ANÁLISIS

Los inesperados giros dramáticos de 'Maestros de la costura'

Ancor en la repesca
Ancor en la repesca
Borja Terán

El favorito fue expulsado. Justo hace siete días un giro de guion propició que uno de los mejores concursantes de 'Maestros de la Costura' fuera eliminado del programa. Un vuelco en la trama propició que Laura debiera elegir entre salvarse ella o que el resto de sus compañeros en la barandilla intercambiaran equipo con los que se jugaban en la eliminación. Así, de repente, Ancor, favorito, se vio en la cuerda floja. Y pasó de ser lo mejor a abandonar el taller.

Usuarios de las redes sociales entraron en cólera. "Es injusto, ¡dejo de ver el programa!", tuiteaban algunos. Pero 'Maestros de la costura' guardaba otro inesperado cebo listo para concluir su emisión. En el próximo episodio, repesca. No hay escapatoria. Incluso para aquellos que decían que iban a dejar de ver el show: Los propios que proclamaban que no volverían a conectar con el programa ya tenían curiosidad de saber si la semana siguiente regresara el talentoso Ancor.

Al final, este requiebro de 'Maestros de la costura' sólo recuerda que más que un concurso es un reality show que necesita movilizar su trama para atraer la atención del espectador. Como hizo en su momento el padre de la tele-realidad, 'Gran Hermano', este tipo de espacios han aprendido que las reglas se van haciendo prácticamente a medida para que la dinámica del espectáculo no caiga en la monotonía. Imposible aburrir, hay que romper con lo pronosticable.

Todavía más cuando el programa asiste a una cuarta edición y da la sensación de que los participantes se las saben todas, la táctica televisiva busca descolocar a sus protagonistas para que mantengan esa espontaneidad de lo imprevisto, ya sea con pruebas ingeniosas o vuelcos en las reglas del juego.

No obstante, los realities son una especie de culebrón con las emociones que surgen de la realidad como maleable materia prima. Buscan entretener más que la justicia perfecta. Se prima los golpes de efecto por encima del devenir lógico de un concurso de talento. O no alcanzaría la misma relevancia en un intenso prime time. De ahí que, a veces, el programa ponga a los buenos en el lugar de los malos. Y todos se queden atónitos. El espectador incluido.

Por suerte, como sólo es un show de televisión, el desaguisado siempre se puede remediar con el aterrizaje de otra sorpresa en la trama. Listo, repesca. Y tras su retorno, de nuevo Ancor demostrando que para brillar no sólo basta con talento. El talento crece cuando, además, se atesora la energía de la autenticidad que te hace único, que te hace de verdad, sobreviviendo y hasta estando por encima de los vaivenes efectistas de un show que como buen reality tiene mucho más guion de lo que aparenta.

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