EL SHOW DE LAS MISERIAS AJENAS

La televisión que gritó 'mala madre'

'Rocío: contar la verdad para seguir viva' es un documental sobre Rocío Carrasco que también supone una catarsis de las dinámicas destructivas de la prensa del corazón. 

Rocío Carrasco, en el documental de Telecinco
Rocío Carrasco, en el documental de Telecinco
Telecinco

"He contribuido", dice Belén Esteban. Yo también "he contribuido", reflexiona, más tarde, Jorge Javier Vázquez. El plató en completo silencio. De hecho, el propio programa hace hincapié en el silencio. Así se dota de más épica al momento.

Rocío Carrasco ha hablado por primera vez. Lo llaman serie documental, un nombre rotundo para vestir de más credibilidad a la apuesta televisiva. Pero, además, este programa supone una especie de catarsis en las tripas del mundo del corazón. Un negocio que ha hecho grandes audiencias y ha obtenido mucho dinero enjuiciando a los rostros a través de una rentable crispación. De esta forma, el propio programa muestra cómo el show del sensacionalismo destruye vidas. Incluso el documental recopila imágenes de estrellas de la misma cadena, Telecinco, recalcando que Rocío Carrasco es "mala madre".

Esta secuencia plasma la mecánica de una factoría de entretenimiento que vive de comentar cómo viven los demás. Es más incidir cómo deben actuar. Telecinco lo muestra muy bien hoy en 'Rocío: contar la verdad para seguir viva' y, después, probablemente volverá a tirar de la réplica incendiaria de Antonio David Flores, que lleva años trabajando como 'despotricador' en los platós de la cadena. Pero, ¿deberían los programas de Telecinco dar voz a Antonio David Flores después de este prime time? No, para ser coherentes. Pero la coherencia no existe. Aquí manda un show perfectamente planificado.

Mediaset y la productora 'La fábrica de la tele' demuestran ser unos maestros a la hora de generar un evento social. No sólo emiten el documental, lo envuelven con la energía del inesperado directo. Saben crear el ambiente. No van con prisa, gradúan la intensidad que merece el relato cuidando las liturgias escénicas. Son las que dan más entidad al formato. Así, la emisión ha empezado con el himno musical que ha otorgado más heroicidad a esta producción. El propio representante de Suiza en Eurovisión, Gjon’s Tears, ha estado en el Estudio 6 de Telecinco interpretando su canción para empezar el programa. Mientras, en la gran pantalla del plató se iban proyectando imágenes de la vida de Rocío Carrasco. El público ya estaba sugestionado, observando pasajes de la existencia de una persona que ha visto crecer desde pequeña por ser hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco.

Los rituales de la luz, la música e incluso los silencios ayudan al programa a definir un tono de emoción trascendental que sumerge al espectador. Y el propio documental también crea una iconografía con elementos físicos para diferenciarse de una simple entrevista. En este caso, se pone en el centro de la grabación un proyector que pasa a ser relevante. Hasta está presente en plató, junto al presentador Jorge Javier Vázquez. Este aparato proyecta a Rocío su vida en una pantalla. En su propia cara también se proyectan frases: como 'mala madre', que repetían los programas del propio Telecinco en el que ahora ella habla tras cerrar un buen contrato económico.

Ese todos diciendo 'mala madre', al final, es una radiografía de los modus operandi depredadores del corazón y, a la vez, del machismo social en el que la mujer siempre está en desventaja. También a ojos de otras mujeres. Sentenciada si no actúa públicamente como la sociedad patriarcal espera de ella. Es lo que muestra el trasfondo del documental de Rocío Carrasco. Un programa creado con astucia para pulverizar audiencias con ese mismo morbo de cotilleo básico que tanto daño ha hecho durante décadas a la propia Rocío Carrasco. Paradojas.

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