OPINION

La más emocionante despedida de 'La Resistencia' de Broncano: claves de un adiós que define un éxito

Broncano en 'La Resistencia' grabada en 'La Caja Mágica'
Broncano en 'La Resistencia' grabada en 'La Caja Mágica'

'La Resistencia' ha realizado, quizá, la que es la más emocionante despedida de su historia hasta ahora. El programa de David Broncano ha dicho adiós para siempre a uno de los símbolos de sus dos años en emisión.

Sí, 'La Resistencia' ha roto para siempre con el cántico de 'a por el bote, oe', que tanto se ha coreado en el patio de butacas del formato de Movistar Plus y ha sido cantado por última vez en el especial que ha desarrollado el late show de Movistar Plus en La Caja Mágica.

Un estadio a tope de fans del programa era la excusa perfecta para que el codirector del programa, Ricardo Catella, al piano, interpretara con sensibilidad un tema compuesto para la ocasión, que daba carpetazo al 'A por el bote, oé' y lo mandaba de regreso a 'La Ruleta de la Suerte', de donde tal vez jamás debió salir. 

Como en las buenas apoteosis, el despido público de 'A por el bote, oé' tenía que contar con un buen ritual. Por eso mismo, el formato, producido por El Terrat, decidió consumar tal 'arrivederci' en una de las ediciones especiales en las que el late night ha salido de su plató habitual -el teatro Arlequín- y se ha realizado desde La Caja Mágica, ante 2000 personas. Había que aprovechar un estadio lleno de público para despedir a un himno de semejante calado con la ternura que merecía. Ahí estaba el graderío de La Caja Mágica despidiendo el hit con las antorchas de sus móviles encendidas. Parecía un concierto de Alfred, por lo menos.

Y así ha sido. Otro hito de 'La Resistencia': van a intentar dejar de cantar 'a por el bote, oé' y han convertido un show de esta decisión que, probablemente, no llegue a producirse nunca. El público no va a hacerles jamás caso. Ya no pueden escapar del 'oé'. 

Porque la audiencia manda. Y el descaro y el arrojo creativo de 'La Resistencia' ha logrado construir una de las comunidades de fieles más potentes de los medios de comunicación. Broncano ha generado un todopoderoso vínculo con sus seguidores y se ha alzado en uno de los rostros más influyentes del panorama audiovisual. La clave de su éxito, que lleva sembrando años tanto en radio como en la televisión de pago, está en su habilidad para jugar en directo con la curiosidad del buen cómico que sabe mirar a su alrededor con una osadía que no está vacía, se cimienta en un bagaje cultural transversal que está cargado de referentes patentes y latentes. 

Broncano, Jorge Ponce y Ricardo Castella han entendido que la televisión que atrapa es la que tiene un punto de kamikace creativo, que prefiere equivocarse a compungirse. Así 'La Resistencia' ha trascendido socialmente conectando con un amplio espectro de público, especialmente joven. Lo ha logrado porque es una televisión con autoría. Autoría, justo lo que falta a la mayoría de los programas y por eso caen en el olvido.

Televisión con autoría. que no se queda en el gag a medias tintas y comparte sus estados de ánimo sin aparentes demasiados filtros a través de un guion bien armado hasta cuando parece que está desarmado.

El programa se atreve. Todo el rato. También eso es la tele: atreverse. Hasta se atreve a equivocarse. Incluso si hace falta, como esta noche, convierte toda su emisión en un loco partido de tenis. Un choque en el que Broncano se enfrenta con su raqueta a un Piqué, que para más inri juega junto a Arturo Valls con una peluca a lo Shakira.

De esta forma, 'La Resistencia' sale del plató, crea un acontecimiento que rompe con su propia rutina y moviliza su visibilidad mediática. Es un programa con un tono claro pero, a la vez, con una mentalidad flexible en donde manda la osadía de la comedia. Y la comedia en televisión hay que enfocarla al acontecimiento. Porque, al final, eso es la televisión -y la propia comedia- crear acontecimientos para quedar en la memoria cómplice del público.  De hecho, el porvenir de la televisión estará en saber crear eventos únicos, ya sean íntimos, sean grandilocuentes o hasta sean inventándose una corrosiva despedida lacrimógena a una canción que, en realidad, define cómo es tú público: tan gamberro como tú.  Por eso no falla: se siente implicado con el show. Es parte de él.

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