OPINION

Lo que tienen en común el cumpleaños de Dulceida y un capítulo de 'Black mirror'

El Instagram de Dulceida por su cumpleaños.
El Instagram de Dulceida por su cumpleaños.

Nadie está con nadie. Sólo están a solas con su móvil. Todos juntos y, a la vez, todos solos. O eso parece. Es la imagen que circula del trigésimo cumpleaños de Dulceida. Ella es la 'influencer' de las 'influencers' y ha celebrado su aniversario en Ibiza, con una fiesta a la que ha invitado a seres de su categoría. Es decir, 'influencers' que deben influenciar mucho a golpe de 'like', millares de 'followers' y fotos idílicas con ayuda de un bonito filtro de Instagram.

Y allí han estado reunidos. Y grandes marcas comerciales han invertido en tal cita para intentar chupar cámara de tanto perfil con mucho seguidor. Incluso TostaRica ha hecho galletas con la cara de cada 'influencer'. Ya se sabe, no hay nada que más guste a un egocéntrico 'influencer' que ver su cara estampada en algo.

Todos saben la lección: deben etiquetar constantemente al hotel que les cobija y a las empresas que les financian tal viaje, que más que un cumpleaños es un escaparate para dar visibilidad a firmas. Así, al final, esa fiesta, que se supone que debe triunfar en redes sociales por resultar aspiracional para el pueblo llano, se vuelve una gran campaña publicitaria transmedia. Los 'influencers', colgando sus publicaciones, participan en un ir y venir de juegos ideados para que la cita cumpleañera sea una constante promoción. No hay anuncios, hay acciones para que se cuelen las marcas en las redes sociales de los invitados. Un negocio redondo para Dulceida.

Pero, al mismo tiempo, la forma en la que se relacionan en los vídeos que han subido en sus perfiles del evento evidencian un mundo superficial e individualista, poblado por personas que habitan una dimensión paralela muy lejana de la realidad.  Y, como no podía ser menos, los 'influencers' celebran cada movimiento en el sarao con su móvil de última generación pegado a su mano. No pueden perderse ninguna posibilidad de captar una simpática 'story' en su obsesión por gustar y retransmitir su vida perfecta al populacho.

Precisamente, un 'story' de ese cumpleaños, captado por Pablo Castellano, resume, sin quererlo y a la perfección, lo que supone el homenaje a Dulceida. La imagen muestra a los invitados bailando en la festividad. Pero bailan mirando a su móvil. Cada uno de ellos grabándose a sí mismo mientras bailan. Yo mi me conmigo y con mi móvil.

No importa la celebración, sólo importa lo que se ve a través de las redes sociales de la fiesta. Bailan con una multitud. Sin embargo, sólo hablan a la pantalla de su teléfono móvil de manera unidireccional. Ahí, al otro lado del 'smartphone', están sus 'followers' a los que no hay que defraudar con dosis diaria de vidas de felicidad. Aunque sean felicidades falseadas con sonrisas impostadas, que frenan parte de la curiosidad por compartir la esencia de la aventura con los compañeros con los que has asistido a tal viaje. Dan igual, lo crucial es conseguir la imagen con más 'me gustas'. Es lo que cuentan tan bien muchos capítulos de 'Black mirror': cómo la tecnología mal utilizada nos aísla, nos separa, nos simplifica. Pero no es el futuro, ya es el presente, ya es la sociedad que vivimos, tan multiconectada y a la vez tan solitaria, superficial y egoísta

La obsesión por el postureo, por figurar una vida de colores de supuesto ensueño -aunque no sea para tanto-, nos afecta a todos. Todos podemos aspirar ahora a través de las redes sociales a lo que ya hacía en papel la revista Hola: plasmar vidas de perfección, felicidad y glamour. Pero el cumpleaños de Dulceida lo muestra y magnifica a lo bestia y de modo especialmente grotesco, vacío y absurdo. Tan absurdo como es el término 'influencer', que ya está perdiendo su significado, si alguna vez lo tuvo. 

¿A quién influyen realmente? ¿Qué valor verídico tiene su influencia si es que la tuvieran? Sorprende que tantas marcas les sigan el juego, como si no hubiera realidades mucho más efectivas sobre las que poner la lupa para visibilizar la calidad de su producto. O referentes más inspiradores que poner en una galleta.

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