Y lo que evidencia de la tele en directo

La respiración de Carlota Corredera en la última entrega de 'Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva'

Carlota Corredera entrando al plató del último programa de 'Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva'
Carlota Corredera entrando al plató del último programa de 'Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva'
Mediaset

La respiración de Carlota Corredera al cruzar la puerta del decorado que cobija el Estudio 6 de Mediaset ha delatado que el prólogo del programa había sido en directo. La presentadora acababa de estar en la cima de la torre más alta de Telecinco. Desde allí, la presentadora introdujo un discurso pensado para enmarcar la imagen que la cadena quiere que cale de este espacio y, sobre todo, generar expectación de acontecimiento único a lo que quedaba por ver esta noche. Lo que se consigue proyectar con más fuerza saliendo al exterior y situando al espectador como asistente en primera fila a un lugar icónico. En este caso, los propios estudios de un canal televisión desde los que se espera de pie a la protagonista, Rocío Carrasco.

Rocío Carrasco grabada en el coche mientras entra a los estudios de Telecinco
Rocío Carrasco grabada en el coche mientras entra a los estudios de Telecinco
Mediaset

Y, nada más terminar de explicar la importancia del programa y elaborar tal  expectación en el prime time, Corredera dio paso al eurovisivo Gjon's Tears, que estaba en la azotea enfrente. Más bajita. La que cubre el Estudio 7 de Mediaset, el más nuevo del complejo. Desde ese otro cielo televisivo, el intérprete se arrancó en directo a cantar el tema que ha sido sintonía del documental. La épica de 'Tout l' Univers' estaba sirviendo para poner banda sonora de una manera más efectista a la entrada en coche de Rocío Carrasco a Telecinco. Todo retransmitido casi como si fuera una final de 'Gran Hermano'. No obstante, prácticamente ya todo en nuestra televisión tiene liturgias de reality show. Hasta los formatos más informativos.

El programa cumple una regla del éxito televisivo: se toma su tiempo para hacer sentir al espectador que va a vivir una noche histórica. Para ello, cuida la intensidad de la liturgia de las entradas de Rocío, la presentación solemne desde lo más alto de los platós de Telecinco y las actuaciones musicales que contagian al espectador. Todo junto contagia al público de un nervio especial. No se lo puede perder, porque la cadena se trabaja  la apariencia de que este programa no parezca una emisión cualquiera. Aunque, en realidad, ya esté todo contado y la historia de este prime time venga con pocas novedades relevantes. Casi todo se ha escuchado antes. Pero no da esa sensación por la intensidad previa que se incorpora al serio relato de la docuserie. 

Lo que recuerda la importancia del envoltorio en televisión, de tener tiempo a crear un clímax que se incrementa cuando la propia Carlota aparece por la puerta de la escenografía, que sirve para tantos programas de Telecinco y se siente su respiración agitada cuando empieza a presentar. Le cuesta hablar. Normal. El espectador empatiza, esa dificultad evidencia que, en efecto, lo que ha visto en el exterior era en trepidante directo y Carlota acababa de bajar corriendo, durante la canción, de una torre que lleva presidiendo esos platós décadas. El previo se podía haber grabado antes, pero incluso a la hora de generar un evento social hay que dejar fluir esas imperfecciones que humanizan y terrenalizan lo ensayadamente planificado. Hay que dejar que la respiración fluya. Hay que dejar que la verdad se abra camino dentro del guion. En Telecinco lo saben y están bien atentos para incorporar con perspicacia esa verdad, a veces impredecible, a la narración de su imparable tele-reality-show. 

Mostrar comentarios