OPINION

'La Noche de Rober', regreso a la EGB

Alfred y Amaia en la 'Noche de Rober'
Alfred y Amaia en la 'Noche de Rober'
Alfred y Amaia en la 'Noche de Rober'
Alfred y Amaia en la 'Noche de Rober'

Antena 3 tiene nuevo programa de entretenimiento en los viernes noche. Se llama La Noche con Rober. De hecho, pone La Noche con Rober bien en grande en el decorado del plató. Así, en letras gigantes de colorines que presiden el estudio. Con una O muy grande por la que entra el propio presentador, Roberto Vilar.

Tal vez lo de plantar el nombre del presentador bien en grande será por la típica manía de intentar dar caché a una estrella muy popular en Galicia que, en realidad, se cree que no es conocida a nivel nacional. Aunque ya presentó un programa en Cuatro (Salta la vista). 

Así que, en su primer día en Antena 3, se ha explicado sobradamente quién es Vilar con un prolegómeno inicial, que incidía demasiado en su trayectoria en la televisión autonómica gallega. Como consecuencia, el show ha empezado a trompicones. No hay que justificar tanto la elección del presentador, hay que mostrar el talento del presentador. Y ya. Mejor si se empieza con un gran subidón inicial. Más aún cuando Roberto Vilar es un gran presentador, de esos que sabe hacer brillar a sus invitados y colaboradores sin que se note demasiado.

Pero no ha existido tal apoteosis de arranque, el programa ha empezado como si tal cosa con una actuación de promoción de Dani Martín que cantaba delante, por supuesto, de esas letras inmensas con el nombre del maestro de ceremonias. Casi como si se tratara de un programa infantil de Teresa Rabal de hace dos décadas. O, mejor aún, de Xuxa

Pero La Noche de Rober no es un programa infantil. Aunque, por momentos, lo parece -sin ser esto negativo-. Es más, tiene pruebas bien dignas de La Casa de la Guasa de Xuxa. Pero con participantes más mayores y más vestidos que los concursantes de las pruebas de La Casa de la Guasa de Xuxa. Y es que el formato es como si se tratara de un retorno a la EGB. Aunque, con una diferencia crucial, ya no estamos en los planes de estudio de los ochenta y principios de los noventa.

Cierto es que en la televisión norteamericana existe cierta tendencia de resurgimiento de programas en los que los famosos e incluso el público participan en traviesas pruebas que trasladan con desparpajo al espectador a la disfrutona carcajada de cuando era niño, de cuando jugaba con el Quimicefa. También lo lleva haciendo aquí desde hace años Pablo Motos con El Hormiguero con, por cierto, juegos completamente originales. Ahora a esta línea se suma La Noche de Rober.

Pero el problema de La Noche de Rober es que, al menos en su primer capítulo, no evidencia un formato definido. No se sabe si es un programa de entrevistas o un programa de pruebas en el que aparecen invitados. Ni los colaboradores de primer nivel (Silvia Abril, Jose Corbacho, Anna Simon, Leo Harlem) acaban brillando del todo. Pues todo recuerda a un puzle de ideas grabadas en días diferentes que han sido pegadas con pegamento y que, juntas, no tienen ningún destino claro. Faltan conceptos transversales que den coherencia y empaque al show, que inviten al espectador a quedarse hasta el final con independencia del tirón del invitado de turno.

En esta primera semana, primero ha estado Dani Martín, después una entrevista a Amaia y Alfred en un momento que Amaia y Alfred han pisado todos los canales y todas las radios. Y todo amasado de un premeditado rimo veloz con pruebas que van y vienen para asombrar al espectador.

El mejor instante del estreno ha sido cuando Silvia Abril se ha reencarnado de nuevo en la bailarina de Chikilicuatre, Disco, llevando el gag hasta las últimas consecuencias. Así se ha besado con Alfred, Amaia y viceversa. Porque también este es un programa de gags, oye.

Gags, pruebas, canciones, invitados, sustos clonados del programa de Ellen DeGeneres... Pero todo junto no se entiende en conjunto. Aún no se pilla de qué va y de qué quiere ir este show que recuerda a una spin off retro de un programa que pinchó en esta franja en Antena 3, Los Viernes al Show, pero, esta vez, en un plató más pequeño y con un decorado a retales -lo que resta identidad-.

La Noche de Rober necesita tiempo para coger rodaje, definir su concepto y que su presentador pueda fluir como en la televisión gallega. Sin necesidad de letras gigantes. Sin necesidad de prólogos explicativos del programa que son fragmentados por bruscos y anticlimáticos cortes de publicidad -evidenciando ortopédicamente que todo es grabado-. Sin necesidad de prisas que no permiten que nadie en plató parezca relajado del todo. Ni siquiera Amaia y Alfred.

Mostrar comentarios