OPINION

La salida por la puerta de atrás de María Casado de 'La mañana' de La 1 y lo que retrata de TVE

Despedida de María Casado de 'La Mañana' de TVE
Despedida de María Casado de 'La Mañana' de TVE

La 1 de TVE va a vivir una profunda reinvención de su programación tras los malos resultados de audiencia de la última temporada, en la que la cadena no ha sabido potenciar la autoría de sus rostros. A partir de septiembre, 'La Mañana' de la primera cadena se convertirá en un magacine más amplio conducido por Mónica López, hasta ahora directora del área de meteorología del canal público.

Se queda fuera de 'La Mañana', por tanto, María Casado que se ha despedido de forma adelantada este viernes, entre aplausos de sus compañeros. Aunque los aplausos ni se han visto, ni siquiera se han escuchado.

"Yo sólo decirles que les quiero mucho, y hasta siempre", decía, emocionada, María Casado mientras lanzaba, con sus dos manos, dos besos a cámara. Estaba visiblemente conmovida. No es para menos.

Pero esto por la tele no se ha visto bien. Porque, enseguida, la realización se ha ido, en un momento tan especial, a un lejano plano general, quitando el sonido ambiente y subiendo a todo volumen una música lúgubre y anticlimática. Incomprensible. Esto puede parecer que es fruto de boicot al momento final de una compañera que se va -alejando la imagen y no mostrando ningún plano de reacción de sus compañeros- o, casi peor, simple y llana dejadez por parte de dirección/realización que tiene mecanizado un plano general para sincronizar la emisión con el Canal 24 Horas. Como si la tele fueran los engranajes de una máquina que no reacciona ante lo relevante del directo.  De ser lo segundo, que es lo más probable, esto representa, una vez más, la desidia que hoy envuelve a La 1 de TVE. Así se entienden los malos rendimientos en aceptación social de una emisora que no trasciende porque ya no emite con alma en sus grandes programas diarios.

En ese instante, que la realización del programa debía haber mostrado la sensibilidad de la despedida, la imagen se fue a un gélido plano general del plató en el que no se podía captar nada. Le quitan del programa a Casado y ni siquiera se respeta ese cierre de etapa. Se refleja así el problema estructural de La 1: la rigidez insípida que desprende todo su daytime.

¿Dónde están las narrativas televisivas en TVE? El espectador quería ver qué estaba pasando. Pero daba la sensación de que la realización ya estaba con piloto automático y no mirando la vida que estaba sucediendo ante las cámaras. No se estaba narrando con mirada la historia que estaba aconteciendo: la despedida de un rostro de la televisión pública, siendo aplaudida por sus compañeros. Ni siquiera se pudieron escuchar esos aplausos con cariño. De fondo, una música lúgubre a todo volúmen lo sepultaba todo.

Esta imagen, al final, radiografía la pregunta de por qué TVE es invisible para la sociedad. No es próxima ni cercana, como sí lo fue en su rica historia. Cualquier realizador histórico de la casa huiría de los corsés para estar atento a explicar con empatía y reflejos bien la historia que siempre se narra mejor en primer plano. Porque la emoción siempre se narra en primer plano. Y la televisión sin emoción no existe. Menos aún en el género del magacine, que debe cuidar los matices que construyen el todo de su relato, donde los principios... y los finales son decisivos. Como se ha visto en emisión esta despedida evidencia que en TVE es todo más rígido que antes, más miedoso, menos vivo.

Normal que María Casado no haya aguantado hasta el final de temporada, cuando se le ha cesado por la puerta de atrás en un momento tan complejo, en el que todos los profesionales que están en primera línea han estado incluso primando profesión a salud. Si TVE sabe mirar, entenderá que Casado ya es un rostro de la corporación que puede brillar mucho más en otros formatos mejor articulados.

Este feo plano final es antitelevisivo. Y constituye una foto fija transparente de la dejadez que hace que La 1 de TVE sea cada vez más irrelevante, más fría, más gris. Y la televisión es color, es escuchar, es calidez. Es saber acabar el programa mostrando mejor aquello que sucede y no silenciándolo en un largo plano general que no cuenta nada, que invita a que te vayas a otro canal en busca de resquicios de vida. Como casi todo ahora en TVE. Qué triste. Qué pena.

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