OPINION

La difícil tarea de ser público de 'Zapeando': así ha cambiado el 'extra' en la televisión nacional

Público Zapeando
Público Zapeando

Chicho Ibáñez Serrador decidió utiliza al público que asistía al plató  como decorado vivo del 'Un, dos, tres'. Por primera vez, la grada de un estudio de Televisión Española miraba a la espalda de los protagonistas del show.

Ibález Serrador sabía que la tele es dar la vuelta a (casi) todo y giraba los protocolos escénicos para que las espontáneas reacciones de los espectadores del plató estuvieran presentes en el fondo de la imagen durante toda la subasta del concurso y, como consecuencia, dotaran de más emoción a la emisión.

Un, dos, tres público
El público celebra el premio de los concursantes en el 'Un, dos, tres' de los años ochenta.

Detrás de Mayra Gómez Kemp no había una pared de cartón con un neón, directamente estaba una multitud que envolvía con una rítmica expresividad a la dinámica del show. Desde entonces, muchos programas utilizan este truco para engrandecer e dar más profundidad a los fondos de plano.

Pero ahora el público no es tan ingenuo como cuando iba a disfrutar sin más del espectáculo en el 'Un, dos, tres', ahora el asistente al plató es más consciente de las mecánicas televisivas y puede estar más pendiente de salir guapo en cámara al verse que está en el encuadre. Más aún si es joven y se ha criado enredado en las redes sociales. Es lo que sucede al público de 'Zapeando', que no siempre está del todo relajado, pues sabe que está en imagen y debe lucir su mejor rostro. Así que toca poner cara de selfie o gesto de posar en Instagram durante las dos horas que dura el programa. Y eso es duro.

Pero, además, 'Zapeando' busca la risa. Otro trabajo extra: el público se tiene que reír para rematar el gracejo de los chistes que está realizando el colaborador al que guardan sus espaldas. Especialmente complicado en el caso de los chistes de Cristina Pedroche, que son pretendidamente malos. No obstante, el buen figurante tiene interiorizado que tiene que remarcar la gracieta aunque no la entienda. Bien de carcajada automatizada, pues, como chimpún de cualquier pausa de guion.

Porque 'Zapeando' es puro guion. El elenco de presentadores que están en la mesa lee un texto que dicta la cámara. Ni siquiera se disimula esta fórmula que propicia un desarrollo ordenado de un programa diario de estas características, ya que los diálogos están escritos muy pocos minutos antes del comienzo de la emisión. Por tanto, no hay margen para que los protagonistas los memoricen. Los tienen que leer para que todo fluya con organización y que los vídeos fluyan sin ningún caos.

Aunque con el paso de los años, la maquinaria de 'Zapeando' está tan engrasada que su presentador y colaboradores meten con más facilidad aportes y morcillas en directo. Empezando por la propia Cristina Pedroche, que se sale del guion cuando reconoce en directo durante un clip del programa que, al fondo de la foto, está un maquillador influencer que ella sigue en Instagram. Y lo dice. Y el espectador empatiza, lo agradece porque, por una rato, están siendo ellos mismos y compartiendo su terrenal realidad. Ahí crece el programa, cuando el guion se convierte en una hilo argumental de base que respira con sus colaboradores lanzándose indirectas o muy directas que surgen de forma espontánea. Aunque el figurante que está detrás de ellos siga posando con cara de selfie. No vaya a ser que salga feo por la tele. Eso en el 'Un, dos, tres' no pasaba. Claro, aún no sabíamos lo que era un selfie y no teníamos ensayado, como Ana Rosa Quintana, nuestra cara de guapos.

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