ANÁLISIS

La mirada de Gemma Nierga

La periodista ha estrenado programa en el circuito catalán de RTVE. Claves de su primeros días en emisión.

Gemma Nierga en TVE.
Gemma Nierga en TVE.
Borja Terán

Decir que alguien ilumina con su mirada puede ser una expresión ñoña, incluso vacía. Pero cuando conectas con el nuevo programa de la mañana de La 2 de Cataluña, 'Cafè d'idees' -Café de ideas-, presentado por Gemma Nierga, es fácil percatarse del significado real de esa frase hecha. La expresividad de Gemma ilumina. Sus ojos, su sonrisa, su voz... su empatía es una representación única de la curiosidad.

Porque sí hay una gran cualidad en cualquier periodista y que Gemma ejemplifica como pocos es su curiosidad incesante, que ha demostrado tantos y tantos años en una trayectoria en radio y en televisión, medio al que ahora retorna en el circuito catalán donde TVE ha fortalecido programación por aquello de dar una alternativa al mensaje predominante del universo de la autonómica TV3.

Y de las nuevas apuestas de TVE Catalunya destaca la incorporación de Nierga. El primer acierto del formato, 'Cafè d'idees', está en que se ha optado por un decorado con un concepto estético concreto. Se ha huido del típico plató con pantallas que no dice nada y que es intercambiable, tendencia habitual de la anodina TVE actual, para crear un espacio escénico acorde con las pequeñas características del estudio colocado en la planta baja de la sede de RNE en la barcelonesa calle Roc Boronat.

Al ser un espacio físico tan ajustado y sin la altura necesaria para un plató de verdad, se ha diseñado un decorado que simula una cafetería con sus mesas, con sus barra de bar, con sus azulejos que quieren ser hidráulicos, hasta con sus tartas, con su máquina de zumo y con su columna, que es un obstáculo real situado casi en el centro del estudio y, por tanto, ahora ya está más justificado en el ecosistema del show. Así se ha hecho de la necesidad virtud. Podían haber encajado en este set varias efectistas pantallas de led, pero entonces el programa hubiera sido permutable con cualquier otro formato de la emisora. Sin embargo, de esta forma, se proyecta un ambiente identificable, diferenciado y encima acogedor. Y la realización lo juega con movimientos de cámara que casi alcanzan a contagiar olor de tostada calentita y máquina de café efervescente a la hora del desayuno.

Porque en televisión -como en la vida- son importantes los contextos, esos matices que hacen más próxima y honesta la historia que quieres contar. Y TVE necesita cercanía. Incorporar el lado teatral a un programa informativo ayuda a lograrlo. En este caso, recreando una cafetería bonita que cobija a la periodista que, ahí, queda para entrevistar 'a ras de calle' a políticos y referentes de la actualidad. 

La asignatura pendiente del programa está en evolucionar el grafismo. Sus colores deberían ser más eléctricos para dar más amplitud al minúsculo estudio. También se puede favorecer el dinamismo de la emisión con más pantallas partidas durante los debates y, además, evolucionar secciones que remiten al pasado, como revisar las portadas de la prensa en un momento en el que hay que incidir más en las ediciones de los periódicos en tiempo real.

Pero, sobre todo, 'Cafè d'idees' es un magacín de autora, que se sostiene en el oficio de Gemma Nierga. La periodista controla con una sensible naturalidad hacia dónde va el programa, sus requiebros técnicos y maneja con destreza la pregunta directa, siempre envuelta en la fuerza de una ingenuidad inteligente que sabe dar valor a la pausa, al silencio. Que tanto dice, sin decir nada. Y es que Gemma Nierga no es una presentadora, es una comunicadora maestra en la compleja tarea de escuchar. Escuchar todo lo que acontece a su alrededor con una autenticidad que rompe con la presión de los convencionalismos imperantes. Esos convencionalismos que propician que la TVE de hoy no sea lo socialmente influyente que debe.

Gemma Nierga es un camino a seguir, es la expresividad de escuchar. Da igual que sea en una entrevista política que en una charla anónima. Es la mirada cómplice que no sólo informa, también sientes que te acompaña con una curiosidad que te abraza y que no quieres que te suelte.

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