OPINION

La desaparición de programas de entrevistas en RTVE: otra forma de manipulación de la cadena pública

Mercedes Milá en 'De jueves a jueves'.
Mercedes Milá en 'De jueves a jueves'.

Sin rastro de la entrevista en la televisión pública. Uno de los sigilosos síntomas de la manipulación estructural que ha sufrido RTVE durante las legislaturas de Mariano Rajoy ha estado en la la desaparición de la entrevista en la parrilla de La 1 y La 2.

Poco a poco, TVE ha abandonado sus funciones de abrir hueco a creativos programas que acojan una conversación sin paliativos. Programas que, desde el entretenimiento, enseñen y descubran al espectador propuestas culturales o realidades sociales.

A pesar de la larga tradición en Televisión Española de grandes y legendarios programas de entrevistas, lejos quedan aquellos reputados y recordados espacios de profesionales como Mercedes Milá, Julia Otero, Ángel Casas, Iñaki Gabilondo, Pedro Ruiz o tantos otros. ¿Es la consecuencia directa del miedo a la palabra, a la reflexión imprevisible o, directamente, a la libertad con todas sus letras? Probablemente sí.

Las entrevistas se han evaporado de TVE en parte por una dirección que frena invitados. Así Ada Colau, por ejemplo, no podía ser invitada en TVE, a pesar de su relevancia pública. De ahí que sólo se mantenga la entrevista en su vertiente más superficial en programas de calado más frívolo, como Hora Punta de Javier Cárdenas, o dentro del oficialista contexto del Canal 24 Horas de los actuales servicios informativos. Antagónico a la obligación que debe ejercer RTVE.

TVE necesita formatos atractivos que sirvan de interesante envoltorio para entrevistas a todo tipo de personalidades. Es la manera de que la cadena pública puede dar visibilidad a las personas que crean y cambian la sociedad: del mundo del arte a la política. Sin olvidar aquellos personajes anónimos que mueven el mundo.

Pero no, TVE no ha dado luz verde a un programa que posibilite la conversación imprevisible e interesante desde el entretenimiento. No vaya a ser que alguien diga algo que no se pueda controlar en vivo y en directo. Lo que supone una peligrosa involución de la cadena pública.

La propia estrategia de promoción de las producciones de TVE sufren este vacío de programación, ya que la cadena no cuenta con programas donde explicar al público el estreno de una nueva serie, la inversión en una película o, directamente, el descubrimiento de nuevos talentos. Como consecuencia, ni siquiera RTVE aprovecha el tirón de personajes que salen de sus propios talents shows, como Operación Triunfo, porque no mantiene programas-escaparate en su parrilla para hacer brillar a la cantera de profesionales de la corporación. Paradojas de una mala gestión de programación televisiva sin la suficiente amplitud de miras.

Decisiones inconcebibles de una televisión pública que ha perdido la entidad como marcas diferenciadas de sus canales. Todo parece un batiburrillo de contenidos estancos, que no parecen conectados entre sí. Todo, salvo los informativos. Todo sin unos horarios de emisión bien plasmados, que estructures bien las citas diarias de la programación.

En este caso, un late night serviría a TVE para ordenar más y mejor la programación a través de una tira diaria nocturna que podría ser atractivo epicentro para atraer invitados ilustres, ya fueran populares o anónimos. El espectador tendría un aliciente para terminar el día con un programa con personalidad diferenciada, que se alzara como ocasión para descubrir personas interesantes que, ahora, en la actual TVE, son invisibles. O se relegan a programas grabados y editados en La 2.

La propia Milá recordaba hace unas semanas a Jordi Évole que trabajó con absoluta libertad en TVE pero que, en la actualidad, la dirección de la cadena le cataloga de "conflictiva". La involución. También Mercedes Milá recalcó a Évole que los gabinetes de comunicación han emborronado el género de la entrevista al limitar y prefabricar en exceso las respuestas de, por ejemplo, los políticos. Pocos se dejan llevar sin temor a salirse del guion preestablecido en un plató. Lo que se tuerce contraproducente para el propio entrevistado y el propio espectador, que siente que sólo asiste a proclamas previsibles. Contraproducente para la audiencia que ya se las sabe todas, pero también para el político que no resulta tan creíble, pues no transmite verdad: contagia fingimiento dialéctico.

Al final, la entrevista que es una entrevista (y no otra cosa) es un terreno muy poco trillado en los últimos años. En cierto sentido, de hecho, se está quedando relegado en plataformas de pago. En Movistar Plus hay brillantes programas como Late Motiv de Buenafuente. Pero TVE tiene la obligación de volver a esta posición para que la entrevista llegue a todos los públicos sin exclusión. Es tiempo de experimentar con la creatividad para hacer más atractivo este clásico género que es interesante para el espectador cuando se realiza a conciencia y se presenta con un concepto creativo contundente. Por ejemplo, Las Cerezas de Julia Otero optó por reunir en la misma conversación a dos invitados dispares, sin relación entre sí, que estaban unidos por un detalle en común.  El programa ya de arranque se distinguía gracias a una premisa contundente.

Pero desde la última toma de control de TVE las entrevistas se han ido diluyendo y los directivos del canal han preferido elegir otros géneros más cómodos, pues se quedan en la pregunta condescendiente o en el docushow evasivo de famosos visitando casas de famosos. Eso no molesta, eso incluso duerme el lado crítico, pero RTVE es lo contrario: es despertar, es movilizar, es crear. Toca recuperar la apasionada entrevista que entretiene porque no se pierde en eufemismos, porque no se pacta.  Escucha, siente, juega, enseña, reta y hasta repregunta si hace falta. 

--

Mostrar comentarios