ANÁLISIS

La dificultad de encontrar a una mujer presentando un concurso cultural en TV

Chicho Ibáñez Serrador y Mayra Gómez Kemp
Chicho Ibáñez Serrador y Mayra Gómez Kemp en 'Un, dos, tres'
TVE

'Un, dos, tres... responda otra vez' fue el primer concurso presentado por una mujer, Mayra Gómez Kemp. Chicho Ibáñez Serrador quitó ese corsé machista de una televisión en la que sólo los hombres podían llevar las riendas de este tipo de programas. 

Y Maya Gómez Kemp triunfó. 'Un, dos, tres' ha tenido muchos maestros de ceremonias pero ella es la más recordada. Su carisma y seguridad calaron en la sociedad. Nadie notaba la diferencia, nadie se cuestionaba si tenía o no la misma credibilidad que un hombre. Desde entonces, hemos visto grandes presentadoras de concursos: Consuelo Berlanga, Paula Vázquez, Nuria Roca, Silvia Jato, Nuria González, Luján Argüelles, Ana Milán...

En cambio, en la actualidad, ¿qué está sucediendo? Las presentadoras se han ido esfumando en los últimos años de los concursos. Existe un boom de juegos de cultura general diarios en las parrillas de televisión, pero piensen: ¿nombres de mujeres presentando este tipo de formatos de entretenimiento?

'Saber y Ganar', Jordi Hurtado; 'Ahora Caigo', Arturo Valls; 'La Ruleta de la Suerte', Jorge Fernández; 'Boom', Juanra Bonet; 'Pasapalabra', Roberto Leal; El Cazador, Jon Aramendi. Ni rastro de mujeres. Y lo peor es que ni siquiera nos percatamos del desequilibrio.

Ante este panorama, da la sensación de que a la hora de elegir presentador todas las cadenas se fijan en un perfil clónico de presentador heterosexual. Como si buscaran una especie de simpática figura paternalista que otorgue esa credibilidad de yerno perfecto en la audiencia potencial del género. Eso sí, la mujer (aún) se sigue manteniendo en su papel de azafata. Una desequilibrada estampa ficticia que no refleja la realidad social.

Lo que define un atasco mental que sufre la televisión actual: todas las cadenas reproducen tendencias calcadas. ¿Por qué? ¿Es el espectador quien lo demanda? No, es el resultado de una conservadora época en la que vivimos donde da la sensación de que los programas se imitan entre sí como si así se aseguraran no equivocarse. Error, pues lo inteligente es indagar en lo que diferencia a cada formato. Mejor aún si sus presentadores reflejan la diversidad de la sociedad. La diversidad que nos enriquece, a todos. Es la manera incluso de atraer a públicos más amplios y menos envejecidos.

Públicos que, por cierto, siempre agradecen cuando se sorprenden con presentadores al frente de un concurso que incluso jamás pronosticaron que podrían ocupar esa función. Al fin y al cabo, el buen entretenimiento es el que logra romper con lo obvio. Pero, este momento, la tele es demasiado previsible. Y, encima, como sociedad todavía seguimos reproduciendo sutiles roles machistas que nos pasan inadvertidos. También la televisión en España, que había superado ciertas barreras en este sentido, y parece volver a intoxicarse con el retrógrado universo en el que los presentadores pueden ser desaliñados papás simpáticos pero las presentadoras deben lucir un estilizado cuerpo con un buen taconazo. Taconazo que Mayra Gómez Kemp no necesitó para ser la más inolvidable maestra de ceremonias de 'Un, dos, tres'.

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