OPINION

La evolución de los programas de cámara oculta con compinches: del humor al compromiso social

Cámara oculta a una niña que defiende a otra compañera que sufre bullying por tener dos padres
Cámara oculta a una niña que defiende a otra compañera que sufre bullying por tener dos padres

Las cámaras ocultas con compinches son un clásico de la historia de la televisión. Este tipo de programas alcanzaron su popularidad con Objetivo indiscreto, mítico espacio de bromas que emitió TVE en los años setenta y que, en 1991, la misma cadena recuperó con éxito de la mano de Anabel Alonso y Antonio Resines. Dos años más tarde, en 1993, siguieron con la faena Guillermo Summers e Ignacio Salas. Con este formato, la audiencia descubrió que disfrutaba viendo sufrir a sus congéneres. Y es que las encerronas tenían gracia. Mucha

.Luego apareció el inagotable Inocente, inocente (estrenado en 1995). Había llegado el turno de los famosos: no tenían escapatoria. De los tiempos más gloriosos de este espacio es inolvidable la genial broma a Maribel Verdú, descubriendo en plena sala de prensa de aeropuerto su noviazgo con Carlos de Inglaterra. Se lo creyó. No era más menos, había un brutal despliegue de medios en Barajas para camelar por completo a la actriz.

El siguiente giro dramático llegó con Norma Duval, que junto a Andoni Ferreño, intentaron hacer nuevas perrerías en Espejo Secreto (1997). Aquí los personajes populares dejaron de ser víctimas para convertirse en verdugos. Eso sí, verdugos disfrazados.

Después han existido muchas vueltas de tuerca a los espacios de cámara oculta. De Adivina quién viene a cenar (2010) de Antena 3 a la versión española de Benidorm bastards, Los abuelos gamberros (2013), con abuelas y abuelos gastando bromas a jóvenes. Un territorio en el que también ha indagado El Hormiguero, con diferentes experimentos con mayores y pequeños.

En la televisión internacional, también asombró Scare Tactics (2003-2013) de EE.UU. Un show que consiguió unir la esencia de la peícula de miedo con la vieja cámara oculta catódica. Mezcla de ficción de terror y tele-realidad a golpe de cámara oculta. Espectacular cóctel para la televisión, aunque no tanto para las víctimas.

Pero desde 2017, en Canal Sur, el programa Gente Maravillosa, que conduce Toñi Moreno, ha dado un paso más allá en este género y ha implantado la cámara oculta comprometida. La escena con actores que van a simular una situación peliaguda no se prepara con la intención de generar humor, sino como prueba social. Se plantea un conflicto moral asentado en prejuicios tóxicos tradicionales y se desmonta gracias a la gente "maravillosa", de ahí el nombre del programa. Están allí por casualidad, sin saber que están siendo grabados y ayudan a la persona que está interpretando el papel de víctima. Así, el formato ha plasmado situaciones de machismo, racismo u homofobia, entre otras.

Esta semana, Gente Maravillosa se ha despedido por vacaciones con una cámara oculta con niños. Una grabación que retrata como, a veces, los mayores tiene más prejuicios que los más pequeños.

Así ha dicho adiós a su segunda temporada este formato que, más allá de la audiencia tradicional de Canal Sur, ha dado visibilidad a la cadena en otros públicos, dentro y fuera de la comunidad para la que emite.

Con estas cámaras ocultas, la autonómica andaluza se ha expandido a través de las redes sociales, ha generado debate y cierta conciencia social a través de un programa de entretenimiento. Era el giro que faltaba a los programas de cámara oculta con compinches y ha llegado dentro del tono de Canal Sur en el momento exacto, en el instante en el que la sociedad pelea por sus ideales a golpe de 'tuit' pero, como demuestra este programa, también en esos gestos cotidianos que son los que hacen prosperar el mundo. 

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