OPINION

Los escollos a los que se enfrentará 'Operación Triunfo' en su retorno

Noemí Galera en la Academia de OT2017.
Noemí Galera en la Academia de OT2017.
Noemí Galera en la Academia de OT2017.
Noemí Galera pensando el trabajo que tiene por delante.

Habrá nueva edición de OT en otoño. Confirmado. El consejo de administración de TVE ha decidido continuar con el talent show tras el éxito de esta edición. A favor de la renovación está el hecho de que el programa ha terminado en un punto álgido de aceptación social, así que, como mínimo, la cadena se asegura un retorno del formato con gran expectación. Seguro: el estreno de OT 2018 también será un éxito.

Tras el triunfo de OT 2017, la audiencia conectará con el nuevo OT para observar de primera mano la evolución del renovado formato y descubrir quiénes son los nuevos concursantes. El camino hacia la décima temporada está, por tanto, allanado. Y, así, cadena y productora -Gestmusic- amortizan mejor la inversión que supondrá levantar, de nuevo, una Academia de estas características, aunque sus paredes sean de usar y desmontar.

Pero ¿qué pasará después de la gala cero de OT 2018? A partir de ahí, sólo es posible especular, porque, tras la curiosidad inicial, la continuidad del furor por OT volverá a depender de la verdad que contagie el nuevo casting. Ahí se la juega siempre OT, que debe evitar el problema que ya sufrió el salto de OT1 a OT2 y que podría reproducirse, incluso ahora en mayor medida. Porque esta edición de Operación Triunfo ha desmontado muchos prejuicios sobre el género del reality y talent show, lo que propiciará que un abanico mayor de artistas con solvente preparación y trayectoria más marcada se presenten a las próximas audiciones. Algo parecido pasó hace 16 años cuando se presentaron al nuevo OT cantantes como Vega, Nika, Mai Meneses o Manuel Carrasco. El casting de OT 2 fue mucho más perfecto en calidad artística pero también más frío a la hora de conectar con el público.

Amaia, Aitana, Alfred y compañía han enganchado a la audiencia por ser tremendamente carismáticos pero también sensibles, humanos, naturales de verdad. Con el largo descanso del formato, se consiguió reunir una cantera de nuevos concursantes que, de tan jóvenes, ni siquiera vivieron el fenómeno de OT1. Eso les ha venido genial a la hora de resetear el concurso, pues no entraron resabiados ni con poses ni con referentes cercanos en el tiempo. No querían ser como nadie, así que se dedicaron a ser ellos mismos. Los concursantes de la próxima edición, sin embargo, tendrán muy vivo el recuerdo de este recién acabado OT y conocerán el poder de la emisión en directo en YouTube, su repercusión en las redes y las múltiples oportunidades de promoción que ya les supone su propio comportamiento en la Academia. Y el público también será cruel: al que sea gracioso le compararán con Roi, a la más pizpireta la llamarán "nueva Aitana" y a los que tengan la suerte de enamorarse les acusarán de querer ser como Amaia y Alfred. Habrá sustos, pedos, gamberradas... y las comparaciones serán odiosas.

Por suerte, Noemí Galera, en su larga trayectoria, ha aprendido a encontrar la autenticidad por encima de perfiles determinados, consciente de lo importante que es dar con artistas quizá menos perfectos pero repletos de carisma, potencial y capacidad de evolución, algo esencial en un programa con una academia de aprendizaje. El reto será aún mayor en OT 2018, pero a los concursantes elegidos no les quedará más remedio que mostrar su esencia sin intentar parecerse a nadie.

La otra asignatura pendiente que tiene el programa estará en modernizar las galas semanales, que mantenían una escaleta muy rígida. Un programa que se consume tanto en directo como a través de las redes sociales debe ofrecer un aporte extra más allá de los vídeos que resumen la convivencia en la Academia y que muchos seguidores ya han visto en las redes. Se pueden enriquecer con planos de reacción de los concursantes en directo o incluso reinventando estos vídeos con la visión de los profesores o las familias de los concursantes. Sin olvidar el impulso que Operación Triunfo necesita en lo referente a escenografía...

OT 2017 ha logrado que las actuaciones de los concursantes sean lo que más importe, pues el espectador, gracias al canal 24 horas y la posibilidad de compartir en sus redes los momentos estelares de la convivencia, ha estrechado tal vínculo con los alumnos, que ansía comprobar cómo realizarán la puesta de largo de su número musical. Y ahí, ya en 2018, la televisión en España se merece contar con unas puestas en escena más elaboradas desde un punto de vista global y no como elementos inconexos. La realización, la iluminación -Gestmusic cuenta con uno de los mejores iluminadores del país-, coreografía de los bailarines, atrezo, grafismo e interpretación deben ir todos juntos coordinados al unísono para transmitir el mismo mensaje o emoción en escena.

Una escena que ha de evitar lugares comunes. Si Amaia interpreta 'Miedo' de M-Clan, por ejemplo, la puesta en escena no necesita imágenes tópicas de película de terror (que si unas puertas de una mansión tétrica y unas dos manos gigantes estampadas a la pared como si de una niña asesina se tratara). De ese tipo de miedo no va la canción, que habla de un terror más poderoso como es el de los finales que irrumpen en nuestra vida. Menos mal que la emoción de Amaia logró que nadie se fijara en ese envoltorio que transmitía un mensaje opuesto que la sublime y sensible interpretación de la joven artista.

La puesta en escena, sobre todo a la hora de colocar a los artistas en el escenario y dirigir su proyección a cámara, todavía flojea en España salvo excepciones, como Tu cara me suena. Eso sí, Tu cara me suena cuenta con la ayuda que en gran parte de los casos las actuaciones se inspiran en videoclips o números icónicos. En OT es hora de realizar el ejercicio contrario: crear estampas musicales novedosamente icónicas para la historia de la televisión. Es la manera de que el espectador masivo se enganche más a la emisión tradicional de Operación Triunfo. Con un buen casting y una buena dirección artística, el público no querrá faltar a la cita semanal de la emisión tradicional en La 1 de Televisión Española, pues sabrá que, entonces, se perderá un espectáculo memorable que comentar en vivo y en directo.

La fusión de la experiencia de los equipos técnicos de TVE junto con la visión televisiva de los equipos artísticos de Gestmusic, con la inteligencia al frente de su director Tinet Rubira, puede ser el casamiento perfecto -si se encajan bien las piezas del puzle- para derribar ese hándicap de la televisión en España. Ahora, tal vez, sólo falta más tiempo en la elaboración de cada gala para estar a la altura de la circunstancias.

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