OPINION

Las sintonías olvidadas de los programas que intentaron ser 'El Grand Prix' (y no lo consiguieron)

Una captura de Ramón García en 'La llamada de la suerte'
Una captura de Ramón García en 'La llamada de la suerte'

La televisión de los años noventa nos dejó grandes sintonías para la posteridad. Los creadores televisivos comprendían la necesidad de arrancar sus shows con una gran apertura, que se sontenía en una canción pegadiza, aderezada de un reconocible baile, para sumergir al público en la apoteósica emoción que requería el formato de turno. Así se dotaba al espectáculo de una percepción de acontecimiento mediático que si te lo perdías no tenías nada de qué hablar al día siguiente. 

Y, claro, los grandes concursos como '¿Qué apostamos?' o 'El Grand Prix del verano' no tenían prisa a la hora de preparar largas cabeceras festivas. Era una práctica habitual, que se repetía en los grandes formatos que preparaba la productora Europroducciones para TVE y que se solían rodar desde el plató más amplio de la televisión en España, dentro del ya desaparecido complejo de los Estudios Buñuel.

Todo era grande. Y Ramón García, con su espontánea habilidad para comunicar y su profesionalidad a la hora de controlar cada necesidad del plató, era el presentador perfecto para estas citas. De hecho, TVE intentó probar otros espacios que siguieran la estela de '¿Qué apostamos?' y 'Grand Prix' con irregular fortuna.

Si '¿Qué apostamos?' se fue introduciendo en la programación para que el espectador lo fuera conociendo a través de una microsección en 'Hola Raffaella', en la que se hacían pequeñas pruebas, lo mismo sucedió después dentro del propio ¿Qué apostamos?. Un día, el programa de la ducha se transformó en un concurso entre familias. Era el germen del show 'Todo en familia', que se estaba testando para aterrizar después en la parrilla con cierto éxito, aunque no de tan calado como sus predecesores.

Por supuesto, 'Todo en familia' también contaba con una tarareable y rítmica sintonía, que no se ha quedado en el imaginario colectivo pero que vuelve al área nostálgica de la mente con sólo escuchar unos acordes.

Mucho subidón musical, mucho sintentizador, mucho ritmo y mucho baile. De hecho, el ingenioso y rápido de reflejos García hasta bromea hábil en su presentación, rescatada en este vídeo, con que las bailarinas no paran de bailar mientras el ya está en escena. Garcia siempre sabiendo ver lo que el maquiavélico espectador ya está pensando.

Otro formato con una coreografía de cámaras, baile y música en sus primeros minutos es 'La llamada de la suerte' que también condujo Ramón García en el prime time de La 1.

Este espacio pretendía reproducir el boom de un consolidado formato italiano que convertía el plató en una gigante terminal telefónica que, también, se intentó introducir en 'De domingo a domingo' en Telecinco, de la misma productora Europroducciones y con otra sintonía que sí que se quedó en la memoria.  Vamos que si se quedó...

Tantas telefonistas no tendrían sentido en la televisión de hoy. La estampa es rancia a nivel tecnológico y, a la vez, social. Pero sí sigue vigente rla elevancia de las sintonías para levantar al espectador e inyectar en la experiencia de visionado del programa ese superpoder de que asistes a un apoteósico evento que, quizá, sea irrepetible. Ahí está una de la sutil clave del éxito de formatos como 'Gran Hermano' o 'MasterChef'. Ninguno de los dos descuida las entradas de sus emisiones con introducciones que son apariciones estelares de sus protagonistas. La televisión en España gana cuando entiende la necesidad de dibujar bien los protocolos que proyectan que la emisión en directo está viva. Un buen comienzo dramatizado es crucial para lograr esa abstracta energía de estar asistiendo a un imprevisible hecho televisivo.

@borjateran

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