OPINION

'La noche de los castillos': el fracaso televisivo que el tiempo convirtió en un éxito inolvidable

Anthony Quinn, La Noche de los Castillos
Anthony Quinn, La Noche de los Castillos

Hay programas que son un fracaso en expectativa de audiencias pero que, sin embargo, trascendieron al recuerdo como un éxito inolvidable.

Es lo que sucedió con 'La noche de los castillos', que llegó en 1995 a TVE sin escatimar gasto. Jocelyn Hattab, creador de 'El Gran Juego de la Oca', consiguió colar a la cadena pública un concurso a lo grande que pretendía reproducir el fervor por el tablero que va de 'oca a oca y tiro porque me toca'. Lo que nadie calculó es que el fenómeno español de tal éxito televisivo estaba muy sustentado en la capacidad de terrenalizar y aligerar el ritmo del espectáculo que fomentó Emilio Aragón y su troupe.

Lejos de esa espontaneidad que creaba con sencillez Aragón en sus programas, 'La Noche de los Castillos' llegó con la pompa protocolaria de una impostada aventura por los castillos de España. De los 27 programas previstos, solo se emitieron 15. Y los últimos fueron relegados a franjas de menos consumo televisivo, ante los malos resultados de cuota de pantalla.

En cada episodio, tres parejas de concursantes corrían despavoridas por caminos de tierra en busca de una fortaleza. Los guionistas no se lo ponían fácil, los participantes debían superar pruebas y la aparición estelar de personajes pintorescos. Sólo los primeros en alcanzar la fortificación podrían adentrase en el interior y vivir la proeza que les esperaba al otro lado del puente levadizo.

Dentro del fortín, era el momento de afrontar el objetivo del juego: localizar a la princesa, secuestrada por el malvado Torque, y devolvérsela al Rey Folof, interpretado por el mismísimo Anthony Quinn.

El programa, por tanto, resultaba una grandilocuente aventura que pretendía ” teletransportarnos” a la Edad Media a través de la televisión. Con imágenes tomadas desde helicópteros que mostraba unos maravillosos castillos embellecidos por una iluminación creada por TVE para la ocasión, pues el programa rodaba sus exteriores de noche para simular que era una retransmisión en "riguroso" directo.

Dentro del castillo, para liberar a la princesa -siempre mujer, por cierto-, los participantes vivían (o sufrían) una historia del medievo. De esta forma, si eran avispados, lograban hacerse con el oro de los habitantes del castillo. Y es que el oro era clave en el juego: necesitaban la cantidad exacta de este preciado metal para fundirlo y, así, conseguir dar forma a la llave que abría la cerradura de la celda de la princesa.

Aunque, obtener la cantidad necesaria de oro se iba complicando por momentos, ya que, dentro del castillo, los concursantes se perdían en un laberinto de dependencias con trampas. Y el maquiavélico Torque intentaba capturar a los intrusos, para impedir que salvaran de la muerte a la bella princesa, a la que, en cada capítulo, daba vida una estrella diferente de nuestro star system. Norma Duval, Teresa Viejo, Mar Flores, Silvia Abascal o Leticia Sabater fueron algunas de las invitadas.

El programa era una gesta tan delirante que atrapó a los niños de la época porque más que un concurso parecía un juego digno del mejor parque temático. Pero tenía trampa.

El recorrido hasta el castillo se rodaba en exteriores reales. Así conocimos la historia y los alrededores del Castillo de Loarre (Huesta), el Castillo de Coca (Segovia), el Castillo de Manzanares el Real (Madrid). el Castillo de Belmonte (Cuenca) o el Castillo de Alburquerque (Badajoz). Sin embargo, sólo un interior fue grabado en el escenario real, en la edición dedicada a Manzanares el Real. 

El resto de las aventuras que se desarrollaban dentro de las fortalezas fueron grabadas en un inmenso decorado, de varias plantas, que reproducía el interior de un fastuoso castillo en el gran plató L3 de los Estudios Buñuel, el mismo plató de TVE donde se realizaron programas tan míticos como '¿Qué apostamos?', 'Grand Prix', 'Tengo una pregunta para usted', las últimas etapas de 'Un, dos, tres'… o 'MasterChef', hasta que estos platós, patrimonio de RTVE, fueron vendidos y derribados.

La inversión de reconstruir el interior del castillo en las entrañas de los emblemáticos Estudios Buñuel fue duramente criticada por el gasto que supuso. Más aún cuando no acompañó la audiencia, aunque en realidad era más barato crear un decorado que el despliegue técnico que suponía ambientar e iluminar unas fortalezas con interiores impracticables.

El programa perduró en la memoria colectiva mitificado como algo épico. Aunque, en realidad, pinchó en audiencias de la época por barroco. Su dinámica era demasiada compleja, redundante y eternizaba el juego. Primero los concursantes buscaban el castillo en los  exteriores reales, después el rodaje del juego en el decorado -lo mejor del programa. y, finalmente, si habían conseguido sacar a la princesa de su celda, la grabación se trasladaba a una gran estructura de hierro, en donde los concursantes debían poner en marcha un ortopédico ascensor para aupar a la infanta a un cielo que la devolvería al Rey. Muy loco. Y, visto un programa, muy repetitivo, también.

Posteriormente, sí triunfarían en la pequeña pantalla espacios como 'Fort Boyard' con un plan de producción más ajustado y sin rodeos de guion. 'La noche de los castillos' hubiera sido mejor formato con menos perafernalia, manteniendo su lado divulgativo de los espectaculares  castillos españoles y, a la vez, centralizando la trama en el juego dentro del fuerte, que es lo que aún es recordado con cariño por los niños de una generación. Porque contenía esa picaresca de la serie de aventuras que te hace inmortal. Aunque, al final, la princesa fuera Leticia Sabater.

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