OPINION

La diferencia crucial (pero sigilosa) entre 'Bailando con las estrellas' y '¡Mira quién baila!'

David Bustamante Bailando con las estrellas
David Bustamante Bailando con las estrellas

Bailando con las Estrellas es el formato de baile estrella de la televisión internacional. Un éxito veterano que, sin embargo, a España no ha llegado hasta esta primavera.

Aunque, para la mayoría de los espectadores, sólo se trata de un retorno de ¡Mira quién baila! pero con otro nombre. La copia llegó antes que el original a nuestro país y Bailando con las Estrellas necesita marcar más las diferencias que hace a este concurso de baile mejor que su predecesor, que alcanzó grandes audiencias a pesar de no contar con la efectista mecánica que cuenta la versión original.

En recalcar lo que distingue a Bailando con las Estrella de Mira quién baile está el porvenir del nuevo programa de Gestmusic. Pero, en su aterrizaje en TVE, sólo ha parecido lo mismo con otro nombre. Y no es lo mismo.

Bailando con las Estrellas cuenta con una mezcla de elementos que son triunfo asegurado si se combinan bien. A diferencia de Mira quién baila, donde cada semana el participante famoso tenía un compañero de baile diferente, en Bailando con las Estrellas se establecen parejas de bailarines fijos. No sólo se pone el foco en la celebrity, también se busca que el espectador empatice con el bailarín profesional que termina casi tan popular como el fichaje famoso.

De esta manera, el elenco de Bailando con las Estrellas se perfila a través de dos vías: famosos que generan gran dosis de conversación social y un casting de bailarines profesionales que entremezcla perfiles de primer nivel con otros personajes más carismáticos.

En el choque entre el popular y el bailarín profesional es clave a la hora de construir las tramas en las que se asienta el show. Así el formato diseña las parejas para que den juego televisivo. Así se diseñan las parejas de forma complementaria: se coloca de partener de un bailarín muy competitivo a un famoso más vago, se empareja a un bailarín muy bueno con un VIP complicado, se planta a un bailarín soltero con una celebrity soltera… Travesuras de los maquiavélicos creadores de la televisión.

El programa dibuja bien las personalidades de sus parejas, factor con el que no contaba Mira quién baila, propiciando que surja carga de reality en la preparación de cada coreografía. Se graba prácticamente todos los ensayos para retratar los problemas que se encuentran en el proceso de preparación del número. En bailando con las estrellas, el vídeo previo no se queda en un gag y se enseña al espectador las dificultades que se encuentran profesionales en el trabajo y la convivencia. Como consecuencia, el espectador se engancha con más fuerza y ansía en ver después la actuación. Quiere saber si mejoran lo ensayado o la pifian, si se superan o involucionan, si se emocionan o acaban enfrentados.

Otro de los pilares de Bailando con las Estrellas es la creatividad de cada coreografía. Este formato va más allá del baile de salón e intenta sorprender al espectador con propuestas escénicas más imprevisibles.

Bailando con las Estrellas cuenta con mayor dosis de tele-realidad que Mira quién baila. Además de seguir la evolución danzando de los famosos, el espectador también observa como crecen como equipo las diferentes parejas. Una diferencia contundente que se debe explicar más, mejor y sin eufemismos para que el público de TVE entienda que no está ante una imitación con más colorín de Mira quién baila. Ahora está viendo el formato original.

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