OPINION

La estocada final de 'Gran Hermano': así agoniza el reality estrella de Telecinco

Logotipo 'Gran Hermano Revolution'
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Logotipo 'Gran Hermano Revolution'
Logotipo 'GH revolution', que tacha con una cruz roja el propio ojo de 'Gran Hermano'.

Los medios de comunicación ya sólo hablaban de la actual edición de Gran Hermano para resaltar sus malos resultados de cuota de pantalla, que han llegado a mínimos históricos. El reality vive horas bajas, más bajas que nunca, y las tramas dentro de la casa no llaman la atención del público ni de la prensa. GH ya no genera conversación en la audiencia de masas y, esta vez, pocos conocen quiénes son sus concursantes.

Hasta este pasado fin de semana, que al menos dos nombres sí saltaron a los titulares de medios de comunicación. Ocurrió cuando la dirección del programa decidió expulsar a dos participantes, pareja sentimental dentro de la casa, por una supuesta agresión sexual de él, José María, a ella, Carlota, después de que un directivo del formato acudiera a la Guardia Civil de Colmenar Viejo para denunciar los hechos.

Pero la Guardia Civil ha archivado la causa. Sólo se podrá investigar con una denuncia de la supuesta víctima, que desde este miércoles sigue concursando en el interior de la casa de Gran Hermano

Y, entonces, ¿ahora qué?

Ha sido este un terrible giro de guion del programa, que ha puesto el foco mediático en el reality en un momento en el que ya nadie le prestaba apenas atención. De nuevo, se habla de Gran Hermano, sí, aunque por una presunta circunstancia inadmisible e intolerable. Y esto lleva a una reflexión. Porque, al final, el reality sólo ha conseguido volver a estar en el punto de mira por un asunto tan desagradable como este, que supone una triste estocada final para esta edición, desprestigiando aún más el show. Pues lo ocurrido, haya sido una denuncia con fundamento o no, sólo evidencia aún más la decadencia del formato de Telecinco.

Decadencia de los valores que transmite, con unos concursantes a los que, en vez de promover una vida sana, se les da alcohol para que celebren fiestas que generen tramas, líos y conflictos dentro de una casa en la que no pasa nada

Decadencia del guion del programa, que no ha sabido renovar su estilo para actualizarse con los nuevos tiempos televisivos, en los que el público demanda algo más que cebos de tensión con edredoning y mala pelea.

Y decadencia de la propia credibilidad de un show que el espectador ya no se cree y que, ahora, ha estigmatizado socialmente a un concursante con nombre y apellidos, que debe continuar con su vida sin que probablemente esto llegue a esclarecerse nunca. ¿Es la ética la principal razón de la denuncia llevada a cabo por el directivo del programa? ¿No se podía haber tratado este incidente con mayor discreción hasta saber más de lo sucedido en lugar de que saltara a los medios? ¿Compromete más esta denuncia al presunto culpable o a un formato en crisis necesitado de atención? Cuestiones complejas, sin duda. Porque no todo vale por la audiencia, ni siquiera cuando el futuro del programa está en el aire.

Lejos queda ya aquel experimento sociológico que explicó Mercedes Milá y que durante muchas ediciones contó con concursantes carismáticos, con oficio e ilusiones, que representaban diferentes realidades sociales. Ahora no es así. Un año más, GH vuelve a contar con un casting gris que no ha conseguido que su público se identifique con lo que les pasa (o con lo que no les pasa).

Y el resultado es que no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que GH necesita un largo descanso y volver dentro de unos años con un casting de personas cuya única aspiración no sea ser concursantes de Gran Hermano. O si no, lo mejor será dejarlo descansar para siempre agradeciéndole los muchos momentos de buena televisión que nos dio. A esta edición, la 18, la que iba a ser una Revolution, sólo le queda agonizar rumbo a una final que interesará a muy pocos.

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