ANÁLISIS

La desesperación de 'Sálvame' frente a 'Pasapalabra'

Todo por dinero con pruebas desesperadamente sórdidas. 

Chelo García Cortés siendo escayolada por dinero.
Chelo García Cortés siendo escayolada por dinero.
Borja Terán

'Sálvame' tiene un problema. Su última hora no logra competir con 'Pasapalabra', que vive un gran momento de éxito de audiencias y anula el interés por los cotilleos de los colaboradores más famosos de la televisión. Lo que también ha afectado al liderazgo del informativo posterior de Pedro Piqueras, pues el público se pasa a ver el concurso de Antena 3 y ya se queda en las noticias de este canal que, además, cuentan con una dinámica de efervescente ritmo envuelto en una escenografía luminosa, moderna y diáfana, detalle que ayuda a que el espectador se olvide de volver a 'zapear' de canal para repasar la actualidad.

La llegada de 'Pasapalabra' a Antena 3 ha sido un trampolín para la cadena de Atresmedia. Y 'Sálvame' sufre al programa presentado por Roberto Leal porque deja en evidencia el conflicto hueco y repetitivo que sostiene el programa. Mientras que en Telecinco se pasan cinco horas especulando con humo, en la competencia aparece un concurso que el propio público de Mediaset conoce bien y que cuenta con un apasionante objetivo narrativo: el trepidante cuestionario de 'el rosco' que atesora un premio millonario. Antes, para llegar a ese bote final, famosos padrinos y concursantes con los que el público se puede sentir identificado deben superar pruebas que son muy fáciles de jugar desde casa. En 'Pasapalabra' no dan rodeos sobre la nada, cada minuto tiene enjundia.

Y, claro, 'Sálvame' se desmorona en su franja porque se queda prácticamente desnudo. Más aún si Telecinco no tiene en emisión un reality potente que alimente de nuevas tramas al resto de la cadena. Las historias de los colaboradores de Telecinco se agotan tras años dando rodeos sobre sus mismas miserias. Como consecuencia, en Mediaset se tenido que inventar algo para dotar de más chicha a la última hora de 'Sálvame'. Así ha surgido 'Quiero dinero'. Su nombre es explicativo: a cambio de dinero, los colaboradores deben realizar locuras. Que si ir a limpiar el retrete del baño de hombres del plató, que si enseñar las bragas, que si quemar una foto de Isabel Pantoja, que si escayolarse partes del cuerpo durante 24 horas... Chelo García Cortés ha sido la primera cobaya y la primera en hacer estas locuras que no son más que una excusa para provocar acciones en directo. Es decir, que sucedan situaciones exclusivas y hasta asombrosas en vivo en vez de seguir divagando sobre lo mismo de toda la tarde. 

De esta forma, 'Sálvame' intenta provocar imágenes de impacto en su plató para competir con más sustancia frente a un rival en el que no paran de ocurrir desafíos de preguntas, sopas de letras, adivinación de canciones y una prueba final emocionante como es el rosco. Sin embargo, se nota que 'Quiero dinero' ha sido muy improvisado y la propuesta de esta semana de estreno es hasta desagradable de ver. Más que un programa de una cadena generalista nacional parece una propuesta de una cutre televisión local de los noventa. No ayudan los paneles que se han puesto en el decorado para tapar las gradas habituales de 'Sálvame'. Son claustrofóbicos, sin profundidad y con un logotipo que remite a cutre. Tampoco ayuda que ya Telecinco no maquilla a sus colaboradores. Y es evidente, ya que cada tertuliano lleva un color en la cara. El maquillaje en televisión tiene su sentido, otorga unidad estética a los programas e impide un desbarajuste visual que sufre ahora 'Sálvame', ya que los colaboradores van pintados de tal forma que desconciertan. El miércoles, Chelo García Cortés parecía que era naranja.

Como consecuencia, 'Quiero dinero' más que atraer nuevos públicos los espanta con su tufillo a lo sórdido de una mala feria. Esa a la que evitas acudir porque no te sientes seguro. Intuyes que, a la mínima, la picaresca nacional te estafará. La atracción principal de esta propuesta es un aparato, "Copérnica", que sube y baja que para medir si el colaborador de turno miente o dice la verdad. Como si 'Sálvame' se hubiera quedado atrapado en un eterno polígrafo. Pero la puntilla de desconcierto que crea este show, claramente improvisado, son los retos que planean: no son divertidos, son desesperadamente sórdidos. Lo que traduce a la emisión en desagradable e invita a cambiar al buen rollo de 'Pasapalabra'. ¿Quemar una foto de alguien por 100 euros, de verdad? ¿Reproducir un vómito, en serio?

Y Jorge Javier Vázquez se lo está tomando demasiado en serio. Cuando el éxito de 'Sálvame' y él mismo es justo lo contrario: el saber reírse de sí mismo e incluso desenmascarar con ironía cuando el show muta en percal.. Pero, ahora, no. Todo está intensamente sobreactuado como si tuvieran que vender tensión barata. Error, este invento sólo puede ser salvado si lo relativizan a tope con humor. Porque están haciendo la misma chapuza que Leticia Sabater en Canal 7 con aquellas 'Mentiras Peligrosas' en donde la máquina de la verdad eran unos secadores de pelo con luces de Navidad pegadas. Es demasiado idéntico. Y, encima, perdiendo el sentido del humor porque estás siendo derrotado en la batalla de las audiencias. Por algo será. La audiencia quiere alegría, no el bochorno de lo cizañero a la desesperada.

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