OPINION

Cuatro desfasados corsés que se va quitando (por fin) la televisión

Broncano
Broncano

La televisión está aprendiendo a quitarse postureos innecesarios que ha ido incorporando con los años y que, sin embargo, simplemente alejan a los programas de sus espectadores. Estos son cuatro viejos corsés televisivos que ya han saltado por los aires. Es más, son lo que diferencian que un programa suene a nuevo o a desfasado.

1. No ocultes que tu programa es grabado

Lejos quedan aquellos tiempos que se intentaba hacer creer que un formato enlatado estaba sucediendo en directo. No pasa nada por decir incluso a qué hora y cuándo se está grabando. Incluso bromear con ello. Es una de las claves de la influencia que ha conseguido David Broncano con 'La Resistencia', pues hace al público partícipe de sus avatares diarios. Así se fomentan lazos de complicidad con un espectador. Si se emite de noche y es de día en la calle del teatro desde donde se realiza el show, aprovecha ese salto temporal en la emisión como baza y hasta como gag. Si es puente y el programa se grabó hace varios días, llévatelo a tu terreno. Haz de la peculiaridad, virtud. 

2. Si existe un fallo técnico, explícalo

Hubo un tiempo que se consideraba buen profesional al que disimulaba los fallos técnicos en directo y tiraba para delante como si nada. Muy bien, pero mal si el espectador se estaba percatando de que sucedía algo extraño en emisión. La mejor opción es siempre explicar. Y el público lo entenderá. Y nadie sufrirá. Maestra en estas artes es Noemí Galera. Por ejemplo, en el show musical 'La mejor canción jamás cantada' hubo un cantante que se quedó 'en blanco'. La audiencia no estaba comprendiendo qué pasaba al artista Zenet mientras interpretaba 'No me importa nada' de Luz Casal. Sólo repetía 'y no me importa nada' y ya.

El problema estaba en que el 'autocue', esa pantalla que como si fuera un karaoke dicta la letra al cantante, falló. El aparato dejó de lanzar la letra de la canción y Zenet se quedó sin el chivato que le daba seguridad para colaborar con este show de forma puntual sin tener que estudiarse la letra. En vez de tapar el error, Noemí Galera rápidamente dijo 'vamos a explicar lo que ha pasado'. Y lo explicó. Relativizar los errores, tan importante en televisión. No se hace tanto como debería. Muchas veces, las prisas con las que se producen los programas impiden ver que el espectador entiende mejor lo que acontece-con imprevistos incluidos- cuando se cuenta con él. Y así se generan vínculos más fuertes entre público y programa. La audiencia se siente partícipe de lo que pasa.

3. Los móviles encima de la mesa

En el pasado reciente queda la época del móvil como máquina de distracción que se debía esconder y hasta vetar, pues no traía nada bueno: interferencias, ruidos inesperados, incluso ayudaba a filtrar contenidos pretendidamente 'secretos' en los shows pregrabados. En televisión, el teléfono móvil ha dejado de ser un aparato que apagar a una ventana de conexión. Con silenciarlo, basta. Hasta los periodistas ya no ocultan su teléfono en un bolsillo. Es una herramienta importante de trabajo. Para qué consumir papel, si tienes el acceso a la información y la comunicación directa a las fuentes en el smartphone.

También el móvil ayuda en los programas de entretenimiento: los que aún solicitan apagarlo antes de la entrada a una grabación televisiva, a no ser que haya que guardar algún spoiler muy justificado por trama, probablemente fracasen en la implantación social de sus propuestas. Nadie hablará antes de ellos. En la era de las redes sociales, que te conozcan, que te esperen y que te vean es incompatible con sobrevalorarse con un secretismo arcaico que hace caza de teléfonos. En vez de mandar apagar el móvil, ganan los que dicen: ¡enciendan el móvil! y sean creadores autodidactas de contenido extra del show. 

4. El resto de los canales no existen

Los directivos de las cadenas parece que son los únicos que se han creído eso de que lo no se nombra no existe. Nada de citar a rivales, sobre todo si es para bien. Cuando en la espontaneidad está uno de los grandes atractivos de la televisión. El espectador sabe lo que sucede en los demás canales, así que es más positivo para la marca de una emisora tratarlo con normalidad. Sin tutelas. Lo hace Pablo Motos en 'El Hormiguero', Alfonso Arús lo destaca en la mañana de La Sexta y ya lo llevó hasta las últimas consecuencias Chicho Ibáñez Serrador en un momento decisivo del 'Un, dos, tres...'. Como buen mente televisiva.

Cuando se estrenó en los noventa un remozado 'Un, dos, tres...', que por primera vez se emitía desde la existencia de las cadenas privadas, y los críticos de la época recalcaban que el viejo concurso podía pinchar con tantos rivales, en el prólogo del show Ibáñez Serrador se puso a recordar a su audiencia el resto de la programación de la competencia con esa inteligente ironía del narrador que es maestro del suspense y que no se acompleja a la hora de reírse de sí mismo: "Me permito recordarles que ahora vamos a dar paso a la publicidad, pero que más o menos en estos mismos instantes en Antena 3 hay una serie nueva, que creo que está muy bien, en Canal Plus otra, de humor, y luego una buena película. En La 2 atletismo, en la cinco Topacio y aquí, en la primera cadena, empezará Un, dos, tres..."; terminó compungido Serrador junto a su perro parlanchín que remató con mordacidad: "Me temo que sólo vamos a verlo usted y yo". Naturalizar lo que es natural, esa es la clave. Quitar corsés. No pasa nada. El espectador se siente más aliado con la propuesta porque se le trata con la perspicacia que merece. 

@borjateran

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