ANÁLISIS

Los programas de televisión que aprovecharon el verano

3 tipos de programas televisivos que utilizan el verano como campo de experimentación. 

Extra Rosa
Extra Rosa

Si en las vacaciones de verano la audiencia intenta romper con la rutina para celebrar la vida, la televisión hace más o menos lo mismo para seguir acompañando a su espectador. Es más, tradicionalmente se aprovechaba el periodo estival para probar programas. El cometido era testar formatos con posibilidad de éxito en tiempos de menor competencia, pero también había otras formulas para fidelizar nuevos públicos en la sequía estival de contenidos en la feroz batalla televisiva.

Tipología de programas estivales

-Tipo 1. Programas puente. Son aquellos formatos que llegan con fecha de comienzo pero también de final. Su función estriba en mantener el hábito del público de conectar con el canal en una franja que en temporada alta ocupa una de las grandes apuestas de la cadena. Por ejemplo, cuando Pepe Navarro fichó por Antena 3 y cerró el 'Mississippi', Telecinco ideó un late night que mantuviera a los espectadores hasta la llegada de 'Crónicas Marcianas'. Así nació 'El Puente' (1997), un programa desde un decorado que simulaba una especie de puerto -con mar dibujado en el suelo incluido-. 

Este formato estaba presentado por Tinet Rubira (ahora máximo responsable de la productora que realizaba este formato, Gestmusic) y dirigido por el gran maestro de la televisión Joan Ramón Mainat. Contaba con su mesa de locuras del corazón, una parte de testimonios y hasta dosis trasnochadas de striptease. El Padre Apeles fue uno de las estrellas de un show que sirvió para calentar motores al estreno de Javier Sardá y empezar a perfilar los personajes freaks que iba a exprimir 'Crónicas Marcianas' . Su cometido fue un éxito, por tanto.

Algo parecido hizo Antena 3 cuando fichó a María Teresa Campos. En los meses veraniegos, Cristina Tárrega presentó un programa avanzadilla que pretendía allanar el terreno y se llamó 'Mirando al mar' (2004). Aunque se hacía en el estudio 10 de Antena 3 y, mientras se construía el decorado del magacín de María Teresa, 'Cada día', se pasó a realizar en los jardines de la emisora. 

'Nada Personal' (2001) fue un formato con Nuria Roca, Llum Barrera y Maribel Cassany que también ejerció de programa puente. Esta vez, para suplir el vacío de 'El Informal' en vacaciones. Su éxito fue tal que cuando llegó septiembre se intentó recolocar en otra franja, en las tardes. En el nuevo horario no brilló de la misma manera y se esfumó. 

-Tipo 2. Campo de pruebas. Hay dos claros ejemplos de programas veraniegos que ya nadie recuerda como veraniegos, pero fueron fruto de que aterrizaron en la parrilla como experimento para vacaciones y, ahí, contaron con tiempo para asentarse.  El primero:'El Informal' (1998-2002), que instaló en España la franja del access prime time de la que ahora es referente 'El Hormiguero'. El segundo: 'Qué me dices' (1995-1998), el revista vespertino que cambió la prensa rosa. Y, probablemente, lo pudo hacer por su aterrizaje en pleno julio, donde las cadenas eran más permisivas probando contenidos.

'Qué me dices' empezó a romper con los pedigrís de la revista ¡Hola! gracias a una inteligente mirada al mundo rosa, cargada de sano humor, que huía de las informaciones cortesanas y creía en la comedia. Porque hasta con el cuore se puede hacer comedia.

La todoterreno Belinda Washington y el indescriptible Chapis eran la extraña pareja que estaba al frente de un espacio que logró superar en audiencias el último tramo de los -por aquel entonces indestructibles-Telediarios de La 1, que desde ese instante incorporaron noticias con mayor carga de entretenimiento en los minutos finales de cada edición.

Belinda, Chapis, Qué me dices
Belinda, Chapis, Qué me dices

Y 'Qué me dices' se quedó en la programación de Telecinco con su tono vivo y desenfadado. Hasta que despareció en 1998. Otro programa que se había estrenado en verano hacía la cama a Telecinco. Antena 3 probaba en vacaciones 'Extra Rosa' (1997-1998). El magacín tenía un decorado improvisado en un set olvidado de la cadena. Allí, Rosa Villacastín -que era la directora del invento- y Ana Rosa Quintana estrenaban un informativo de crónica rosa más tranquilo, aunque también con mucha ironía. El choque entre ellas funcionaba, entremezclaba argumento, corrosión y experiencia. Se daba otro paso más allá en la información rosa de sobremesa: la charla más reposada entre amigas periodistas que parecen bien relacionadas y que cuentan con datos de primera mano. Los famosos no huían de ellas, querían sentarse con ellas.

De nuevo, el verano era crucial para dar vida a un éxito que, más tarde, sería embrión inconsciente de 'Sabor a ti', el magacín que catapultó a Ana Rosa Quintana en solitario. También 'El Diario de Patricia' apareció en 2001 cuando el calor apretaba. Rompió audiencias y duró hasta 2011. Una década en la tarde de Antena 3. Para que luego digan que el verano es malo para la inversión televisiva, cuando es una oportunidad para probar mientras otros se relajan y terminar adelantando al rival... Normalmente con programas baratos que en las vacaciones cuentan con margen para crecer y que en otoño lo tendrían mucho más difícil. 

-Tipo 3. Acontecimiento rompe-hábitos. Otro de los clásicos es el gran show veraniego que genera un evento social. Con su piscina, con sus participantes que sienten que en vez de la tele están viviendo sus fiestas patronales con sus vecinos. El máximo exponente en estas lides es 'El Grand Prix del Verano' (el original de TVE se mantuvo de 1995 a 2005).

El Grand Prix del Verano
El Grand Prix del Verano

Ramón García marcó a varias generaciones con este gran formato que las cadenas han intentado recuperar actualizado sin éxito. La diferencia está en que las nuevas propuestas no han contado con el trasfondo emocional que sí lograba un gran 'Grand Prix' que era cálido porque hablaba de su sociedad. No estaba protagonizado por un casting calculado de personas atléticas. Simplemente jugaban los pueblos de España con esa ilusión de ir a la televisión para fardar con orgullo de tu población y, a la vez, pasándotelo bien. No se prefabricaba el elenco de personajes, directamente reflejaba la realidad cotidiana de cada lugar. Y eso es más identificable por parte del público. No eran superhombres y supermujeres, eran gente como cualquier espectador superando pruebas y siendo apadrinados por famosos que también estaban fuera de su área de confort. Y, por eso mismo, el programa transmitía más verdad. Porque era gente de verdad, sin disfraz. Una especie de verbena que nos representa a todos y que, en cierto sentido, la televisión sabía plasmar en verano para que, aunque nos quedáramos en casa, sintiéramos la necesaria y saludable ruptura con la rutina que suponen las vacaciones. También en veranos raros.

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