OPINION

Las 12 indómitas tretas de las galas de José Luis Moreno que ya ha superado la TV de Navidad

José Luis Moreno en 'Tú sí que vales'
José Luis Moreno en 'Tú sí que vales'

José Luis Moreno ya no dirige galas de Navidad. Así que la televisión ha perdido sus indómitos trucos con los que sus 'noches de fiestas' parecieron infalibles durante décadas, pues lograban grandes audiencias. La tele en España ha crecido y ha superado aplausos forzados y otras artimañas para aupar el share. Sin José Luis como director, la tele ha perdido estos trucos catódicos que se repetían año tras año:

1. Obligue a sus presentadores, ballets y público a aplaudir. Aplaudir todo el rato. Sin cesar. Incluso cuando se habla a cámara. Constantes y ruidosos aplausos de fondo para que la gente sienta el nervio de la caótica fiesta en sus casas. Así el público se quedaba en tensión, contagiado por la percepción de que lo que sucede en plató es una celebración desquiciada. Aunque en la vida real nadie aplauda mientras se está hablando, pero todo sea para crear el ímpetu de la emoción.

2. Que los protagonistas vistan como si fueran a un banquete de bodas.  Aunque nadie se vista así en la realidad, el estilo de príncipes y princesas vendió mucho en la tele rococó durante años y años. Porque la tele de los años de la prosperidad del boom inmobiliario nos hacía creer que ir de 'glamourosa' fiesta era aspirar a disfrazarse del enlace matrimonial más hortera.

3. Las encuestas sexistas son la mejor excusa para cualquier guion de presentación de cualquier actuación. Esos mismos maestros de ceremonias, que estaban vestidos de princesas y príncipes, daban paso a los números musicales o cómicos citando supuestas encuestas que servían para todo y que estaban cargadas de clichés de 'cuñados' para la carcajada del auditorio. Esa lucha de tópicos de mujeres y hombres... cuánto daño hizo desde un estigmatizador prime time.

4. Introduzca teatrillos, también sustentados en manidos tópicos del mundo-tasca sobre el hombre, la mujer y la infidelidad. Y repita el mismo guion cada año. Nadie lo notará. O tal vez sí.

5. Apueste por desfiles de modelos. Y que entren a la vez motoristas, que siempre luce más. Cuanto más personal en escena, mejor. No es baladí. 

6. Contrate atracciones visuales. Sin demasiada ropa. Por aquello de que el erotismo sube el share.

7. Llene el estudio de bailarines. De tres estilos: ballet moderno, ballet flamenco y ballet florero (que no baila nada, pero posa). Vale, esto sigue siendo fundamental: que el escenario no se quede vacío. Pero mejor que los bailarines sepan bailar de verdad...

8. Invente una coreografía asequible para todos los públicos. Vamos, que sea fácil de bailar desde casa. Porque en las 'noches de fiesta', repetimos, daba igual que los bailarines fueran buenos, lo importante es que estuvieran de buen ver e hicieran bulto escénico.

9. Lance globitos de colores sobre el artista. Muchos globitos. Está sobrevalorado que peguen con la canción. No tienen que venir a cuento con el tono del artista.  Ni siquiera el compás de la melodía.

10. Tire más globitos. Todo el piso lleno de globitos de colores. Nunca es demasiado. Es crucial que en el escenario pasen cosas y, como consecuencia, se recargue de cosas. Aunque sean cosas sin ton ni son.

11. Si algo va mal, cante. Aunque no sepa cantar. Pero quedará entrañable como apoteosis.

12. Y, por supuesto, termine siempre brindando. Con elegancia de príncipe de polígono, rodeado de bailarines que no bailan, pisando esos globitos de colores que cayeron del techo sin necesidad. Brinde y despídase diciendo unas ñoñas palabras sobre un incesante y ruidoso aplauso como banda sonora incesante y constante. Palmas sin tregua. No vaya a parecer que eso no parezca una sensacional noche de fiesta.

Tácticas que funcionaron al productor durante décadas porque con este cóctel de aplausos y multitud de gente en el estudio lograba generar una épica especial. Tenía en tensión a sus colaboradores y proyectaba sensación de jolgorio de verdad que cuando lo intentaban reproducir otros no quedaba igual, ya que había demasiado vacío en el decorado. Demasiado silencio y falta de caóticos extras llenándolo todo. Pero la televisión también es organización y los programas espectáculo de hoy ya van por otros derroteros en los que sigue siendo necesario que 'las galas' contagien fervor de fiesta, pero más crucial es que sean una experiencia visual en lo que lo artístico sea más importante que el ruido insustancial.

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