OPINION

'La Voz': la evolución del género del talent show para retener a una audiencia más impaciente

Paulina Rubio, La Voz
Paulina Rubio, La Voz

El concurso musical clásico está convirtiéndose en una especie de híbrido con el género documental. Así, 'La Voz' ya es más un docushow que un talent show.

El programa apuesta por una elaborada postproducción en la que se juega con la cronología del tiempo real para retratar con frenesí las reacciones emocionales de concursantes y, especialmente, del jurado.

En una época en la que el espectador cada vez tiene menos paciencia, hay que dotar a la historia de más impactos y giros de guion. Ya no valen las galas conservadoras con sus vacíos dramáticos y sus pausas argumentales entre número y número. En 'La Voz' todo es información. No se deja margen al despiste del público y ahí son decisivas las grabaciones fuera de "la gala", en los ensayos y entre bambalinas.

De hecho, ya nada más salir del escenario, el equipo del programa toma declaración a los concursantes con una cámara al hombro. Detalle crucial, porque ahí están aún "en caliente" y los participantes se abren más ante los redactores debido al fervor de la adrenalina del subidón del momento. De esta forma, el formato logra declaraciones más emocionales que, luego, encaja a una emisión que sería muy complicado de realizar en directo.

Cada grabación en las entretelas del plató se encaja como un puzzle en la evolución dramática del resultado final. Y en 'los asaltos' de 'La Voz' de Antena 3 este laborioso tejido de imágenes de reacciones, durante y fuera de las canciones, propicia que el papel de la presentadora Eva González pase a un segundo plano.

El programa está tan editado, con los vínculos e historietas entre el jurado, asesores y sus pupilos, que la función de la maestra de ceremonias se reduce. Al igual que sucedía en 'MasterChef'. Porque los protocolos de los presentadores de antaño ya no se necesitan. Como todo está grabado, la historia se articula mejor a través de las acciones de sus protagonistas para que nadie se aburra ante un discurso explicativo.

Y 'La Voz' cuenta con una dinámica tan sencilla que las explicaciones prácticamente sobran. La fuerza del programa recae en el documental que narra la experiencia de los coaches jugando para ganar. Antonio Orozco, Luis Fonsi, Paulina Rubio y Pablo López son los cabezas de cartel y los grandes beneficiarios publicitariamente del programa, pues 'La Voz' es un escaparate en donde se ve su lado más terrenal y simpático.

Cuando no es en directo, el talent show es más un docushow que adereza la fórmula de programa tradicional con el género del documental más pegado al espectáculo. Es una de las maneras de aguantar esa curiosidad tan volátil del espectador al que hay que dar un valor extra para que vea el programa en la emisión tradicional y no después, por partes,  'a la carta'.  Es una de las maneras, pero no la única. Menos aún en España, donde el público premia la emisión en directo. Ahí 'La Voz' también jugará su batalla en el desenlace. Ahí será la oportunidad de Eva González. Porque los presentadores, si se les deja soltar su carisma, también son un vibrante aliciente para aguantar el interés de los programas.

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