EN PERSPECTIVA

Los hallazgos de la televisión de 2020

7 inspiraciones televisivas para terminar un año de incertidumbres.

Carlos Franganillo y una pizarra haciendo su función didáctica (también en televisión)
Carlos Franganillo y una pizarra haciendo su función didáctica (también en televisión)
Borja Terán

A la mierda 2020. Se acabó un año trágico que nos ha recordado que no siempre hay certezas justamente cuando la sociedad de consumo instantáneo nos había hecho creer lo contrario. Lo queríamos todo ahora. Pero no, no todo puede ser ahora. Estamos re-aprendiendo el valor de la paciencia porque no todo puede ser al momento, como también quizá nos hemos re-percatado (algunos, al menos) de la relevancia del trabajo en equipo como sociedad, tras años en los que determinadas proclamas nos animaban a pensar que éramos autosuficientes.

Y todo esto, de nuevo, la televisión lo ha vuelto a retratar. A veces, sin saber que lo estaba retratando durante doce meses en los que no han faltado grandes hallazgos (y aprendizajes) en creatividad televisiva. 

Lo ha demostrado PATRIA. En épocas de crispación en las que parece que incluso el dolor y la quiebra social se instrumentaliza como si hasta el sentimiento más profundo fuera útil en la campaña de marketing perpetua que vivimos, matrícula de honor para la serie de HBO por su capacidad de mirar la realidad cotidiana del País Vasco. 'Patria' es la historia de dos ciudadanas engullidas por la trinchera de la sinrazón. La quiebra de una sociedad que mata a tu marido y, encima, después te intenta hacer sentir culpable. Dos mujeres que dan vida magistralmente Ane Gabarain Elena Irureta. Sin duda, las mejores intérpretes en la televisión del año. Pero 'Patria' no sólo pasará a la historia como una buena ficción, también atesorará un gran valor audiovisual para entendernos mejor a nosotros mismos y enfrentarnos a esos detalles humanos que son los que permiten cicatrizar, que saben lo peligroso de enquistar el odio.

La otra gran serie del año es VENENO de Atresplayer Premium. Muy diferente. Aunque, al fin y al cabo, otro choque  con nuestros prejuicios como sociedad. Una crítica inteligente y valiente a la televisión desde dentro que, sobre todo, atesora una visibilización de la enriquecedora diversidad que, tradicionalmente, era maltratada por los clichés que surgen de los miedos del desconocimiento. 'Veneno' plasma, a través de su mirada pop, a esa sociedad que se reía con condescendencia de lo distinto cuando, en realidad, tenía que aprender de la riqueza de la diferencia. Una risa que envió a tantas personas a los guetos de la destrucción porque la sociedad no las permitía ser lo que realmente eran. Incluso ni siquiera no se las permitía comprenderse a sí mismas. Como sucedió a La Veneno, como sufrió Cristina Ortiz. 

El otro hallazgo de 2020 es LATE MOTIV. Sí, un programa que lleva en emisión desde 2016. Pero, en este año, cuando se vaciaron los platós de público en marzo, supo adaptarse con unos maravillosos reflejos a la situación. Ni siquiera se paró un día su emisión. Primero se optó por simular que el programa se realizaba desde un Búnker, después ya directamente desde casa del propio Andreu Buenafuente a través de webcam. Sin cesar de acompañar al espectador a través de esa comedia que es buena comedia porque tiene la sensibilidad para estar comprometida con la realidad de su tiempo. Es más, tiene la capacidad de conectar con el instante emocional que se encuentra el espectador. Y, así, Buenafuente y su equipo, como este 2020, nos ha incidido en que en la vida, sobre todo, hay que saber improvisar. Improvisar bien. Está bien planificar, para que exista una buena base de calidad y cualité, pero si no hay habilidad para tomar el buen camino de la decisión ante lo imprevisible nos quedamos paralizados. 'Late Motiv' no paró, siguió entreteniendo, creciendo e identificándose con el sentimiento de la propia audiencia. Es más, intentando dar herramientas para poder progresar mejor, escuchando. Hasta intentando relativizar cuando no hay respuestas. Porque el entretenimiento de verdad es el que aporta, no sólo distrae. 

Como no distraen los informativos de Televisión Española remando contracorriente para no perder la perspectiva entre un ir y venir de noticias zasca, cebos sensacionalistas e impactos volátiles que nos hacen creer informados pero, quizá, sólo estamos retuiteando nuestras creencias y clichés. En este 2020, el TELEDIARIO de Carlos Franganillo ha realizado unas brillantes ediciones desde la calle que suponen un punto de inflexión. Desde el interior del Hospital del Mar o desde las aulas de un colegio. Así, la televisión pública ha recordado que la mejor realidad aumentada no es un efecto digital: es salir a la calle y tocar, de verdad, los matices y las texturas de la realidad. 

También en TVE la serie HIT ha obrado una necesaria radiografía de la educación gracias a la complicidad de un profesor y sus alumnos. 'Complicidad', probablemente la palabra más repetida en estos artículos durante los casi diez años que llevamos escribiendo en La Informacion. Se nota la mano de Joaquín Oristrell, maestro a la hora de fijarse en esos detalles que dibujan con precisión cómo somos sin quedarse en los prototipos clásicos. Y las nuevas generaciones vuelven a la tele porque se trata sus dilemas con la inteligencia que merecen y con mucho intercambio de aprendizaje entre generaciones. Sin tono indulgente, con cierta osadía . Y sin demasiadas máscaras para edulcorar y que el espectador se sienta reconfortado. 

Para máscaras, MASK SINGER, el talent show revelación de la temporada. No era raro su triunfo, pues tras años de spoilers en los que la televisión se obsesionaba con destripar hasta cuándo se otorgan los premios de los concursos con el objetivo de retener la atención del espectador, este formato recuerda que el gran superpoder de las pantallas es descubrir. No sólo reconocer todo el rato las mismas canciones y los mismos artistas de éxito, la fuerza está en que te desafíen la curiosidad. Y 'Mask Singer' nos ha puesto a jugar a adivinar con esa ingenuidad en la que deberíamos indagar más. Como personas. 

Como indagó con ingenio SÁNCHEZ Y CARBONELL en riguroso directo desde las noches de La 2 de TVE . El programa se quedó apagado cuando nos confinamos en casa. Pero, tal vez sin buscarlo, antes hizo una serie de programas premonitorios con esa capacidad que es el gran servicio público de TVE: inspirar con el gran espectáculo del entretenimiento de lo inesperado. 'Sánchez y Carbonell', dirigido por Santiago Tabernero y con una factura visual impecable, llevó al plató a referentes del día a día de la cultura y sociedad, creadores que suelen ser invisibles en la tele. Así, en sus presagiantes ediciones temáticas, este programa nos recordó que la verdadera patria está en los barrios -3 días antes de encerrarnos de cuarentena en ellos-, celebró un fin del mundo apocalíptico -3 semanas antes de darnos cuenta de verdad de lo vulnerables que somos- y nos enfrentó con sabia mordacidad a la dictadura del postureo de la felicidad. Más espíritu crítico, más imaginación. Seguimos. En el 21. O sea, mañana.

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