síntoma de que existe un problema de fondo a la hora de comunicar cualquier producto de ficción en España. Cuando toca promocionar una serie o una película, hay que explicar y consensuar con actores y dirección el poderoso mensaje que hace única y diferente a la producción. Y esto nunca debería ser recurrir a "la hemos hecho tan bien que parece cine". Así, muchas veces, se pone el foco en lo snob más que en lo único. Y, claro, la gente se queda igual ante esas espesas entrevistas de promoción donde no se le sabe convencer. El espectador no necesita que la nueva serie de turno parezca cine, necesita que su historia le seduzca. Aunque la serie esté hecha con un móvil y cuatro duros.

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