OPINION

Lo que la fama tal vez todavía no ha enseñado a Aitana

Aitana imagen de Teléfono
Aitana imagen de Teléfono

Aitana es probablemente la artista con mejor engagement del país. Así, a secas. Cualquier foto suya en Instagram tiene más likes que cualquier foto de otro artista español, incluidos Pablo Alborán o David Bisbal, y eso es mucho decir. Su aprendizaje, crecimiento, autenticidad y presencia durante la convivencia de la Academia de Operación Triunfo 2017 construyeron un personaje perfecto: el de una chica espontánea con un talento apabullante y una expresividad física magnética. El producto redondo para la industria discográfica.

Cada día, sus seguidores en las redes sociales siguen creciendo. Cada uno de sus movimientos despierta expectación y cientos de miles de interacciones, lo que significa que ha atesorado una fidelidad a prueba de bombas con su público. Sus seguidores viven esa fidelidad con intensidad, convirtiendo el éxito de Aitana en suyo propio. Así, el lanzamiento del single Teléfono alcanzó 3 millones de visionados en Youtube en solo 24 horas, algo insólito en nuestro mercado. Por poner un ejemplo comparativo reciente, el nuevo single conjunto de Malú y Alejandro Sanz, Llueve alegría, apenas llegó a 500.000 visionados en sus primeras 72 horas en la misma plataforma.

La fuerza de Aitana es objetiva, así como el hecho de que tiene entre sus manos una poderosa marca personal. Cuenta con todas las características para convertirse en una gran estrella de la música. Incluso en el contexto internacional. ¿Se está aprovechando de verdad este enorme potencial? Es la gran pregunta, porque en los últimos meses, Aitana está demostrando una serie de características que delimitan la barrera que separa entre ser una cantante y una artista.

Da la sensación de que su éxito tan joven no permite que esté disfrutando el momento. Le falta pasión y en sus entrevistas está impregnada cierta desgana y cansancio sobre lo que cuenta y canta. Como si no le gustara lo que está haciendo. Como si prefiriera estar en otro lugar. O quizá es que su espontaneidad no siempre le juega buenas pasadas. En el último concierto de la gira de OT, en Almería, Aitana insinuó que se alegraba de que esa fuera posiblemente la última vez que tenía que cantar Lo Malo. Como si se estuviera quitando un peso de encima. Lo mismo ha sucedido con muchas de las entrevistas de promoción de Teléfono, su canción, que ella misma ha catalogado como simplemente "veraniega", quitándole valor, justificándose, casi pidiendo disculpas por ese single que le han "obligado" a sacar.

Aitana tiene sólo diecinueve años. Y todo el derecho del mundo a que no le gusten sus singles, a que le aterre que cada paso que dé (que si pone una foto en bikini, que si baila en la disco con alguien que no es Cepeda...) se vuelva carne de juicio para miles de personas o a que incluso no le apetezca labrarse una carrera como la estrella en la que dicen que se está convirtiendo. Pero entonces hay un problema en el producto que se está vendiendo, porque no se está vendiendo bien. Quizá simplemente falta que Universal le imparta un cursillo acelerado de marketing personal o que Aitana vaya mejor acompañada a las entrevistas, por algún profesional que controle la situación, le contagie entusiasmo y no le permita caer en preguntas trampa ni regalar titulares perfectos para el malentendido. Desde luego, "acabo de sacar un single veraniego que no me importa que sea olvidado" no es el mejor mensaje para comunicar en un medio como El País.

Es obvio que ni Lo malo ni Teléfono son canciones de gran estímulo para un artista. Pero la sensación general es que a Aitana le falta pasión a la hora de vender su pescado. Y eso es una pena. Porque, al final, en el futuro tal vez sufra un efecto rebote y se arrepienta de no haber disfrutado o exprimido más esta oportunidad y este descomunal público que ahora la sigue a donde vaya y por el que otros artistas matarían. La inexperiencia, a veces, nos hace ver lo negativo y no abrazar lo positivo con la fuerza que merece. No sabemos si ese es el caso personal de Aitana, pero sí se palpa, cada vez más, esa desgana en su camino al estrellato. Una desgana que es ahora mismo la mayor debilidad que puede frenar su poderoso talento.

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