EN PERSPECTIVA

La inteligente lección de Silvia Abascal sobre el sentido de las series

Silvia Abascal esta temporada en 'Cuéntame'
Silvia Abascal esta temporada en 'Cuéntame'
RTVE

"Las ficciones no son para dar ejemplo, son para mostrar humanidad contradictoria", recalcaba Silvia Abascal hace unos días en una conversación en 'La hora de La 1' con Cristina Fernández, Valeria Vegas, Rosa Villacastín y el que escribe estas líneas. Estaba hablando de 'Pepa y Pepe', serie en la que interpretó a una de las hijas de una pareja peculiar. Incluso digamos que representaban a unos antipadres. Premisa que, paradójicamente, parece imposible de ver en la televisión de hoy, pues sus protagonistas principales no son ejemplarizantes y, como consecuencia,  surgiría el miedo de que el espectador no se quisiera sentir reconocido en ellos. 

Pero la realidad es que 'Pepa y Pepe' logró una corrosiva radiografía de la imperfección social que existe, que nos representa, que nos hace pensar. Lo hizo con ayuda de la inteligencia del sarcasmo. A veces, corrosión hasta con un punto de inconsciencia. Abascal daba vida a una joven rebelde, contestataria y feminista, identificable por parte de una generación que empezaba a entender que no se podía conformar con los roles cuadriculados de unos arquetipos de perfección tóxica. 

Con sus episodios de no más de 30 minutos y sus diálogos de un costumbrismo audaz, 'Pepa y Pepe' sustentó uno de los mejores aportes del entretenimiento audiovisual, como apunta la propia Abascal: atreverse a plasmar la "humanidad contradictoria". Porque somos muy contradictorios.

Era 1995. Ahora, en 2021, Abascal interpreta a la versión adulta de la hija pequeña de Los Alcántara. 'Cuéntame cómo pasó' ha viajado al pasado más instantáneo y ha convertido a María en una médica en la primera línea de la pandemia.

El éxito y la influencia social de 'Cuéntame' también está en su destreza para captar esos conflictos emocionales de la evolución de España, desde el punto de inflexión de la ilusionante victoria en 'Eurovisión' de Massiel a la actualidad. Una serie que algunos creían que trataba de la nostalgia del pasado pero, en realidad, siempre ha estado enfocando en un primerísimo plano cómo somos hoy. Porque somos fruto de nuestra historia. La que hemos vivido, y la que seguimos viviendo aunque no la hayamos vivido.

Con el paso de las décadas, todas estas experiencias sociales a ras de calle que ha recogido 'Cuéntame' configurarán una poderosa documentación de nuestra sociedad, como ya ejercen ficciones como 'Curro Jiménez', 'Anillos de Oro', 'Brigada Central' o incluso 'Verano Azul'. Es más, se pueden volver a emitir alcanzando relevancia y encima demostrando que su maestría argumental sigue vigente. 

Pero resulta que, curiosamente, en la actualidad, surgen unos nuevos jueces de la moral que deciden asegurar lo que es bueno que el espectador vea y lo que no. Y son aplaudidos en las redes a golpe de retuit. Y se confunde por completo, hasta límites perversos, lo que supone una ficción. Es la neocensura de la ofensa. Hasta se intenta condenar series escritas en otro momento, retratándonos cómo éramos en su época. Ha sucedido con la magistral 'Friends' o, en España, se ha intentado con 'Verano Azul' por, por ejemplo, poner un mote de 'Piraña' porque comía muchos helados. Error, pues la sociedad entiende perfectamente los contextos en los que se rodó aquellas producciones. Es más, entiende la fusión de sensibilidad y socarronería que tan bien manejaba Antonio Mercero sabiendo mirar a la verdad de su tiempo. Apagar o invisibilizar grabaciones porque no se ajustan a lo políticamente correcto no es más que un veto que nos empobrece. Elimina los matices, no tiene en cuenta la relevancia de los contextos en cada situación y, por tanto, favorece un sistema altamente simplificado en el que todos y todo es más fácil de manipular.

La ficción no es dogmatizar. Es indagar en realidades o fantasías a partir de la libertad creativa del autor y del atrevimiento de la productora y/o cadena. Se puede educar con la ficción, sí, pero resultar ejemplarizante no es su obligación. De hecho, es sano que la ficción costumbrista, como el mismo 'Verano Azul', 'El Ministerio del Tiempo', 'Cuéntame' o aquella 'Pepa y Pepe', muestre la sociedad con sus imperfecciones. Incluso con sus decisiones maquiavélicas que, a menudo, ayudan a progresar sin cometer mismos errores.

Sólo faltaría que los guionistas ya no puedan salirse del patrón de lo "ejemplar" ni crear personajes negativos ni reflejar lo peor del ser humano. Entonces la ficción no sería libre, no estaría retratando la realidad, no estaría creyendo en la inteligencia del espectador.

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