ANÁLISIS

Las telenovelas turcas desbancan a las series españolas del prime time nacional

Mujer, la serie turca que triunfa en Antena 3.
Mujer, la serie turca que triunfa en Antena 3.
Atresmedia

Por primera vez en años, Telecinco va a rebufo de Antena 3 con una decisión de programación. Normalmente ha sido al revés. De 'El Bus' a 'La Voz'. Pero paradójicamente es con el éxito de las telenovelas turcas en Atresmedia, con el inesperado buen rendimiento de 'Mujer' y el actual resultado competitivo en audiencias de 'Mi hija', cuando Mediaset ha decidido contratacar con el estreno de otro serial de este calibre 'Love is in the air'. Pero su estreno, en todos los canales de grupo y promocionado hasta la extenuación, no ha funcionado. Ha llegado tarde y mal colocando su serial frente a un fuerte 'El Hormiguero'. Lo contrario que hizo Antena 3 al colocar el estreno de 'Mujer' y 'Mi hija' en días de poca competencia. 

Pero la acogida de las series turcas es una realidad, sobre todo las que son dramones. Un rentable negocio para las cadenas. Tanto 'Mujer' como 'Mi hija' como 'Love is in the air' se compran a un bajo coste y son ideales para rellenar horas y horas de canales temáticos de esos que llaman con la denominación demodé de 'cadenas femeninas'. Pero encima, ahora, están liderando el prime time generalista con todo lo que eso supone: rentabilidad absoluta al ser cintas a precio de saldo.

Mientras tanto, las series españolas que siempre nos han acompañado retratándonos como somos y construyendo una interesante industria audiovisual van desapareciendo del prime time de las cadenas privadas. De hecho, esta semana sólo TVE tiene producción propia española, con 'La caza: Tramuntana' y el retorno de la emblemática 'Cuéntame' el jueves. También Telecinco este curso ha estrenado lo nuevo de 'La que se avecina'. 

Pero quiénes congregan las más rentables audiencias son las telenovelas turcas. Seriales de saldo que elevan el share. El motivo: están consiguiendo atraer a un público más envejecido que sigue conectado en la televisión lineal y que todavía no está en la televisión bajo demanda.

Este particular boom ha venido muy bien a las empresas televisivas en un momento de incertidumbre como el que asistimos, cuando inevitablemente se frena el riesgo ante un panorama insólito. Pero, a la vez, esta situación no puede provocar un retroceso en la osadía a la hora de narrar historias al compás de la sociedad española. Ahí, desde los años setenta, casi nunca han fallado en España las grandes series de televisión. Casi siempre avanzando al compás de la idiosincrasia del país.

De ahí que España se haya mantenido como gran productora en series. Es más, sólo las series españolas destacaban en prime time. Sin rival. Eso está cambiando. Y eso a medio plazo puede ser un problema para las cadenas tradicionales que se olvidan de su futuro público potencial, que las observa como desfasada mientras sólo confía en las plataformas bajo demanda donde pueden ver ficción moderna sin esperar un trasnochado horario de programación. Allí se identifican más con las historias que les cuentan. Aunque no hablen desde el prisma de nuestra realidad nacional más próxima. Lo que a la larga puede ser una involución en diversidad de autores y miradas de la ficción nacional, ya lo está siendo. Nos devalúa. Este tipo de culebrones en horario estelar serán muy rentables en la decisión instantánea, pues lideran en audiencia a bajo coste, pero empobrecen y expulsan a las nuevas generaciones de la televisión tradicional. Quizá sin retorno. Las telenovelas turcas son retrógradas, engoladas, promueven roles tóxicos, patriarcales, machistas y condescendientes que van por detrás de la audiencia transversal que, de verdad, define a España. Y que, por eso mismo, entre otros factores -como el desorden de las parrillas y los prime time eternos-, ese público va dejando paulatinamente de ver el prime time de la tele clásica. No se sienten reflejados. Ni siquiera valorados.

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