A FONDO

Lo que tuvo el reencuentro de 'OT' que ha faltado a la reunión de 'Friends'

La imagen más triste del reencuentro de Operación Triunfo
Un instante del reencuentro de OT

HBO ya tenía asegurada la emoción de la audiencia con sólo lograr que viéramos, de nuevo, juntos a los protagonistas de 'Friends'. Objetivo conseguido. Pero al reencuentro de esta mítica sitcom se olvidará rápido, pues le ha faltado alcanzar la catarsis colectiva de transmitir verdad.  En la grabación los protagonistas han contado batallitas de la serie, sí, pero lo que narran es muy superficial. Y olvidable. Se ha echado en falta que, con la perspectiva que otorgan los años, aportaran cómo les ha cambiado la vida esta ficción. Ese era el valor añadido del encuentro y el interés periodístico: entender la vida después de un fenómeno televisivo de tal calado. 

Sin embargo, da la sensación de que, excepto Matt LeBlanc, todos han estado escondidos tras una coraza de estrellas de Hollywood. Vamos, que en la cita han sido más actores interpretando lo que se espera de ellos que personas implicadas y generosas con la audiencia. Hasta en los momentos más emocionantes, como el regreso al estudio, no consiguen esa naturalidad que disimula que existe un guion. Peor sucede con el reencuentro con icónicos personajes secundarios de la ficción, donde se saludan con frases protocolarias casi de conversación de ascensor. 

En la reunión de 'Friends' se ha echado de menos la valentía que sí tuvo el reencuentro de 'Operación Triunfo 1', que se produjo en 2016. No son producciones comparables. Una es una ficción y otra un talent show. Aunque las dos son fruto de un casting al que la televisión les cambió la existencia para siempre. Los dieciséis concursantes del concurso-reality de La 1 dieron una lección al atreverse a participar en su reencuentro con todas las consecuencias. Compartieron su vida sin apenas filtros, contando su percepción del éxito quince años después, pero también describiendo sus daños colaterales y sus sinsabores, haciendo confesiones incluso incómodas y dolorosas. En definitiva, afrontando emociones y frustraciones. Todos habían entendido que este reencuentro sólo tenía sentido abordarlo desde una total honestidad y una sinceridad extrema.

El espectador se sintió identificado con ellos. Porque todos hemos crecido como ellos, todos hemos cambiado y sufrido vaivenes emocionales en estos años. Al final, ese era el triunfo de aquel OT: su casting era representativo de la juventud española de 2001. El casting de 'Friends' también logró unir a unos actores que dieron una calidez mágica e identificable a una historia que conectó con la audiencia global porque hablaba de varias generaciones que les dijeron en los noventa que se iban a comer el mundo y, a menudo, el mundo se les comía a ellos. Eso era lo que le pasaba a la pandilla de 'Friends', pero la diferencia con OT es que ellos ahora son multimillonarios. No sólo por lo que cobraron entonces y por sus trabajos posteriores, también porque no han parado de cobrar vertiginosos royalties por la imparable emisión mundial de la serie. Resultado: están más despegados de la realidad y fuera de sus personajes es más complejo identificarse con ellos. Pero podrían haberse despeinado más en las respuestas para que el programa tuviera la relevancia de aportar la perspectiva de entender qué pasa tras una fama tan abismal.  Pero la reunión de 'Friends' se ha quedado en una especie de late night con cameos extraños que te sacan del ejercicio de nostalgia (el momento de Lady Gaga cantando con Lisa Kudrow proyectaba más tensión que otra cosa), mientras que los chicos de 'OT' se atrevieron a explicarnos la montaña rusa de emociones que supone una popularidad alcanzada de repente e imposible hoy. Por eso, el reencuentro de 'Friends' en realidad es frío, son batallitas prefabricadas y sin implicación real de sus protagonistas. De hecho, tras ver la reunión, es fácil sentir que la audiencia ama mucho más la serie que ellos mismos.

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