OPINION

La reinvención del cebo de 'Aquí hay tomate': así sugestiona Telecinco a su audiencia

Fani traiciona a su novio en 'La isla de las tentaciones'.
Fani traiciona a su novio en 'La isla de las tentaciones'.

Lejos quedan los '¡qué fuerte, qué fuerte!' de Jorge Javier Vázquez en 'Aquí hay tomate'. Aquel informativo rosa incorporó sensacionalistas vídeos, denominados cebos, que intentaban llamar la atención del espectador vendiendo humo. Estas piezas pretendían retener la curiosidad de la audiencia anunciando relevancias que normalmente terminaban siendo irrelevancias. Pero conseguían su objetivo: atrapar el morbo del espectador que no podía cambiar el canal para ver si se desvelaba el entuerto. 

'Aquí hay tomate' acabó en 2008. La televisión ha cambiado mucho desde entonces, también la información en crónica social. Los famosos de las revistas han sido engullidos por los propios colaboradores y concursantes de los programas de tele-realidad de Telecinco. Ellos protagonizan las crónicas, incluso de la prensa, lo que es redondo para Mediaset: controla desde dentro la evolución de los personajes del genero del cuore y no da margen a sus rivales para ser competitivos en este ámbito. 

Pero no es suficiente. El espectador siente que cuenta con tanta oferta de contenidos audiovisuales que Telecinco necesita como nunca anzuelos para sugestionar al público para que se quede en su frecuencia. Y ahí vuelven a cobrar importancia los cebos. Sin embargo, se ha quedado atrás el vídeo o rótulo con el típico reclamo que avanza que se va a desvelar una noticia "en unos minutos". El cebo tradicional está caduco.

Ya no basta con una exagerada voz en off recalcando que durante la emisión se descubrirá un hecho inaudito que ha acontecido. Ahora se busca que parezca que ese mismo instante imperdible va a suceder en riguroso directo. Porque los cebos sólo funcionan en el show en directo que se consume por la televisión clásica, pues en el sistema de visionado bajo demanda no tienen sentido: el usuario se puede adelantar el contenido hasta encontrar el punto en el que se desvela el misterio.

La audiencia demanda reality. La audiencia se ha acostumbrado a vivir el conflicto en los propios platós.  No vale ir al lugar donde ha sucedido 'algo' en el pasado y allí ya no está la 'noticia'. Se intenta que ese 'algo' pase en tiempo real. Por ejemplo, se fuerza que salga el famoso de su casa, o al menos que el reportero pueda llamar a su telefonillo. Los programas de Telecinco van más allá de informar para pretender que ocurra en vivo la acción. Así se sugestiona a la audiencia con la percepción de acontecimiento televisivo único que es especial si lo consumes en tiempo real: está pasando, lo estás viendo. 

Y eso también se traduce en la mutación de los cebos que van superando, poco a poco, la voz en off impostada, de la que el público está inmune, para pasar a simular un tráiler de película apocalíptica. Como si fuera una serie, en formatos como 'Sálvame' o 'Socialité' la intensidad de las épicas músicas y las susurros originales de los propios protagonistas de la historia se fusionan hasta originar una estampa de histérico culebrón.

Telecinco ha adelantado a sus competidores dando al público la adrenalina de la realidad hasta en los cebos grabados y editados. Aunque, en el fondo, a su público le da igual que sea verdad. Sólo quiere evadirsea golpe de la sonrisa maquiavélica o del asombro altivo de produce la provocación de las miserias ajenas. 

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