ANÁLISIS

La era del informativo-zasca: cómo no caer en el Telediario espectáculo

Ideas sobre el futuro de los informativos

Vicente Vallés es uno de los periodistas que más pantallas utiliza en emisión.
Vicente Vallés es uno de los periodistas que más pantallas utiliza en emisión.
Borja Terán

Existe una tendencia creciente hacia los informativos espectáculo. La teatralización política, el boom de las redes sociales y una sociedad enfocada hacia el individualismo ha propiciado que se empiece a dejar atrás la búsqueda del espectador crítico para dar paso al espectador creyente, aquel que necesita reafirmar lo que él piensa y que no se cuestiona lo suficiente la realidad.

Como consecuencia, los informativos diarios también entran en una espiral donde el lucimiento personal prima sobre el trasfondo relevante de la actualidad. Incluso el simplismo del golpe de efecto del 'zasca' a la caza de dejar en evidencia a algo o alguien puede engullir la posibilidad de ir a los matices que son los que verdaderamente dibujan las causas y consecuencias que nos envuelven.

Pero es la (creciente) era del info-espectáculo. El informativo de la imagen de impacto, el informativo que recalca cada día como histórico para dar más épica al asunto, el informativo que entra la especulación cuando no hay certezas. Tal vez porque nos han acostumbrado a que siempre existan certezas. Pero no, no siempre hay certezas. Y eso también hay que explicarlo. 

TVE sufre esta vorágine. Sus competidores están fuertes con informativos que son precedidos por espacios de entretenimiento que dejan un colchón de muy buena audiencia y, además, incorporan técnicas para atraer la atención con trepidante ritmo. En Telecinco, Pedro Piqueras equilibra con soltura un ir y venir de conexiones que suplen el minúsculo decorado de 'Informativos Telecinco'. Da igual, el poder del espacio está en el exterior, en el lugar de la noticia. Mientras que en Antena 3 utilizan a su favor un plató luminoso y amplio con multitud de grafismo excelentemente diseñado. Aunque, a veces, ese grafismo no aporte nada más que recalcar lo obvio: 2+2=4. 

No obstante, Televisión Española no se puede quedar en estos fuegos artificiales que impactan más que ir al fondo de los asuntos. La función de la cadena pública es primar el servicio público del informativo sin zambullirse en las tratas sugestivas para mantener a la audiencia masiva. Pero eso no quita que pueda incorporar algunas narrativas televisivas para ser más atractiva y empática y, por tanto, atraer espectadores adelantándose a los operadores privados con innovación, creatividad, rigor y honestidad.

En este sentido, ¿cómo hacer un informativo competitivo en tiempos de sobreinformación y sobreespectáculo? El espectador es más impaciente que nunca porque siente que tiene demasiados contenidos audiovisuales que consumir, así que los Telediarios deben captar la atención de su audiencia con otras formas de proyectar la información.

Ya no vale sólo el vídeo explicativo con off prototípica y con una introducción previa del presentador del espacio de noticias. Los nuevos televidentes que, en un porcentaje importante ya conoce lo relevante del día, demandan más acción en directo.

Esa televisión de 'acción' se traduce en tres variables con la energía del directo como aliadas: conexiones en directo con el lugar relacionado con la noticia, entrevistas en directo con el experto o protagonista y la divulgación de los datos en directo con el conductor del programa de pie y con cierto movimiento. Estos elementos ya los va incorporando TVE en un Telediario que ya no puede resumir, debe aportar la perspectiva suficiente. El dato no vale nada si no se explica con sus contextos y circunstancias.

La burbuja de la realidad aumentada

La mesa de los Telediarios cada vez es más pequeña -casi ya incluso innecesaria- y el periodista-presentador otorga más dinamismo a la narración si demuestra una agilidad pedagógica para explicar los datos con el apoyo de gráficos y diseño a través de pantallas o por realidad aumentada. Aunque no hay que cegarse sólo con la espectacularidad de las pantallas y las apariciones digitales en tres dimensiones. No son tan necesarias las escenografías con pantallas como se cree, cada cadena debe desaprender las tendencias para indagar en una personalidad única y distinguida. Lo que estéticamente se consigue con ayuda de la escenografía artesanal clásica, los decorados de toda la vida.

Televisión Española, que estrenará escenografía del Telediario en los próximos meses, no debería dejarse de sugestionar por la tecnología  homogénea imperante y entender que esa tecnología será menos fría si se incorpora con elementos de atrezo físico tradicional, especialmente si remiten a la fuerza histórica del canal que recuerda su potencia e influencia, ya sea introduciendo columnas de redacción romántica, que dan empaque de contundente cabecera periodística, o ventanales hacia el icónico Pirulí, símbolo de la expansión de la emisora. Todo entremezclado con las modernidad de los avances técnicos de hoy para estar conectado. O para hacernos sentir que estamos más conectados que nunca.

Pero, al final y sobre todo, la tecnología debe estar al servicio de la mirada propia del periodista. Es lo más importante que hay que arropar, y es lo que es más fácil de olvidar. Los bustos parlantes deben deben dar paso a los profesionales que están comprometidos con la calle.

Los medios de comunicación vivimos el directo como nunca. Y el público premia los espacios que contagian ese nervio del 'está pasando, lo estás viendo' que diría la extinta CNN+. Aunque lo inteligente es equilibrar esa movilidad del vivo con la autoría del periodismo clásico. Porque asistir a todo en directo puede enterrar lo más importante: el periodismo es otorgar perspectiva para entender lo que pasa y no dar relevancia a la desconfianza del ruido. Hay que apostar como nunca por ese periodismo clásico. Ese periodismo que no repite, sino que marca su agenda. Ese periodismo que no alardea, sino que es creativo .Ese periodismo que no sólo resume, sino que explica. Y lo hace con carácter. El problema es cuando se confunde carácter con ideología. Y no, no es lo mismo.

Mostrar comentarios