OPINION

Las viejas trampas televisivas de la emisión del desfile militar de la Fiesta Nacional

Los Reyes junto a sus hijas, presiden el desfile del Día de la Fiesta Nacional. Zipi/EFE
Los Reyes junto a sus hijas, presiden el desfile del Día de la Fiesta Nacional. Zipi/EFE
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Los Reyes junto a sus hijas, presiden el desfile del Día de la Fiesta Nacional. Zipi/EFE
Los Reyes junto a sus hijas, presiden el desfile del Día de la Fiesta Nacional. Zipi/EFE

El desfile militar de la Fiesta Nacional es una de las emisiones de TVE que más cuota de pantalla congrega a lo largo del año. Un éxito objetivo de audiencias que se repite cada 12 de octubre y que denota cierta fascinación del público por las pompas del ejército. La pasada temporada, esta retransmisión alcanzó un 34 por ciento de share y 2.515.000 espectadores, dato elevado para un matinal. 

En este triunfo de audiencias ayuda que la emisión, en directo, se produce en la mañana de un día festivo, con poca competencia desde las cadenas privadas. Pero, también, gracias a la tradicional destreza de los profesionales de Televisión Española a la hora de incorporar narrativas de la épica televisiva a un lento y tedioso desfile.

Una realización visual que profesionales, como el veterano realizador de TVE Mauricio Rico, supieron revolucionar en la década de los noventa. Entonces, rompieron con una emisión institucional, previsible e incluso aburrida y la dotaron de ritmo catódico.

Lo lograron al incorporar cámaras en el interior de los tanques, de los cazas o de la Patrulla Águila, consiguiendo espectaculares planos de la visión subjetiva de los propios militares. La televisión dejaba de ver la marcha militar como agente externo para introducirse en su trastienda.

También se apoyó la emisión de cruciales planos de reacción del público asistente, así como de los representantes del Gobierno y la oposición. Sin olvidar al Rey, claro. Estas imágenes enriquecían con la comunicación no verbal de un acto en el que el público también quiere comentar desde casa la vestimenta, las maneras de actuar y las miradas (o muecas) de los convidados a la "Fiesta Nacional".

Aunque para alcanzar esa milimetrada coreografía de imágenes había que hacer una trampa. Las imágenes grabadas desde el interior de los tanques, los cazas o la Patrulla Águila no siempre eran en directo. Estos planos hacían más atractiva la retransmisión, pero se grababan días antes, durante los ensayos, para posibilitar imágenes que en directo eran más complicadas.

Un truco habitual, que también utilizaba Pilar Miró con algunos bellos insertos de elementos ornamentales de las catedrales en las bodas de las Infantas. Así nada fallaba y todo salía en emisión lo más armónico posible, sin que se torciera nada en la conexión vía satélite. Aunque la imaginación del espectador creyera que todo era en directo.

Entonces, no había mochilas 4G, que posibilitan conectar con facilidad con cualquier lugar sin necesidad de contratar un satélite.

Sin embargo, a pesar de contar con más medios técnicos y facilidades de retransmisión, ahora vivimos en una televisión más exprés, en la que importa menos crear un atractivo envoltorio visual para impulsar la narración de cualquier historia. Y la propia retransmisión del desfile ha perdido ese lado más creativo para volver a ser más fría y convencional.

Pero la mejor televisión es la que cuida los detalles de la narrativa televisiva. Incluso en un institucional desfile, que también es lugar perfecto para amplificar la experiencia del espectador. ¿Cómo conseguirlo? El valor informativo de un acto de estas características puede ser enriquecido incorporando, de forma creativa, una intrépida coreografía de encuadres que surgen de cámaras aéreas, grúas y móviles (steady cam).  Y TVE, en este cometido, debe seguir siendo referente. 

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