ANÁLISIS DE UN RETO COMPLICADO

La sonrisa de Nuria Roca y la dificultad de 'El Hormiguero'

De 'Waku, Waku' al programa de Pablo Motos: crónica del valor de la experiencia. 

Nuria Roca al frente de 'El Hormiguero'.
Nuria Roca al frente de 'El Hormiguero'.
Antena 3

'El Hormiguero' no es un programa fácil de presentar. Su complejidad radica en que es un carrusel de creatividad muy unida a la curiosidad de su creador, Pablo Motos, y a la malicia televisiva de su otro inventor, Jorge Salvador. De ahí que el formato, muy bien diseñado, sea un bastión difícil de gestionar. Llevar el mando en directo de 'El Hormiguero' es contar con la habilidad de equilibrar muchos reflejos: saber escuchar a un entrevistado sin que se te queden preguntas en el tintero, aguantar el ritmo de los personajes que van apareciendo con complejas secciones y estar al quite para tener siempre la respuesta lúcida para la mordacidad de las hormigas. Y es que Trancas y Barrancas ejercen de fundamental contrapunto del buen show de televisión. Visten el espectáculo con el abrigo de sus comentarios de ingeniosos guionistas y así arropan al presentador en el frenesí del directo. Aunque sea descolocándolo.

Aguantar tantos impactos en prime time es complicado. Más aún si el programa en cuestión está tan marcado por la personalidad y el instinto de Motos. Pero, de repente, por primera vez en quince temporadas, ese omnipresente conductor debe faltar por ser positivo en Covid y es sustituido por Nuria Roca. Y resulta que, ya desde su primera noche, ella consigue que parezca fácil lo difícil. Es más, desengrasa el programa con una naturalidad aplastante. La audiencia la aplaude, pues Roca no sólo entiende un espectáculo al que lleva vinculada desde sus orígenes, sino que también comunica a través de la sonrisa de la complicidad. Esa sonrisa transparente y luminosa que habla al público sin necesidad de decir nada.

Es curioso que, a pesar de la responsabilidad que suponía y sabiendo que todos los ojos mirarían con lupa su labor, Nuria Roca ha transmitido desde el minuto uno tranquilidad y capacidad para relativizar. Irradiando que quiere hacerlo bien, claro, pero sobre todo haciendo al espectador partícipe de la situación. Así todo es más sencillo, sin máscaras, y el público se transforma en aliado. No ha habido en ella la avaricia de buscar la perfección, sólo el disfrute de intentar estar al nivel de la oportunidad que se le ha dado. De esta forma, Roca se permite descargar la tensión de hacerse cargo del buque insignia que es 'El Hormiguero' y se pone a jugar, eso sí, mientras no pierde el compás del orden narrativo que debe seguir el programa. Un objetivo que consigue con destreza, gracias a una amplitud de miras curtida en una larga experiencia en televisión.

No hay que olvidar que Nuria Roca llegó a la televisión nacional de la mano del maestro de la orfebrería de la creatividad televisiva: Chicho Ibáñez Serrador. Ella ya había destacado en la televisión valenciana, donde brilló con esa espontaneidad que sigue intacta desde que pisó un plató por primera vez para participar en un concurso. Años más tarde, Serrador se planteó que fuera ella una de las presentadoras de 'El Semáforo', junto a Jordi Estadella, si bien, al final, se decantó por el perfil más cómico de Asunción Embuena, que servía de antagonista extrema de la vedette Marlenne Morreau. Pero Serrador no olvidaba y cuando se decidió recuperar 'Waku, Waku', pensó en Roca. Tras más de un programa piloto, esas grabaciones que se realizan de prueba, la presentadora se ganó el puesto.

La dificultad de trabajar con Ibáñez Serrador radicaba en que había que controlar un guion muy férreo y, a la vez, atesorar la cualidad de enriquecerlo sin desvirtuarlo con la imprevisibilidad que surgiera del juego. Nuria Roca pasó la prueba de 'Waku, Waku' con éxito. Y después vendrían multitud de formatos, algunos en el mismo horario que 'El Hormiguero', como fue el caso de 'Nada Personal' en Telecinco. Pura corrosión de guion con Roca junto a otras dos mujeres, Maribel Casany y Llum Barrera, dos grandes con la habilidad añadida de hacer comedia en vivo y en directo.

Ahora Nuria Roca ha vuelto a comandar por sorpresa un programa del access prime time, el más complicado y asentado, 'El Hormiguero'. E iba a ser para un día y ahora serán más debido a la confirmación del contagio de Pablo Motos. Es obvio que ella era la mejor para hacerlo, por su vínculo con Motos y por su trayectoria indiscutible. Que lo esté haciendo tan bien no debería ser una sorpresa para nadie. Solo hay que ensalzar y proteger el valor de la experiencia. Y el colchón de seguridad todoterreno que otorgan tantos años ante la cámara a una profesional como ella.

Roca probablemente se encuentra en su mejor momento. Ya no es sólo una presentadora que interpreta el guion memorizado con eficacia y a la primera. Ahora también es más ella misma que nunca, una compinche del público que entiende que en televisión es tan importante aceptar lo que viene como quitarle hierro e intensidad para que nada te impida disfrutar y hacer disfrutar. Incluso cuando tienes que ocupar una silla que puede imponer, pues en quince años no la ha ocupado nadie más. Esperemos que la televisión aproveche ese tesoro que es la tranquilidad de la experiencia. Y a las presentadoras veteranas como Roca, que consiguen hacer de cualquier plató un lugar cálido en el que te apetece quedarte.

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