ANÁLISIS

La revolución de los 'Telediarios': el periodismo televisivo lucha contra las armas de despiste masivo

Plano general del nuevo plató del Telediario
Plano general del nuevo plató del Telediario
RTVE

Los Telediarios de Televisión Española han revolucionado su escenografía. De un inmaculado plató con una mesa como epicentro del informativo a una diáfana caja de pantallas como grandes protagonistas. Un salto que define la forma en la que ha evolucionado la manera de consumir los medios de comunicación. El espectador asiste a tantos impactos audiovisuales que necesita sentir que vive todo en directo, incluso también la información. Porque ya no sólo ve la televisión, a la vez 'tuitea', 'whatsappea' o lo que surja. Porque no paran de surgir alicientes para despistarse. Entonces, ¿cómo retener en algo la atención?

Esa paciencia menguante del público unida al progreso tecnológico, al final, está ayudando a una renovación de los espacios de noticias que buscan hacer más interesante el relato informativo. Ya no basta con resumir lo que ha pasado con un estático vídeo, hay que aportar perspectiva con creatividad. No es nada nuevo, el arte de la creatividad siempre hace mejor la televisión. También la televisión periodística.

El primer escollo que tenía TVE es el tamaño reducido de sus estudios de Torrespaña, sede de los informativos. Para solucionarlo, se ha optado por aprovechar el máximo espacio del set con una estructura de cuatro pantallas que encajan casi con las dimensiones completas del plató. Pero una escenografía con sólo cuatro pantallas no crea identidad. Podría ser cualquier programa con pantallas. ¿Cómo remediarlo? Aquí entra el casamiento entre diseño visual (la estética bien definida que se proyecta en pantalla) y la artesanía escénica. De esta forma, unas tiras de leds juegan a hacer recuadros que enmarcan las pantallas pero, también, la información.  

Contar un relato a través de videollamadas a través de las pantallas del plató en el Telediario.
Contar un relato a través de videollamadas a través de las pantallas del plató en el Telediario.
RTVE

Como consecuencia, el plató se transforma en una especie de reconocible ventana al mundo. Y la estructura de recuadros físicos de luz sirven, además, para jerarquizar la información que se presenta, ya sean datos o imágenes. De hecho, es interesante como incluso las conexiones por Skype se enmarcan dentro de una de esas cajas con orden. En la más pequeñita, sí. Así, se remedia las diferentes calidades de las señales de vídeo más amateurs, como una videollamada, hasta hacerlas atractivas al integrarlas en la liturgia escénica. Y, a la vez, el plató logra carácter propio y no se parece demasiado a otros, aunque a primera vista y aparentemente tenga la tecnología de otros. En este sentido, entra la fuerza de la incorporación del sistema Virtual Window que permite que hasta el techo del estudio se abra al exterior. O a Marte, como esta semana ha sucedido para figurar en directo el aterrizaje del Perseverance. 

Mientras tanto, el presentador ya no es sólo presentador. Directamente se convierte en un periodista interactuando con la noticia. Casi como si fuera un reportero de calle. Perfecto para Carlos Franganillo que casi ya ni se sienta en la mesa. No lo necesita, se mueve con absoluta naturalidad por un plató versátil con la mesa de trabajo en un lado y luego otro gran espacio libre y apto para cualquier situación: desde colocar los asientos para una entrevista, analizar los datos con realidad aumentada o realizar una recital musical para homenajear a Joan Margarit. Porque no hay reglas para contar una buena historia. Y ese plató permite una flexibilidad perfecta para ello, recordando que la televisión se visibiliza más si rompe con sus propios prejuicios o protocolos. Así lo hizo el Telediario cerrando con una sensible interpretación de la versos de Margarit en la voz de Miguel Poveda. Una propuesta escénica que inspiró más que una mención noticiosa clásica. 

Y es que, a veces, para cambiar las formas de trabajar con el contenido informativo es importante empezar con mutar la piel del envoltorio. Por eso, la nueva escenografía de los Telediarios de TVE es más que un nuevo decorado. La cadena ha arriesgado. Moviliza equipos con una nueva herramienta llena de posibilidades. Se ha atrevido incluso al negro rotundo, tabú en la televisión actual. Una caja oscura que se ilumina con la luz de unas pantallas que deben mirar a la calle y que representan la era de la televisión de acción en la que vivimos, donde el espectador busca viveza a la hora de contar y comentar. 

Por eso mismo, hasta la propia cabecera y la sintonía se forman en esas  propias pantallas del plató. Desde el minuto cero de la emisión, el espectador ya ve situándose a Franganillo mientras que el logo del Telediario se forma en el decorado del estudio bailando al ritmo de una nueva sintonía que, como la escenografía, huye de la rimbombancia para sonar más al compás de la credibilidad, que crea atmósfera de percepción de cadena rigurosa y emblemática, sin caer en la intensidad de la famfarria del folclore sensacionalista. Complejo equilibrio que alcanzan estos nuevos Telediarios. 

Otra de las novedades importantes es la línea gráfica. Con una tipografía que también busca esa credibilidad de la solera, recordando en cierto sentido al romanticismo de los titulares clásicos de la prensa tradicional. Decisivo: los rótulos no dan tregua en los nuevos Telediarios. Es más, realizan una coreografía constante para que el tema de la noticia se mantenga escrito en pantalla hasta cuando aparece el nombre y cargo de las personas que dan declaraciones. Con sólo un golpe de vista, el espectador sabe de qué se está hablando aunque llegue tarde al canal. O se haya despistado con el móvil. De hecho, también esa rotulación permite que se vea bien la emisión en el móvil. Es grande y se lee fácil, indiferentemente del soporte desde el que se conectando con el Telediario. 

Ya sólo falta que existan rótulos subrayando todo hasta cuando Carlos Franganillo o Ana Blanco presentan. La televisión compite con un bombardeo de impactos en las multipantallas que nos rodean y que nos seducen constantemente. El espectador siente que ya lo ha visto todo. Hasta en lo que a la información del día se refiere. Y, claro, elige el show de la polémica, el histerísmo del directo más exagerado o la efervescencia de la superioridad del zasca. Entonces, la información se desvirtúa. Lo relevante se confunde con la anécdota. Contra esto, hay que indagar en el antídoto de las ideas que movilizan lo aparentemente predominante. Y este nuevo plató tiene un superpoder para ello: cuenta con una excelente funcionalidad para que el periodismo televisivo pueda atreverse a indagar mejor en la imaginación que permite dotar de mayor autoría a cualquier historia. Y la influencia sin autoría, no existe. A no ser que tengas 'Pasapalabra' delante.

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