EN PERSPECTIVA

La ínfulas de superioridad de la generación del meme

Emilio Aragón haciendo un homenaje a la creatividad de su abuelo
Emilio Aragón haciendo un homenaje a la creatividad de su abuelo
Borja Terán

En el último 'Vip Noche', un joven Emilio Aragón hacía un homenaje a su abuelo, el payaso Emig. "Unas de las personas más importantes de nuestra vida es nuestro abuelo y nuestra abuela, por supuesto", recalcaba Aragón a la vez que reflexionaba: "yo cuando era niño, pensaba que mi abuelo debe saber tantas cosas... porque si mi padre ha vivido tantas cosas, mi abuelo que es el padre de mi padre debe saber muchas más". Y ahí el showman empezaba un hermoso monólogo que era todo un homenaje, desde el éxito de su juventud, a la imaginación que le enseñó la curtida experiencia de su familia.

La historia que narraba Aragón venía a contar que una vez de niño estaba triste porque quería una gorra como la de un amigo de su pandilla, pero no tenía dinero. Entonces, su abuelo le enseñó el arte de hacer lo que quisiera con tal solo una cosa: un trozo de fieltro. Con ese trozo de fieltro, su abuelo le enseñó a crear su propia gorra pero además le descubrió que, cambiando su forma, con el fieltro podía convertirse en lo que soñara: en John Wayne, en Escarlata O'Hara de 'Lo que el viento se llevó', en el Almirante Nelson, en Carlos III, en Manolete... Podía ser quien quisiera. Y, así, Aragón, con sólo un trozo de fieltro y su cara, creó un espectáculo de memes cuando no sabíamos lo que eran memes.

Han pasado casi tres décadas de aquel emocionante momento de un último 'Vip Noche', una puesta en valor de la experiencia que nos salva y nos hace mejores y más creativos desde la televisión. Nada que ver con el vídeo que se ha viralizado hace unas semanas de una contertulia veinteañera creyendo que la vejez llega a los cuarenta años y a partir de ahí hay poco que hacer. Sucedió en el programa de debate 'Gen' de la plataforma PlayZ de TVE, cuando dijo que "mucha población a partir de los 40 años, que eso es un tramo muy gordo de la población de nuestro país, se informa por la tele y utiliza el móvil para mandarse WhatsApps con sus familiares, para mandarse memes que no saben muy bien de dónde han salido (...) esos gifs con mucho brilli brilli que no saben de dónde salen". Todo dicho con cierto tono despectivo.

Estas palabras representan esa inconsciencia por la que han pasado todas las generaciones de jóvenes, pero que es especialmente palpable en las nuevas, que cuentan con mayores altavoces a través de las redes. Esas palabras representan ese sentimiento de, con veinte años, tener el control de la vida y ya saberlo todo, aunque no sea así ni de lejos. Quizá es fruto de la efervescencia de sentirse todavía inmortal y poseer esa bonita ingenuidad de pensar que los cuarenta quedan tan lejos. Aunque llegarán más rápido de lo que parece.

Es naif incidir en que los mayores de cuarenta están desconectados de las redes sociales cuando son esas generaciones de cuarenta, cincuenta y sesenta años las que han llevado a cabo la transición tecnológica, viviendo una evolución compleja de sistemas operativos que los hace desenvolverse con más inteligencia por todo tipo de plataformas. Es más, esa argumentación, que es fruto de un debate más complejo dentro del programa de Playz, sí que evidencia una extraña ínfula de superioridad joven que no superamos, sino que parece potenciarse. Ahora incluso se cataloga con términos deleznables como 'pollavieja' o 'boomer' si se quiere desacreditar a alguien por su edad e impedir cualquier intercambio de ideas. Esto evidencia que en las redes surgen nuevos términos de bullying que utilizan, a veces, hasta los mismos que denuncian la tiranía del bullying en otras muchas ocasiones. Paradojas de nuestro tiempo en el que cuesta tanto predicar con el ejemplo.

Nos han dicho que debíamos ser críticos, pero parece que no se ha enfatizado lo suficiente en que la crítica sin argumentos, sin respeto y sin saber escuchar o mirar atrás no sirve de nada. El intercambio de la experiencia entre generaciones siempre será vital y también son enriquecedoras las susceptibilidades entre unas y otras. Esa historia siempre se repite. Pero la declaración de la joven contertulia, que asegura que los mayores de cuarenta años no saben usar memes, define que le queda todo por aprender. La vida no se inventó en los dos mil, ni con Internet y los móviles. Los memes no han creado el humor ni cambiado la existencia de nadie ni te dan títulos por saber usarlos. Además, la perspectiva te cuenta que los mayores de cuarenta ya creaban memes con menos facilidad técnica pero con la maña del esfuerzo de la creatividad. Como hizo aquel Emilio Aragón que quería aprender de sus padres y abuelos poniendo en valor su experiencia y no riéndose de ellos desde ningún altar de superioridad.

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