OPINION

La difícil lucha de TVE por recuperar influencia: retos inminentes y asignaturas suspensas

Ana Blanco, presentadora de TVE
Ana Blanco, presentadora de TVE
RTVE - Archivo

El principal músculo de Televisión Española está en sus informativos. Es el área más completa de la televisión pública, pues mantiene buenos profesionales y su relevancia social sobrevive, a pesar del maltrato que ha sufrido la cadena por la mala gestión del ruedo de la política nacional.

A la hora de impulsar la credibilidad de la corporación, en el comienzo de temporada, la dirección de RTVE decidió eliminar el controvertido formato Amigas y Conocidas para incorporar a las 12 del mediodía una nueva edición de Los Desayunos, denominada Más desayunos. Esta decisión era arriesgada y la cadena sabía que iba a sufrir en una franja de alta competencia. Pero, a la vez, este movimiento era necesario. 

Con dos ediciones de Los Desayunos, TVE intentaba recuperar la influencia en información en un tramo horario de mucho caudal noticioso en el que se había quedado durante años fuera de juego. Así, la cadena duplica un formato que ya existe y construye dos citas con el análisis de la actualidad y, si sucede un acontecimiento relevante, La 1 ya tenía listo para desplegar un directo con una marca conocida por el espectador. Es más, si el hecho es muy decisivo se puede levantar el magacin La Mañana y dejar a los analistas y Xabier Fortes desde el plató de Desayunos.

A priori Más Desayunos parecía un parche. Lo es. Pero un parche con trasfondo para que, en un periodo de transición como es el mandato de Rosa María Mateo al frente de la corporación pública, RTVE empiece a recuperar la relevancia informativa en la mañana sin licitar el gasto de un nuevo programa y aprovechando el valor añadido que ya cuenta la compañía: el de su redacción de Torrespaña. No había tiempo suficiente para invertir en el desarrollo de nuevos programas y con el músculo de los Telediarios ha sido una primera toma de posiciones que era difícil que cuajara en una franja matinal que necesitará un nuevo gran formato estandarte. 

De hecho, los cambios en los informativos han sido donde TVE ha aprobado con nota: a nivel televisivo ha mejorado la planificación de los Telediarios, a pesar de no contar con excesivo margen para desarrollar los cambios. Lo peor de los TD sigue siendo su escenografía y grafismo: elementos fríos, que no cuentan con una identidad contundente. Están desfasados. Suspenden. La llegada del nuevo equipo ha introducido variaciones para adaptar los rótulos de los que se dispone a las nuevas narrativas, donde TVE llevaba años sin realmente innovar. Se agradece el intento de mejora, pero se ha realizado de forma caótica y sin seguir una línea editorial visual coherente y clara.

Con Begoña Alegría como directora, los informativos de TVE hacen un interesante equilibrio para explicar lo que pasa, sus causas y sus consecuencias siguiendo una jerarquización más orgánica y no forzada. 

Pero si TVE quiere ser sinónimo de credibilidad debe también recuperar a ese espectador que se siente partícipe del contenido. La cadena debe hablar el mismo idioma que la audiencia, tomar el pulso a temas que  preocupan que no son sólo política y arriesgar en enfoques que enriquecen el relato y rebajan protocolos informativos desfasados.

Así Carlos del Amor ha enriquecido una sección de archivo hasta convertirse en un "corresponsal en el tiempo" o La 2 Noticias está arriesgando con la incorporación en su escaleta de otros contenidos que también van pegados a su servicio público: como son la música en directo, recitar poesía y experimentar en otros ámbitos. Incluso atreviéndose a imaginar. Porque el periodismo va de la mano también de la creatividad. Sin embargo. las audiencias aún no plasman este salto de calidad. Es lógico. Es un periodo de transición y TVE no cuenta con una oferta de contenidos en conjunto. Su marca se ha desvirtuado.

Es el reto que falta en TVE. A diferencia de sus competidores, Televisión Española no tiene una programación de daytime contundente. Su parrilla de día no está organizada, ni se ha realizado una apuesta para definir un elenco de profesionales reconocibles en la mañana, la tarde y la noche. Ni siquiera La 1 desprende una imagen moderna. Las escenografía de sus programas no cuentan con ningún concepto identitario, la imagen de continuidad es gélidamente plana y los contenidos no son una alternativa a las privadas.

Es más, muchas veces parecen que los programas de TVE van a rebufo de las privadas. Cuando debería ser al contrario. Más aún en una emisora sin publicidad. No ha ayudado a la hora de asentar una programación que, en los últimos años, todos los esfuerzos se hayan puesto en grandes prime time de duración imposible. Se ha puesto toda la fuerza en grandes programas que, realmente, no se asocian a la cadena. La 1 se ha convertido en un contenedor de programas que no crean sentimiento de cadena. Este tipo de formatos, como MasterChef u OT, está bien que estén en TVE pero mejor integrados en su programación y, desde luego, con unos horarios más honestos con su contenido y su público.

TVE no puede meter "paja" a sus programas para estirar artificialmente la cuota de pantalla. TVE debe mirar por todos los espectadores y organizar una parrilla con rostros cercanos, comprometidos. Y por eso ha sido inteligente, como primer paso, aprovechar el potencial existente e los informativos. Es donde permanece la corpulencia de RTVE. Pero, ahora, hay que aprovechar los otros músculos de la cadena, como son su equipo de realizadores y sus renovados platós de Prado del Rey que deben ser una factoría de contenidos de su tiempo.

En los próximos meses, TVE debería evidenciar que va a estrenar nuevos platós, integrando la producción en su sede de Prado del Rey e incorporando nuevas escenografías que plasmen el salto tecnológico de una cadena que necesita contenidos con más carácter, osadía y entidad. Es la manera de que la corporación siga hablando el lenguaje de la sociedad y no se quede desacompasada de esa sociedad.

Pero la clave también está en que los políticos den tiempo al tiempo a la televisión pública: porque si meten a la cadena en la batalla de los titulares efectistas para debilitar al rival, sea quien sea, será imposible que desde RTVE se pueda realizar un proyecto estable de contenidos plurales, innovadores y creativos. No sólo en informativos, porque la tele pública no es sólo la obviedad de la información, también en ficción y programas inspiradores, justo donde pincha una RTVE que hace mucho tiempo que dejó de ser valiente en creatividad para caer, salvo mínimas excepciones, en la trampa de lo olvidablemente convencional por aquello de malentender la sombra del "no molestar a nadie". Pero TVE no es de nadie, es de todos. Y tiene que movilizar la curiosidad de una sociedad que retrata y representa en su efervescente y desacomplejada diversidad.

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