ANÁLISIS

'La noche D': lo mejor y lo peor del estreno del regreso de Dani Rovira a la televisión

Final 'La noche D'
Final 'La noche D'
TVE

Dani Rovira ha estrenado show en el prime time de Televisión Española. Rovira es uno de los mejores para comandar un programa de estas características desde una primera cadena que necesita tratar temas cotidianos con la inteligencia de la comedia. Así que, en principio, 'La noche D', que así se llama esta producción de estreno, es una buena oportunidad para la cadena pública.

Sin embargo, a primera vista el programa no parece nada nuevo. El problema de esta percepción está en que la escenografía no atesora ningún concepto escénico imaginativo que dé entidad propia al espacio. De nuevo, se opta por un decorado de grandes pantallas que podía ser de cualquier otro programa prototípico de la actualidad. Una mezcla de mobiliario al estilo de la variedad de sillones de 'El diario de Patricia' que propicia que, por momentos, el set parezca una tienda de muebles. Muebles de cualquier tipo, hasta una vespa y una nevera. Mucho e intercambiable, sin un ambiente definido para ayudar al recuerdo en el ojo del espectador. Como hicieron Javier Sardá y Joan Ramón Mainat llevándose a Marte el decorado de su late night en vez de reproducir un skyline clásico de los late de la época. Así nació 'Crónicas marcianas'. Con todo lo metafórico que escondía este nombre. 

Lo bueno es que el formato juega a ese caos escénico mostrando mucho la trastienda de un programa de televisión: las cámaras moviéndose, cómo se cambian los sets, público levantado dando calidez y ruido, demasiado ruido tal vez...  Y, en el centro, Dani Rovira enfocando cada temática. Porque cada programa será temático. Han empezado con el amor.... De ahí lo de 'La noche D' girando en cada entrega sobre un contenido que nos toca en nuestra vida cotidiana y, a la vez, nos desengrasa mirando lo que verdaderamente importa. 

Para ser distinto a otro shows cómicos, interesante la idea de apostar por una entrevista coral con la que hablar de aquello que la emisión propone. En el estreno, Silvia Abril, Belén Cuesta, Anna Castillo y Macarena García. Buena propuesta, excelentes madrinas. Aunque se ha echado en falta escucharlas más. Una debilidad general de la televisión de hoy en la que se busca tanto el ritmo para que el espectador no se aburra que se confunde con velocidad y, al final, no hay demasiado margen para rascar vivencias atractivas de los protagonistas de cada programa. Esas vivencias que aporta, que inspiran, que atrapan. Y entonces sí que sí la audiencia se queda. Difícil conseguir ese clímax, pero no imposible.

Encima en 'La Noche D vienen y van tantas secciones durante la emisión, como sucedía hace unos años en 'El Hormiguero' -que ya ha actualizado y relajado el compás-, que es fácil ser engullido. Hasta el propio presentador por momentos queda desdibujado. Quizá no es necesaria tanta sección fragmentada y apostar por una conversación más transversal. Como defendía siempre Chicho Ibáñez Serrador: en televisión es mejor recalcar la coralidad gracias a antagonistas que impulsan el carisma del maestro de ceremonias. En este caso, Rovira. A su lado, arropándole en estos menesteres nombres como Antonio Resines, Cristina Medina, David Perdomo o Pepe Viyuela. 

Y Cristina Medina y Pepe Viyuela han destacado sobremanera. El maestro Viyuela es de lo más excepcional del programa. Ha logrado una entrevista con Joaquín Sabina en su casa. Se ha hecho corta. Maravilloso Sabina y maravilloso él mismo interpretando ese nervio que rompe todo lo que toca cuando esperas en casa de alguien al que admiras. Genial perfilar tan bien esa atmósfera para sumergir al público con más fuerza en la charla.

Después han venido más secciones. Que si un 'Tinder' en carne y hueso que remitía a una mezcla de 'Vivan los novios' de Telecinco y 'Mentiras Peligrosas' de Leticia Sabater en Canal 7, que si un asalto a la casa de Pablo López (copiando un gag de late norteamericano que ya imitó en España 'Zapeando' sorprendiendo una noche a Frank Blanco en su cama), que si mucho colaborador solapando al presentador entre cortes de edición de una realización en general un poco brusca... Y eso no debería ser así.  Por suerte, al final, como colofón, Dani Rovira brilló como merecía con una batalla a canciones con Pablo López. De lo más emocionante de la noche. De lo más transparente de la velada. A pesar de los vítores excesivos del publico teledirigido en estudio. Un bonito fin de fiesta, abrigado por todo el elenco del espectáculo para cerrar bien. El productor ejecutivo, Dani Écija, siempre ha sabido que los buenos programas, como las buenas ficciones, deben acabar en alto. No se puede descuidar la sensibilidad de ningún adiós. 

'La noche D' es un camino a explorar por Televisión Española. Necesitará tiempo y rodaje para encontrar su tono. Incluso para encontrar el humor de su tiempo, para el que ya queda muy atrás 'Verano Azul'. Ahí, paradójicamente, Rovira y su equipo pueden aprender de programas históricos de TVE como 'Viaje con Nosotros' de Gurruchaga o 'En la noche' de Carmen Maura, donde el valor estaba cuando conseguían la identificación del público al retratar y hasta desmontar los prejuicios de la sociedad a través de referentes del hoy y otros que apuntan maneras de futuro. Así aportaban chicha. Ahí estriba el sustento del éxito, por ejemplo y entre otras cosas, del late golfo 'La Resistencia' de Broncano. En este sentido, 'La noche D' le ha faltado más mordacidad sin red y le ha sobrado la banda sonora del run run constante de jolgorio de alegría prefabricada. En ese punto de histerismo ya no está la televisión de la resaca del boom de la tele-realidad.

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