Juego verbal

Las palabras que distinguen la buena y la mala televisión

Seis palabros que son claves en los medios de comunicación.

Paloma Chamorro en 'La edad de oro'
Paloma Chamorro en 'La edad de oro5
Borja Terán

Hay palabras clave que pueden ayudar a hacer mejor o peor televisión. O, al menos, más sincera. Si son bien utilizadas, claro. Juguemos a palabros concretos que, a la vez, pueden estimular a los medios de comunicación y sus profesionales a hacer contenidos honestos con su tiempo.

Palabro 1: condescendencia 

Creció en los ochenta con los programas de testimonios lacrimógenos y, desde entonces, se ha ido propagando por todo tipo de formatos que buscan la emoción con un toque de desdén hacia el espectador. Sucede en talents shows, en los largos magacines y hasta en algunos informativos cuando se incide en esa historia de "superación" tratada con cierto paternalismo que transforma a personas en "personitas".

También pasa con la manera en la que algunos pretenden tutelar lo que ve la audiencia: los controladores de la moral, tratan con condescendencia al público general y provocan miedos que merman la diversidad de contenidos. Los programas de Paloma Chamorro rompieron con todo eso en una España de los ochenta peleando por ser libre. Y, claro, salían algunos ofendidos que pretendían que nadie viera lo que ellos no querían ver. Hoy esto que dijo Paloma Chamorro sigue estando vigente, casi cuarenta años después. De hecho, atentos a su reflexión, pues sigue siendo útil en el futuro de intensidad e indignación al que nos encaminamos. 

"Quiero advertir que en este programa de hoy, aparecerán algunas imágenes y quizá otros contenidos que pueden resultar inadecuados, molestos o incluso ofensivos para espectadores poco formados o de sensibilidad delicada. Les recordamos que existe otra cadena y, si no, otras ocupaciones. Hay muchas personas a quienes sí les interesan estas cosas y nadie tiene la obligación de ver la televisión todo el tiempo. Estas son unas horas más que discretas y este es un país adulto y plural y creemos que, por lo tanto, se merece una televisión adulta y plural". Han pasado casi cuarenta años y esta aguda argumentación de la valiente, innovadora y culta Paloma Chamorro sigue estando de vigencia. Es más, hoy, a veces da la sensación que, en vez de incidir en abrazar la diversidad que construye espectadores, lectores u oyentes críticos, se busca al espectador, lector u oyente creyente. Ese que no quiere que se vea lo que no le gusta. Y eso, desde luego, nos hace menos libres.

La condescendencia, por tanto, es una palabra a derribar siempre. Tanto en el tratamiento de los contenidos de cualquier género, como en la relación con el espectador. 

Palabro 2: Transparencia

A diferencia de la condescendencia, la transparencia siempre es un buen aliado en televisión porque logra generar lazos entre el espectador y el profesional. Porque se empatiza con más energía con ese comunicador que transmite naturalidad con la que te puedes identificar en el día a día. María Teresa Campos es el claro ejemplo. Su carisma está vinculado a su capacidad de compartir con generosidad cada sensación con el espectador, siempre con ingenio. Que recibe a una invitada que no quería venir a la entrevista, pues cuenta en conchabanza con su público los intríngulis que no siempre se ven. Así le pasó con Gloria Fuertes. Y la contestación de Fuertes no decepcionó. Con rima y todo, por supuesto: "No quería venir hoy. Me llamasteis ayer, y pensé: de hoy a mañana, no tengo los tirabuzones ni nada".

Palabro 3: Imprevisibilidad

La mejor naturalidad, esa que es transparente, va en muchas ocasiones unida a la imprevisibilidad que quita tantos corsés a la televisión. En épocas de algoritmos y estudios minuciosos de audiencia que clonan fórmulas del éxito, los espectadores celebran la creatividad que no puede prever. Incluso la comunicación con arranques de sinceridad que no todos se atreverían a decir. Pero que el espectador conecta con ellos rápidamente, más aún en épocas en los que las autocensuras se amplifican por no molestar a alguien y que surja un trending topic. En esto de imprevisible, Carolina Ferre es una magnífica representante. Su espontaneidad hace que, de repente, en una tarde de verano a los mandos del magacín de Telecinco, 'A tu lado', casi animara al público a irse a otro canal porque anunciaba que ese tramo del programa siempre "se hacía larrrgo".

Palabro 4: Sorpresa

La imprevisibilidad no deja de ser 'sorpresa', una de las grandes aspiraciones de la televisión que, en cambio, ha ido vaciando su significado en los últimos tiempos. Porque se pretende sorprender pero, a la vez, se destripa todo antes para que el espectador no se lo pierda. Contradicciones. Por lo tanto, el efecto asombro se desvanece. Es la era del spoiler. Sabemos hasta prácticamente en día exacto en el que se dan los premios gordos en los concursos cuando, tradicionalmente, la gran baza era que el espectador pensara que cualquier día puede ocurrir. No sólo cuando te avisan o te lo insinúan. Era la fortaleza de 'Sorpresa, sorpresa'. El programa de Antena 3, que adaptó un show con el que triunfó Raffaella Carrà en Italia, conseguía que su audiencia masiva se sentara cada semana delante del televisor porque en todas las entregas podía irrumpir en el teatro un gran artista internacional que dejara al personal boquiabierto. Aunque no todas las semanas estaba Whitney Houston... como nunca se avisaba quién iba, todas las semanas el público potencial del show esperaba con ilusión lo inesperado.

Palabro 5: Ironía

La ironía salva lo que toca. Incluso Jorge Javier Vázquez sale indemne de (casi) cualquier contenido que presenta, por muy tramposo que sea, porque maneja con destreza la corrosión. Esa comedia inteligente que relativiza hasta evidenciar lo superfluo y destacar el matiz relevante. Ahí se sustenta el éxito de la televisión que trasciende. Todos los grandes presentadores suelen manejar con destreza la ironía. Pero, por supuesto, pocos al nivel irrepetible de Rosa María Sardá que entremezclaba cultura, libertad, interpretación y sarcasmo con una inteligencia tan magistral que, nos dejó las mejores galas de los goya. Incluso cuando ella no presentaba. Las carcajadas cada vez que abría la boca en su aparición en la ceremonia de 2010, compartiendo brillante gag con Buenafuente, lo corroboran: "Más de la mitad del público nos odia en este momento. De cada cuatro nominados, gana uno... imagínate cómo está el patio". Y continuó: 

Palabro 6: honestidad

Aunque probablemente la palabra más crucial es la honestidad, que quizá también tiene mucho en común con la ironía, con huir de la condescendencia y, por supuesto, con la naturalidad. La objetividad no existe, pero el rigor y la honestidad sí. En una época en la que la televisión se ha homogeneizado en un ir y venir de impactos monolíticos -todos los talent shows tienen la misma estructura, todos los magacines repiten mismos moldes...-, el público acude con más fidelidad a aquellos prescriptores auténticos con los que cimenta un vínculo de lealtad. Porque comparten con ellos hasta sus debilidades. Al fin y al cabo, las imperfecciones son parte esencial de lo que nos hace especiales.

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