OPINION

La emoción de Boris Izaguirre al destacar la lección de vida de su padre

Boris Izaguirre emocionado en la final de 'Prodigios'
Boris Izaguirre emocionado en la final de 'Prodigios'

"Boris, buenas noches, te saludo desde este desventurado país venezolano, a ti y a la audiencia que tienes, para felicitarte y decirte lo orgullosos que estamos por todo lo que has logrado en tu vida, particularmente en España, y agradecerte también mucho el homenaje que has hecho a Belén -su madre- en este programa de tanta calidad, que conduces tan sabiamente. Te quiero mucho, amor". Boris se emociona. Es su padre, que ha irrumpido sorpresivamente a través de un vídeo telefónico en la final de 'Prodigios'. 

Los ojos de Boris Izaguirre hablan sin necesidad de palabras. Pero el escritor y presentador responde a su padre con una reflexión que resume su éxito y el triunfo para TVE de un formato como 'Prodigios':  "Mi papá desde que era muy, muy, niño siempre me hablaba mirándome a la misma altura de los ojos. Y nunca ha dejado de hacer eso.  Y eso es una de las cosas que me ha hecho como soy". 

Boris se refiere a esa naturalidad con la que trata todo lo que le rodea. Sin superioridad, de tú a tú e incluso con un punto de traviesa curiosidad que no tiene en cuenta la edad o categoría. Y, justamente, ahí estriba el gran aporte de 'Prodigios', pues con los engranajes del entretenimiento este programa acerca sin esnobismo la música clásica, el canto y la danza al público. La tele empieza a superar esa engolada supremacía con la que se solía tratar a determinados artes.

'Prodigios' divulga esas disciplinas artísticas clásicas con esa espontaneidad que merecían ya en la pantalla.. De esta manera, el programa presenta al espectador la belleza de la sensibilidad que compone la combinación del esfuerzo, la constancia y el talento. Es más, lo hace con la proximidad que hace entender mejor y poner en valor lo que vemos en escena. 

En esa cercanía de Boris, fruto de un padre que le miraba a la misma altura de los ojos aunque fuera un niño, son también cruciales los veredictos de Ainhoa Arteta, Nacho Duato y Andrés Salado que dictan sentencia tras las actuaciones de los jóvenes participantes. Tampoco son un jurado solemne. Son empáticos con un espectador que aprende con ellos, pues sus argumentaciones no son rimbombancias huecas e intentan argumentar para lo que explican sea útil, tanto para los brillantes concursantes como para el público. 

Así 'Prodigios', producido por Shine Iberia ('MasterChef', 'Maestros de la costura') se ha asentado como un talent show diferente porque no sólo busca triunfar con lo comercial, si no que intenta destacar otorgando visibilidad al fuerza interpretativa del mundo instrumental, de la danza, del canto. ¿Cómo? Apadrinando jóvenes 'prodigios'. Son ellos los que, con su ilusión novata, mejor pueden bajar a la tierra las artes clásicas que sustentan la historia de la humanidad y que, en cambio, se solía tratar con una preponderancia antipática.

Nada que ver con la manera de abrazar la cultura de Boris, que es fruto de sus papás y que, como él mismo ha dejado caer en esta gala final, es el eje maestro del espectáculo de 'Prodigios'. Un show que ayuda a que los artistas tengan su sitio. El programa como espacio que crece con la épica de la competición tiene su ganador, claro, pero su contribución va más allá de nombres propios porque, al final, su paso por la parrilla de La 1 pone en el mapa y naturaliza disciplinas de larguísimo recorrido que no suelen ser divisadas por esa audiencia de prime time que quiere descubrir. Pero no siempre puede, ya que no cuenta a su disposición con las herramientas para hacerlo con facilidad. Y TVE debe ser la gran intuitiva, innovadora, arriesgada y cercana herramienta.

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